Durante Noviembre y Diciembre del 2016, el fotógrafo Gastón Iñíguez publicó en Cuarto Poder siete relatos de mujeres acompañados de sus retratos; en todos ellos se  hablaba de la violencia machista y el acoso callejero que sufren a diario las mujeres en Salta. 

Esta nota es un breve resumen con los párrafos más interesantes de aquellos relatos. Para no olvidar nunca que la lucha continúa; gracias a Macarena, Luisina, Magalí, Rocío, Fernanda, Jimena y Guadalupe por animarse a “poner la cara” y dar sus testimonios. Niunamenos.

Relato 1: Macarena – 26 años – Artesana y emprendedora independiente.

Un día al salir pasa un hombre de contextura robusta, más o menos unos 40 años, en bicicleta y justo cuando cruzaba la calle me levanta la falda del uniforme y me toca; yo quedo paralizada, shockeada es la palabra, cruzo rápidamente a la parada del colectivo y solo atino a llamar desde mi celular al dueño del local que tenía auto para que me busque. En lo que corto la llamada veo venir al hombre en bicicleta y se para frente mío, me «invita a seguir tocándome» y se queda ahí al lado mío acosandome.

Relato 2: Luisina – 24 años – Estudiante de diseño gráfico y artista visual.

Hace una semana viajaba en el colectivo desde mi casa y cuando estaba por bajar dos pibes se bajaron atrás mío y comenzaron a “chistarme”; entonces me pare y los encaré y les dije que estaban desubicados que para mí es violento y se reían diciendo “eh, amiga, no es para tanto” se lo tomaban en broma. Si te quedas callada estás dando permiso para que te sigan tratado de esa manera y ojo que no importa cómo te vistas o el aspecto que tengas siempre podes ser objeto de este acoso.

Relato 3: Magali – 23 años – Estudiante.

El papá de mi hijo decidió no hacerse cargo y apañado por su familia no nos pasa siquiera una ayuda económica, nadie juzga a un hombre por abandonar a su hijo pero si una mujer hace lo mismo puede ir presa, por eso me siento doblemente responsable como madre para transmitirle las cosas que a mí me parecen injustas. Esa es otra forma de violencia muy avalada en nuestra sociedad machista y que muchas veces se pasa por alto.

Relato 4: Rocío – 27 años – Estudiante de Comunicaciones.

Vivía en un estado de completo sometimiento físico y mental; todos los días él se iba y me dejaba encerrada con llave, a veces no me dejaba salir ni para comer, no me daba plata para mis gastos y no quería que trabaje ni estudie. Yo no me defendía porque tenía miedo de que le haga algo al bebé que en ese momento estaba en la panza; me llegué a creer que todo era mi culpa aunque yo en el fondo sabía que era él el que estaba mal. Él decía que me pegaba porque yo lo provocaba, incluso cambié mi apariencia para parecer una “mujer de bien” como él quería.

Relato 5: Fernanda – 25 años – Trabaja como empleada – Estudiante.

Cuando cumplí los 18 tuve que hacer un esfuerzo enorme para no caer en la “vida fácil” y dedicarme a la prostitución como le pasaba a otras amigas que vivieron mi misma situación. Todavía tengo amigas trans que están en la noche y tienen que sufrir un montón de abusos por parte de sus clientes y la policía; violaciones contra amenazas de muerte y otras vejaciones. Muchas de ellas terminan en las drogas y algunas se van de Salta para trabajar en la noche de Buenos Aires.

Relato 6: Jimena – 33 años – Técnica en higiene y seguridad.

Hubo un tiempo donde no me animaba a salir con minifalda o un short porque la mentalidad machista logra con la presión que vos te sientas y creas que sos una “puta” por provocar la situación. Me incomodaba estar en la calle y pensar si la pollera estaba muy corta o no; es una especie de autocensura que ejerce la sociedad en vos. Comenzás a pensar que todos los tipos son iguales y mintiéndote de que es natural o normal que te digan algo o te miren descaradamente, que está bien NO salir con un short corto…”mirá si alguien te termina tocando el culo”. 

Relato 7: Guadalupe – 30 años – Diseñadora gráfica.

Mi militancia consiste en generar conciencia en el otro; tuve esos momentos donde te dejas llevar, es muy difícil estar con una hija sola, el “macho” consigue manipular por el lado económico, físico y verbal pero por suerte en esos momentos de debilidad pude empezar a reconocer algunas cosas que iba viendo; agradezco mucho a las minas que hace tiempo vienen escribiendo e informando sobre temas de violencia. Empecé a decirme a mí misma “pará esto no me gusta, esto no está bien”