Güemes, Jauretche y… el estatuto del peón

(…) En este asunto de los cabecitas negras, estoy defendiendo algo en lo que creo tener alguna parte, aunque más se refiere al peón de estancia… La culpa que confieso es haber lanzado las palabras estatuto del peón ante quien podía establecerlo y esto lo hice recogiendo de labios del Dr. Luis Güemes el relato de un verdadero estatuto del gaucho, que había implantado el caudillo de Salta para proteger a sus paisanos, cuando amurallaban con sus pechos el frente Norte de nuestra independencia. Cuando murió esa institución rastreada vaya a saber en qué reminiscencia visigótica, cayó en el olvido. Y después se preguntan por qué el gaucho apoyó a los caudillos. ¡Qué civilización y barbarie y qué niño muerto! El caudillo era el sindicato del gaucho”.

Arturo Jauretche

Recapitulemos el contexto histórico del tiempo independentista: Cuando San Martín se hizo cargo en 1814 de la jefatura del Ejército Auxiliar del Perú, comenzó en sus oficios a denominar como gauchos a los paisanos que componían las milicias que venían luchando contra los realistas conjuntamente con las tropas de línea desde 1810. El término gaucho nunca se había empleado en el Norte y, como es de pensar, San Martín lo usó por similitud a la denominación que se les daba a los paisanos de las pampas y a los de la Banda Oriental, ya que a estos era a los únicos que había conocido hasta ese momento puesto que por primera vez en su vida llegaba el Libertador al escenario porteño. Desde entonces el fuero de las milicias se dio en llamar fuero gaucho… En realidad, este reglamento no hizo otra cosa que actualizar los privilegios de que, según disposiciones anteriores, ya venían gozando las milicias a través de toda la época colonial en los diferentes dominios de España en América….En su explicación histórica, el Dr. Luis Güemes continúa diciendo: “(…) Güemes obligado por las circunstancias expuestas en el oficio que envió el 27 de Abril de 1818 al director Pueyrredòn, dictó el bando adjuntado sobre la perpetuidad del fuero militar correspondiente a sus escuadrones de gauchos, bando que fue plenamente aprobado sin objeción alguna por el Director Supremo, confirmando en toda su amplitud el fuero que hasta entonces venían gozando las dichas milicias gauchas por imperio del Reglamento de 1801 antes citado, como se lo comunica a Belgrano por oficio del 1 de Junio”. (“Güemes Documentado”, tomo 7, página 434, “Fuero Gaucho”, Luis Güemes Ramos Mexía)

Muerto Güemes, los gauchos vagaron solos en los montes del olvido. Sus descendientes los peones rurales, sufrieron injusticias y discriminaciones sociales. Así lo cuenta Jauretche: “(…) Cien años después, en la Quebrada de Lesser, he pasado con Adolfo Güemes por la finca de Luis Patrón Costas, y viendo ranchos sin techo y sin puertas, le he preguntado al nieto del prócer que significaban. Don Adolfo me explicó que era una vieja institución: el amo proveía las paredes y el suelo, y el paisano traía las puertas y el techo, que se llevaba al irse. A cambio de esa ocupación debía prestar algunos días de servicio personal a la finca. Era casi el siervo de la gleba. Pero, con todo, es más envidiable su suerte que la de los condenados a la miseria sin trabajo de los pueblitos florecientes.”. El 4 de junio de 1943 se produjo un golpe de Estado, que terminaría con una década de fraude patriótico, de estatuto legal del coloniaje (Pacto Roca /Runciman), a la cual se calificó como Década Infame (José Luis Torres). Revolución militar que echó por tierra la candidatura del Dr. Robustiano Patrón Costas a la Presidencia de la Nación (aprobada días antes, en la Cámara de Comercio Argentino–Británica). Se cerró un ciclo (1930-43), abierto con el exabrupto de Lugones de 1924, su discurso: la hora de la espada en homenaje a la Batalla de Ayacucho. El Gral. José Félix Uriburu fue su ejecutor militar, el 6 de septiembre de 1930 los cadetes del Colegio Militar marcharon a ocupar la Casa Rosada, no sin antes producirse un tiroteo con radicales, en el cual murió el cadete Jorge Güemes Torino y un camarada de estudios. Es entonces cuando aparece por primera vez, en la escena nacional, un conductor político que daría mucho que hablar: Perón. Mucho se ha escrito sobre la participación del Coronel Perón en el golpe del 30, también en el 43. Su pertenencia al G.O.U, su paso por la Secretaría de Trabajo y Previsión, sus discursos, sus hechos. Entre ellos, el más significativo: el Estatuto del Peón, aquel que fuera inspirado por Güemes y la guerra gaucha. Se sancionó en 1944, en Octubre–dice Fermín Chávez – “(…) Y el 22 Perón pronunció uno de sus discursos menos conocidos: en San Isidro habló sobre José Hernández y sobre el poema cimero de las letras gauchas. “Martín Fierro–expresó–es el símbolo de la hora presente. José Hernández cantó las necesidades del pueblo que vive adherido a la tierra. Todavía no se ha cumplido para el pueblo argentino la invocación de grandeza y de justicia que el Martín Fierro enseña. Nosotros hemos de tomar de él ese ideal ya cantado para llevarlo paulatinamente a la ejecución, a fin de que borren para siempre los males que él cantó, no para mal de ninguno sino para bien de todos”. El Hernandismo fue parte sustancial del sentimiento patriótico argentino. Martín Fierro el primer manifiesto social de repercusión a nuestros días.

Nos atrevemos afirmar: lo nacional (como le gustaba definirse a los forjistas), no nace en 1945 con el 17 de Octubre, viene desde el origen de nuestras luchas por la libertad y la independencia. La chusma yrigoneyista, y los descamisados peronistas, si lo intuían, buscaban su lugar bajo el sol de nuestra bandera. Los anarquistas libertarios de hoy, han construido un relato falaz y descreído: la justicia social es una mala palabra que esconde la decadencia, son macaneadores a designio. Rastreando huellas perdidas, y arriando sueños olvidados, afirmamos: “(…) El estado político y social creado por Güemes en Salta, de equilibrio entre la clase capitalista y la asalariada, plantea un gran problema y ofrece la forma de resolverlo en condiciones satisfactorias para los intereses más vitales de la nacionalidad. Este problema debe concretarse en el siguiente postulado: ¿Puede la bandera nacional argentina ser bandera de rehabilitación de los trabajadores? O en otros términos: ¿con el sentir y la noción de Patria, se puede realizar la obra de solidaridad humana? ”. El poeta gobernador radical Dr. Joaquín Castellanos implantó en Salta la ley Güemes de protección a los aborígenes y los gauchos, asesorado por el Dr. Domingo Güemes Castro nieto del General Güemes, dirigente de la UCR en esos tiempos. Los corifeos de la Libertad, carajo, cantan a coro lo dictado por los poderes exógenos, montados sobre la indignación y la bronca del fracaso Kirchnerista. Nos hablan de los cien años de decadencia nacional. Cuyo eje central sería: el intervencionismo estatal, la justicia social; afirman ser topos que destruirán al Estado Nación. Los financieros de para bienes. El poder internacional del dinero espera sus dividendos de tal desafuero. Los argentinos estamos solos y esperamos… una resurrección del alma nacional. Para concluir, es de recordar que el Dr. Adolfo Güemes Castro, nieto del Caudillo de la Guerra Gaucha, en 1946 efectúa donación de la finca El Carmen de Güemes (única propiedad comprada en vida por el Gral. Güemes, y heredada por su nieto). Su destinatario: la Nación Argentina, su destino: creación de una Escuela Agrícola para el pueblo Norteño. Heredero natural de los forjadores de la Epopeya del Norte, que salvo la Patria. Un ex–Gobernador radical yrigoyenista–entregaba al Presidente de la República–el Coronel Perón – “una tierra para revalorizar a los descendientes de los gauchos, para que tuvieran una igualdad de oportunidades en la vida”. Perón cumplió con la construcción del edificio de la Escuela Agrícola Gral. Martín Miguel de Güemes. Seguramente afirmando: que mejor que prometer es realizar. Ud. lector puede sacar sus propias conclusiones sobre Güemes y la cuestión nacional y social. Tema de rigurosa actualidad en nuestro tiempo, más allá de la globalización financiera, comunicacional y tecnológica. 

Martín Miguel Güemes Arruabarrena