Entrevista a Gae Tornello sobre la publicación de “Visión Nocturna”, su segundo libro de poemas publicado por la editorial tucumana Inflorescencia. El escritor, performer y gestor cultural nacido en Salta en el año 2001, habla sobre el proceso de edición, el trabajo artístico colectivo y la percepción del cuerpo como territorio del lenguaje.

Por Mario Flores

“La bondad con la que mira / esta tierra turquesa / deshuesa cualquier síntoma / me brinda visión nocturna / destreza de una lechuza hecha bruja”, decía un poema del primer libro de este autor nacido en Salta en 2001. Una suerte de crossover que ya vaticinaba el campo del lenguaje como un recorrido corporal: la palabra poética como racconto de lo posible, de lo vivencial, de bitácora de lo impalpable. En ese primer libro, también publicado por Inflorescencia Editorial en 2022, Gae Tornello discrepa de las verdades preestablecidas y decide prescindir incluso de signos de puntuación: su escritura fluye de acuerdo a un montaje visual, y si bien los poemas de su primer volumen son más extensos que los actuales, ya se configuraba esta especie de “militancia sentimental”: “Por tanta militancia sentimental / a la cual no estaba acostumbrado / dice que sólo necesita tiempo / para aprender”. El aprendizaje es un desplazamiento protagónico en la poesía de Tornello, un ir hacia (no habla del aprendizaje como un mecanismo didáctico de la memoria, repeticiones del yo, sino que construye los paisajes de acuerdo a una perspectiva humana y ulterior). En “Visión Nocturna”, el laconismo es su vehículo predilecto para asomar a un lirismo selvático y puro: no hace homenaje al naturalismo bucólico porque sí, por amor a lo verde: se integra al paisaje y lo dota de lenguaje, un lenguaje que también es cuerpo, un cuerpo que también es territorio. Ya en “Pequeñas Islas Flotantes”, Tornello hablaba de una “plena yunga barrosa nublada / espejo del cuerpo que me han dado”; en este nuevo libro, habla el cuerpo con el dialecto de esa yunga, apuesta por una escritura sin intermediarios entre la experiencia poética y nosotros, los lectores que estamos del otro lado de la página. En “Visión Nocturna”, cuya ilustración de tapa es de Macarena Escudero, una artista que representa a la perfección ciertas configuraciones de lo sombrío en lo natural que también se representan en los textos, los poemas de Tornello, más breves, se desprenden del espacio y conforman un paisaje mutante en constante descubrimiento. “Soy una criatura salvaje / sobre las ramas del algarrobo salto / y desgarro este mundo”. Con ese tono, casi ritual, pero sin el falso misticismo de los chamanes new age, Gae Tornello logra escenificar una voz natural pero contundente, local pero universal, porque no se entrega al facilismo de inventar certezas, sino que opera en nuevas preguntas e inaugura cuestionamientos: “¿Cuál es tu canto de pájaro? ¿Qué ves por las noches con tu soledad? ¿Por dónde caminas cuando vas hacia tu casa? ¿Por qué arde la lengua? ¿Qué significa decir tu nombre?”.

¿Qué te llevó a componer este libro en el que aparecen elementos como álamos y sauces salteños, yungas lluviosas y bosques? Todo el montaje textual convierte lo montaraz y lo naturalista en un paisaje introspectivo. ¿Cómo surgió este universo para la secuencia de los poemas y cómo fue el armado del libro?

En 2022 tuve un intento de suicidio y es lo que me llevó a componer “Visión Nocturna”. Yo soy de un pueblo llamado La Viña, viví toda mi infancia y adolescencia allí. Y como todo sitio alejado de la ciudad, hay un verdecer que es revitalizante y nostálgico porque quedan pocos sitios así. Mi escritura está atravesada por la naturaleza del interior. También creo que cada uno es poseedor de un paisaje, eso nos da la lectura del mundo. En este sentido, supongo que aquel punto cero me obligó a aprender a leerme. El armado del libro empezó en marzo de 2022 y finalizó en mayo de 2023. Fue un proceso doloroso al principio, pero como todo ejercicio de memoria terminó siendo transformador. Para mí, “Visión Nocturna” empezó siendo una bitácora, un archivo, un territorio propio donde plasmé lo que podía ver desde marzo a diciembre. Recuerdo que escuchaba el álbum Underwater de Ludovico Einaudi cada vez que me sentaba a escribir, leía mucho a Idea Vilariño y me pensaba como una gota de agua más en el río, y eso me brindaba paz entre tanto tumulto emocional. La bitácora se llamaba “un chico”, luego tuvo por nombre “aquí yace un cuerpo” y, finalmente, bajo el ojo de Gabi Olivé lo hicimos libro y llegamos a “Visión Nocturna”. Gabi Olivé me acompañó en la edición del libro y una vez más me invitó a publicar con Inflorescencia Editorial. Luego, en febrero de 2023 viajé a Colombia para realizar un intercambio académico, sitio que fue mi casa durante cuatro meses. Allí me encontré con otro verdecer y empecé una clínica de obra con Osvaldo Bossi, quien me brindó su visión del libro.

Los poemas de “Visión Nocturna” tienden a una estructura mucho más minimalista y hasta lacónica, a diferencia de “Pequeñas Islas Flotantes”, dónde es el yo el que direcciona la secuencia de lo vivencial en las escenas que aparecen. ¿Cómo se produjo este cambio hacia una escritura sin exceso de ornamentos? ¿Qué diferencias hubo en la edición de cada libro?

Este cambio en mi escritura está ligado al cambio de lecturas y en lo que me motivó a escribir. En “Pequeñas Islas Flotantes” me guiaba el enojo, entonces es una voz más tajante si se quiere. “Visión Nocturna” es más suave, tiene un tono completamente distinto porque me guiaba el duelo. Mi hermano mayor me regaló un libro y en la dedicatoria escribió que dentro nuestro viven muchos, a veces muere alguno y quedan otros. Asimismo, durante la edición del primer libro yo no sabía muchas cosas. Había tomado un par de talleres de escritura nada más. Y con la llegada del segundo libro estuve mejor preparado, tomé más clases, tuve la clínica de obra y le mostré el libro a varios lectores. Puedo decir que fui tomando más consciencia de mi lugar de enunciación luego de haber leído a Val Flores, Vir Cano y Raúl Dorra (libros que Fernanda Álvarez Chamale me prestó mientras escribía mi diseño de tesis).

¿Qué nexo está presente entre los textos de este libro, 42 en total, con la muestra escénica homónima que se presentó en la XIII Feria del Libro de Salta (jueves 2 de noviembre de 2023, junto a Paula Alderete con la dirección de Noelia Gana)? ¿Cuáles son las condiciones necesarias para producir este vínculo con tu trabajo como performer?

Creo que el nexo existente entre los textos del libro y la obra de danza-teatro es la caída del cuerpo. Si bien la muestra escénica recupera los textos del libro, es una adaptación teatral que toma otra fuerza. El teatro y la danza son lenguajes que te exigen mucha disponibilidad y, sobre todo, implican un ejercicio menos privativo que la escritura. En el libro, el texto inaugural es un sueño, mientras que en la obra se inicia con la caída del cuerpo en el bosque. Cuando digo que el nexo es aquella caída, quiero decir que el cuerpo es lo principal. La conjunción de los tres lenguajes (teatro, poesía y danza contemporánea) está presente en el libro. A través de los poemas ya hay un recorrido escénico a través de acciones minúsculas. Y en este sentido, el ojo de Noelia Gana fue fundamental: ella fue la primera en decirme que debíamos llevar el texto a escena. Yo había empezado a tomar clases de danza con Paula Alderete, a quien le propuse sumarse al equipo. Empezamos a trabajar en la obra en Casabunda, lugar que fue nuestra casita creativa durante algunos meses. El equipo se amplió con Agus Ortíz, un amigo brillante que diseñó y materializó el vestuario y maquillaje. También me comuniqué con Carla del Basso, quien realizó las fotografías de la obra bajo su lente siempre atinado. Con todo esto quiero remarcar que lo más importante para mí fue crear este equipo de trabajo, todos se comprometieron con el proyecto de una manera que aún me emociona porque significa que creen en lo que tengo para decir. Y no puedo dejar de nombrar a mis hermanas de la vida, Alma Navarro e Itatí Grech, poetas que admiro y que han leído cada fase de la obra y que, amablemente, me convidaron sus experiencias con ella.

“Visión Nocturna” aparece en un contexto en el que publicar poesía contemporánea a través de un sello independiente y disidente evidencia la relevancia de tu producción literaria y el proyecto editorial como todo un riesgo, un desafío en un escenario hostil. ¿Qué crees que propone este segundo libro en el estadio actual?

Raúl Dorra propone un “volver a las cosas”, un retorno que supone que uno antes estaba en las cosas y que se perdió una experiencia verdadera. Esta “cosa” es el cuerpo que ha sido descuidado y olvidado pero que siempre estuvo presente. Nuestros cuerpos existen antes que los nombres, que el lenguaje articulado y la percepción. En este sentido, la palabra poética conduce al ordenamiento del cuerpo en el mundo. En el estadio actual, propongo este libro como un atisbo de luz. Una luz pequeña como la de las luciérnagas, quienes entre tanta oscuridad destellan su verdor. Construí un bosque para mirar el cuerpo y regresar a él. Un cuerpo olvidado por el mandato de la constante producción y por las luchas cotidianas. Un cuerpo que necesita una pausa para poder pensarse. Yo estoy eternamente agradecido con Inflorescencia por haberme brindado la oportunidad de publicar dos libros y por haber visto algo en mis palabras.

Hay poemas que constan de una frase única, como apotegmas de una voz general pero sin falso misticismo: «Yo supe ser una pluma alejándose en un remolino celeste», «yo supe ser un jardín abierto para palabras enjauladas». ¿Cómo fue el ejercicio de este tipo de escritura, despojada y meditabunda a la vez? ¿Hay actualmente planes de presentación de esta novedad del catálogo?

Todo el libro es un canto a la simpleza. Estos poemas tan cortos fueron los que salieron de la forma más natural. Todo poema es una intervención sobre los sentidos y así, creo que la lectura de “Una lengua cosida de relámpagos” de Val Flores fue clave. Allí se habla de la palabra con “arraigo en la ternura”. Para mí estos poemas cortos representan eso, un pedacito de ternura para el cuerpo que cae y recorre el bosque, una remembranza sobre lo que el yo supo ser y que puede retornar a ello. La presentación del libro va a tener dos partes, una formal y una más informal. En primer lugar, estamos proyectando la presentación para comienzos del 2024 con invitadas especiales y funciones de la obra para más adelante. Queremos recorrer el NOA con la obra. El libro se puede conseguir a través de Inflorescencia Editorial y, en Salta, pueden comunicarse conmigo a través de las redes sociales.