ALEJANDRO SARAVIA
A veces tengo profundos deseos de que algunos dichos de nuestro Viejo Vizcacha del siglo XX, es decir, Juan Perón, tengan un correlato con la realidad. Eso pensaba cuando veía lo del reportaje que le hizo Amalia González, Yuyito, es decir la actual “novia” de Milei, precisamente a éste, a Milei, a la sazón presidente de nosotros los argentinos. Perón, dicen que decía que “del ridículo no se vuelve”. Espero que sea cierto puesto que dicho reportaje, a mi paladar, fue un dechado de ridiculez y vergüenza. Sin embargo, como aquello del yin y el yang en cuanto a que hasta lo malo siempre tiene una pizca de bueno, ahora que Milei se consiguió una madre espero que madure, suelte el chupete, las palabrotas y los malos modos y se decida a ser serio. La verdad es que nosotros los argentinos venimos en falsa escuadra ya de los tiempos del menemato y nos salió ahora uno que admira esos tiempos y los quiere continuar. Para ello se buscó hasta una novia de aquella era, quizás inducido por la frase del afamado irlandés Oscar Wilde quien decía que le interesaban las mujeres con pasado y los hombres con futuro…
Como don Fulgencio, el personaje de Lino Palacio, Milei pareciera que no tuvo infancia pero tampoco adolescencia y nos mandan ahora a tener que soportar estos papelones en los que en lugar de cantar se desentonan canciones de nada menos que de Elvis Presley y Nino Bravo aprovechando que ambos ya están muertos. Precisamente, la cancion “Libre” de Nino Bravo está inspirada en la historia de Peter Fechter, el primer alemán que intentó cruzar el muro de Berlín en 1962 y al que los guardias dispararon. Fechter, de poco más de 18 años, cruzó con éxito el primer tramo del muro, pero fue alcanzado por un disparo cuando estaba a punto de pasar al otro lado. Los rusos que custodiaban la zona muerta dejaron que agonizara por 50 minutos antes de recogerlo. La escena fue fotografiada y se hizo pública en la prensa mundial, de allí lo sacó Nino Bravo. Por ello, no sólo, entonces, en homenaje a Presley, a Bravo y al propio Peter Fechter, le rogaría a Milei que se deje ya de chiquilinadas y gobierne en serio sin tantos stands up.
Para ello sería interesante que se tengan en cuenta las palabras de un turco, profesor de Harvard, Dani Rodrik, que nos visitara recientemente, éste dijo: “… hay un equilibrio importante que mantener entre el mercado y el Estado. Si uno tiene un Estado que llega a ser demasiado importante en la economía, se destruyen la competencia y la iniciativa privada. Ahora, al revés, si se denigra al Estado y se asume que el mercado se va a ocupar de todo, se genera inestabilidad e iniquidad en la economía, y no hay inversiones de largo plazo e innovación. Necesitamos una combinación virtuosa de ambos. Cualquier país al que le haya ido bien y se haya hecho rico, lo logró sobre la base de una colaboración activa entre el sector privado y el Estado …”. “Es algo natural, continuó Rodrick, que se termine siendo muy opuesto y yendo a la otra punta del espectro. Eso no se ve solo en la Argentina, sino en todo el mundo. Es un péndulo y, si se va muy lejos en la intervención del Estado, después se va muy lejos en la posibilidad de dejar más libres a los mercados.”
Es decir que nosotros estamos inmersos en un juego pendular que nos tiene entrampados. Quienes sostienen ese diabólico jueguito en estos momentos son la anterior mandamás de Argentina, Cristina Kirchner, y el actual mandamás, Javier Milei. Téngase presente que si nuestra sociedad soporta en estos momentos los excesos de Milei es debido a los anteriores excesos de Cristina Fernández, quien se apronta a asumir la presidencia del Partido Justicialista, el principal partido de oposición y, en consecuencia, a seguir con este jueguito del péndulo que tanto nos costó y que tanto nos seguirá costando.
A la oposición racional y republicana, si existe, le digo que persevere en el centro y custodie la sobrevivencia de nuestras instituciones. Que no hay mal que dure cien años, aunque nos parezca mentira, y que tanto Francois Mitterand en Francia, por ejemplo, o el propio Lula en Brasil, antes de acceder al poder presidencial de sus respectivos países se tuvieron que tragar varias derrotas. Éstas, las derrotas, enseñan, son constructivas y forjan caracteres. De exististas, nosotros los argentinos, la sabemos larga, y son lo más parecido que hay a los oportunistas, a los que ya también conocemos demasiado.
Está claro que el triunfo de Donald Trump en Estados Unidos le va a insuflar oxígeno a todos los populistas de derecha que pululan en el mundo, anche Milei, obvio. Pero, en cuanto a éste al menos, insistimos en que optó por el juego del péndulo que lo condenará a la intrascendencia. Su misión es el equilibrio fiscal y su consecuencia la inflación, agravados ambos por aquellos excesos de Fernández de Kirchner graficados en los 45 puntos del PBI insumidos en un Estado fofo y bobo cuando, antes de ella, lo mismo, y mejor, insumía el 25%.
La mejor figura de este péndulo sigue estando en la Odisea de Homero. Es Penélope, la mujer de Ulises, que para distraer a sus pretendientes mientras Ulises u Odiseo regresaba de Troya, destejía de noche lo que tejía de día. Acá, en Argentina, nadie va a enterrar un peso, un dólar, un euro, un maravedi, o lo que sea, pensando que lo que haga uno o una al día siguiente lo va a deshacer otro u otra. Digamos que nos toca ser serios y exigir a los demás que también lo sean.
En tanto, los que deberán esperar su turno preparándose para ejercerlo bien, es decir los del centro, deberían regirse no por el péndulo sino por aquella figura del corsi e ricorsi de Giambattista Vico en cuanto a que en el desarrollo de la historia hay ciclos. Bueno, está claro que salimos de uno de ellos, entramos en otro y ya vendrán, para quien corresponda, tiempos mejores. Es de desear que cuando lleguen no sean desaprovechados, como tantas veces nos sucedió.