El Gobierno y privados reconocen que los motores de la actividad siguen sin funcionar a pleno. Y que de la expectativa del segundo semestre, se pasó a 2017.
El Gobierno reconoce que la reactivación aún no llegó. Así sucede en los distintos niveles de la conducción económica: En la Jefatura de Gabinete admiten que el año está jugado y el crecimiento se percibirá en 2017 más allá de cierta recuperación en el último trimestre. El Presidente Mauricio Macri lo dijo públicamente días atrás: “En el final del segundo semestre vamos a ver signos de futuro crecimiento. El año que viene vamos a crecer 3 o 3,5%”.
En los distintos ministerios que llevan la agenda económica ven algo similar o, incluso, una foto más cruda que la de la Casa Rosada: ni siquiera al final del segundo semestre habrá brotes verdes y la apuesta pasó para 2017 En el Banco Central descartan una recuperación para el corto plazo aunque sí para el año próximo de la mano de las exportaciones y un incremento de la inversión.
¿Qué explica la demora de la reactivación? Básicamente el desplome del consumo. La turbina número uno de la actividad económica en la Argentina es el consumo privado, que representa el 67% del PBI según un cálculo de la consultora LCG (ver infografía). Esto quiere decir que si el consumo crece 1% el producto lo hará 0,67%. El consumo viene cayendo y de hecho en junio lo hizo 5,9%. ¿El motivo? La pérdida del poder adquisitivo por el salto inflacionario (ver más en página 9).
El otro componente de relevancia es el consumo público (gasto público). Allí hubo rubros que crecieron por debajo de la inflación en el primer semestre, como los salarios y los subsidios, mientras que las jubilaciones crecieron al ritmo de la inflación.
Otro rubro que aporta a la generación de valor agregado en la economía argentina es el sector externo. Pero este es casi nulo porque las exportaciones son casi compensadas por las importaciones. Un ejemplo sucede en la industria automotriz. “Pero además, las exportaciones van a estar condicionadas por un mundo en bajo crecimiento, con el principal socio comercial sumido en una crisis económica y política de una magnitud difícil de cuantificar y el tipo de cambio estará más caro que competitivo”, explica Agustín Bruno, economista de la consultora LCG.
Finalmente, restan los canales del crédito y de la obra pública. Las políticas del Gobierno no alentaron su aporte al crecimiento hasta el momento. El Banco Central parece sentirse cómodo con las tasas por arriba del 30% y la inversión en infraestructura ha sido uno de los componentes menos dinámicos del gasto público en el primer semestre (ver más en página 9). La obra pública aporta 3,6% al PBI.
¿Qué se esperan los economistas para el año? Fausto Spotorno estima que el PBI caiga 2,4% en el tercer trimestre y se estabilice en el cuarto. Para todo el año ve una contracción de 1,3%. Bruno estima que el producto caerá 2%. ¿Y en el Gobierno? Que las exportaciones recuperen terreno porque el daño sufrido en los últimos años fue más producto del cepo que del atraso del dólar. De hecho, Mario Quintana, secretario de la Jefatura de Gabinete, admitió esta semana que la Argentina tendrá un tipo de cambio apreciado para rato. El Banco Central comparte esa visión sobre las exportaciones y dólar.
Gobierno y privados esperan un repunte de la inversión. Aunque su contribución al crecimiento será baja: si la inversión crece 1%, el PBI lo haría sólo 0,17%.
Fuente: Clarín