Mientras en Argentina seguimos viendo si entramos o no a la segunda ola. En el resto del mundo, se habla de la cuarta. 

Una “cuarta” ola sin que un análisis preciso nos permita saber realmente cuántas olas hubo hasta el momento. Y sin considerar que, dependiendo de la unidad territorial utilizada, la numeración de la ola puede variar. No se han utilizado los mismos los criterios para definir casos, o disponibilidad y utilización de las pruebas diagnósticas, ni la afectación en mortalidad o en ingresos hospitalarios. Como tampoco han sido iguales las pendientes de la curva de incidencia acumulada a 14 días (IA14), ni la gravedad en términos de fallecimientos. Ni la caída de la incidencia entre olas, ya que sólo en el mes de junio de 2020 los valores podrían considerarse aceptables.

En la actualidad la tercera ola ha caído con bastante rapidez, pero sin llegar a “tocar suelo”. A nivel nacional no se ha alcanzado siquiera un valor de 120 casos por 100 000 habitantes en IA14. Se está viendo un cambio de tendencia.
Si nos referimos a España, utilizando como medida la incidencia acumulada a 14 días (IA14), podemos decir que la situación no es igual en todas las comunidades. Mientras unas cuantas mantienen valores muy por debajo de estas cifras, otras se han mantenido en todo momento muy por encima y en algunas se ha quebrado absolutamente la tendencia, y están comenzando a subir.
Pero en países cercanos, como Francia e Italia, la situación es peor y en otros como Alemania, no es mejor.
La vacunación en España está todavía lejos de proteger a una proporción importante de la población. En este momento hay 2.505.842 personas con la pauta completa. Esto representa el 5,3% de la población. Aunque es importante resaltar que el 90% de las personas institucionalizadas en España ya están completamente protegidas por la vacuna. Sumando a la población completamente vacunada, la que ha resultado infectada en el transcurso de la pandemia (3.255.324), tenemos al 12,2% de los habitantes. El último estudio ENE-COVID cifró en un 9,9% la población con anticuerpos IgG, esto corresponde a un momento anterior a la tercera ola. Actualmente, las personas con anticuerpos superarán ampliamente esa cifra. Igualmente, el número de personas susceptibles en España es todavía muy elevado.
La diseminación de la variante británica del virus, la B.1.1.7, aumentó con rapidez en las últimas semanas. Este dato se relaciona con un aumento de transmisibilidad y podría dar lugar a un incremento de la letalidad.
Con la llegada de la semana santa, la movilidad puede incrementarse desde países con peor situación que España.
Las presiones económicas y la fatiga pandémica, han relajado las medidas necesarias para contener al virus y su cumplimiento se ve comprometido.
La afectación que las medidas tienen en muchos sectores de la economía ocasiona presiones sobre quienes toman las decisiones en el ámbito político, que trata de aliviar este impacto. Incurriendo en ocasiones en contradicciones e incoherencias que desconciertan a la población.
Todavía es posible evitar que el efecto de esta ola sea tan terrible como lo fue el de la anterior, pero para ello debe solicitarse a toda la sociedad, autoridades y ciudadanía, que no se caiga en un optimismo infundado. La vacunación podrá aliviar los efectos más graves que se han visto en anteriores olas. Pero no será suficiente si no hay cooperación de la sociedad en su conjunto. No debemos dejar crecer nuestros temores, pero tampoco restarle valor a la situación.