Como buen representante de la “vieja política” y ejemplar de la “casta”, Pepe Muratore era una piedra en el zapato de cualquier gestión nueva. La diferencia con las anteriores es que en esta, le prendieron fuego la administración.
El Mercado San Miguel es el centro del comercio alimenticio y minorista de la ciudad, además se ha vuelto una zona neurálgica de comercios de todo tipo tanto dentro como fuera de sus puertas. Quedó atrás el viejo baluarte de la cultura y gastronomía salteña típica, y gradualmente en los últimos 20 años se ha convertido en el kiosco del “tuerto”.
Durante la administración de la olvidada Bettina Romero ya habían saltado chispas entre la gente de la municipalidad y el padrinito Muratore, pero la historia y los amigos hicieron que la cosa no escale.
En cambio, trás el gran incendio de calle Urquiza y las primeras medidas de Provincia y Municipio, la cosa se volvió más personal. De golpe todos los ojos estuvieron sobre los balances de Muratore y los resultados de su administración en los últimos 20 años feudales.
Para su mala suerte, Muratore tiene que lidiar con la justicia, el ejecutivo provincial y gente del riñón de Durand. Pero la cuestión no es sólo política, más bien en última instancia es del orden político, ya que la discusión es en torno al dinero y a la administración tanto de la obra pública que está en marcha como de los resultados y su posterior administración.
Un buen negocio
Es de público conocimiento la capacidad de recaudación que tiene toda la estructura del Mercado Municipal San Miguel, sumado a ellos todas sus vertientes del tipo ONG y los negocios bajo poncho, lo hacen una caja interesante para cualquiera. A todo esto se le suma la puesta en marcha de la reconstrucción de más de un tercio de la estructura y ciertas remodelaciones que se sumaron sobre “el pucho” para mejorar las condiciones edilicias y la modernización en beneficio de los puesteros y de los clientes.
El incendio y la posterior crisis de puesteros en la calle hizo que los poderes ejecutivos tomen cartas en el asunto e intervengan el Mercado. En el medio se llevaron puesto al pobre Muratore que venía llenando los bolsillos de él, su familia y sus amigos desde la crisis del 2001.
Cuenta la leyenda que el último en pelearse con Muratore fue Alejandro San Millan tras no acordar “la vuelta” lo que dejaría marcados a todos los demás intendentes como cómplices o indiferentes ante los negocios por derecha y por izquierda que se concretaron en todos estos años.
El futuro
A pesar de la ordenanza de desplazamiento y la puesta en ejercicio de un interventor Muratore no tiene dicha su última palabra, y es que “la mosca” es tan grande que nadie querría soltarla. Sin embargo, Pepe está gastando sus últimos cartuchos contra la justicia y es cuestión de tiempo para que se empiecen a poner las pilas los jueces de sus causas y lo vayan numerando.
Mientras tanto la intervención está en un punto medio, ya sea porque la rosca no resulta tan fácil después de un Feudo tan largo, o porque las condiciones son unilaterales y las voluntades aún no se quebraron en todos los puestos. Como sea la historia, será cuestión de meses para ver volar a toda la cúpula muratoriana y arribar a los muchachos de la Muni, dando fin a más de dos décadas de “gobierno pepista”.
En el proyecto discutido entre Durand y Sáenz está el consenso de reconstruir y revalorizar al Mercado San Miguel como un atractivo turístico en desmedro de la cuestión comercial cotidiana. Buscarán acomodar todo el microcentro para destacar al San Miguel y volverlo un punto de encuentro con más cultura y gastronomía y menos celulares y zapatillas.
Muchos puesteros aún no lo saben pero deberán reconvertirse o abandonar el Mercado ante este cambio de rumbo comercial. En un primer sondeo hay buenas perspectivas para que quienes no quieran acomodarse a las demandas puedan vender a buen precio su patrimonio.
Por otra parte, los interesados en comprar e invertir en el nuevo proyecto de carácter turístico esperan por minutos para comprar y empezar a vender “salteñidad” a los turistas que visiten la ciudad. Incluso ya hay indicios de protocolos para la prestación de servicios gastronómicos regionales y toda una campaña publicitaria lista y a punto de lanzarse para atraer a los visitantes.
Lo único que resta saber es qué pasará con las internas y los planes de Muratore, cómo se reacomodarán los viejos caciques del SM y qué papel jugará el intendente en el manejo del Mercado. Es sabido que negocio que toca, es potencialmente un negocio que se vuelve oro.
Quedarán para la justicia y las víctimas la cuestión del incendio, las internas de CJA y todo lo relacionado con Muratore y sus negocios. Tal parece que por fin al petiso le soltaron la mano.