Por: Alejandro Saravia

Muchas veces en estas columnas cuestionamos las hipócritas actitudes políticas de cierta dirigencia. Es así que criticamos, por ejemplo, aquello de “no mires lo que digo sino lo que hago”, que en algún momento consagró Néstor Kirchner, o bien aquello de que “si les decía lo que iba a hacer, no me votaba nadie”, de Carlos Saúl. Se da el caso de que ambas manifestaciones tenían actores de sólo un sector de la política, mas parece que en todos lados se cuecen habas.

En efecto, el hormiguero de Juntos por el Cambio pareciera que fue pateado por el Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, porque decidió convocar a elecciones locales el mismo día de las nacionales pero a efectuarse mediante sistemas electorales diferentes: las nacionales con listas sábanas y las locales con lista única electrónica, de modo que si bien se van a celebrar el mismo día, en cada lugar en que se lleven adelante va a haber una urna para el voto en papel y un artefacto apropiado para el voto electrónico. A ese sistema se lo denominó de “voto concurrente”. Todos los del PRO salieron a cuestionarlo a Larreta porque supuestamente ello significaría poner en igualdad de condiciones a uno de los candidatos, Lousteau, con otro de los candidatos, Jorge Macri, y pareciera que eso significaría tanto como un riesgo de entregar la CABA, a la que se la concebiría como propiedad del PRO. Todos, como se ve, son iguales pero algunos son más iguales que otros

María Eugenia Vidal, por ejemplo, salió a decir que “el cambio que el PRO y JxC le prometieron a los argentinos no es este… Somos el cambio o no somos nada”. A su vez, Mauricio Macri dijo: “Coincido con María Eugenia. Qué profunda desilusión”. A esto se plegó Patricia Bullrich diciendo que lo podría haber hecho antes no a cuatro meses de las elecciones.

Ahora bien, resulta que el código electoral de la CABA, ley local, establece como instrumento del sufragio a la boleta única que puede ser electrónica o en papel (Art. 111) y que siempre las elecciones de ese distrito, luego de la reforma constitucional de 1994, se hicieron de modo independiente a las nacionales. Ese principio no fue respetado en las elecciones de 2019 porque Macri, Mauricio Macri, exigió que las elecciones de la ciudad le hicieran fuerza a su candidatura presidencial, que en definitiva perdió en manos de Alberto Fernández.

Estos muchachos no dejan de asombrarme. Ahora resulta que es cuestionable lo de Rodríguez Larreta porque acata la ley electoral y aplica el sistema de boleta única, universalmente conceptuado como el de mayor limpieza y transparencia electoral, y le reprochan porque no fuerza la cuestión votando con lista sábana, siempre criticada por los que ahora la pretenden, y garantizarle así la elección a Jorge Macri, actual intendente de Vicente López, con licencia, localidad que queda en la provincia de Buenos Aires y no en la ciudad autónoma. Y no es que Rodríguez Larreta sea santo de mi devoción, pero, muchachos, para predicar al menos ciérrense la bragueta. ¿Lo que no era bueno con el kirchnerismo, es bueno con el macrismo?

Macri, Mauricio, dijo que su candidato es Macri, Jorge. Eso en Méjico se llama “dedazo”. Jorge Macri es el primo que, según el analista político y periodista Jorge Asís, era pobre, sin aclarar cuándo dejó de serlo y, fundamentalmente, cómo dejó la pobreza.

Ahora bien, pregunto yo: el encaprichamiento con el gobierno de la ciudad de Buenos Aires ¿tiene un contenido simbólico o se está tratando de ocultar algo? Esa suspicacia me la despierta el propio Asís, ya citado, que a la ciudad la caracteriza como el “maxiquiosco del PRO”, y vuelvo a preguntar: ¿qué se hace en los quioscos? Pues, ganar unos pesitos, en los maxiquioscos, desde ya muchos más. Hay, como se ve, muchas preguntas y pocas respuestas.

Obviamente, como dijimos, en todos lados se cuecen habas…pero no desde todos los lugares se puede predicar.

ALEJANDRO SARAVIA