En el San Miguel: Muratore se hizo millonario con la tuya

 

En los últimos días se ha producido un interesante silencio alrededor de las responsabilidades del administrador del diezmado Mercado San Miguel, principalmente por cuestionamientos de los afectados y la vista gorda de los “grandes medios de comunicación”.

 

Tras un crisol de declaraciones y teorías en torno al gran incendio ocurrido hace unos días en buena parte del Mercado San Miguel ubicado en pleno centro de Salta Capital, lo concreto es que la restauración edilicia correrá por cuenta del padre Estado, tan atacado en estas épocas.

Mientras que las críticas llueven sobre José «Pepe» Muratore por su incapacidad y falta de previsión, otros apuntan contra el costo que devendrá de reconstruir todo lo perdido. Y es que desde provincia y municipio ya afirmaron que aportarán todos los recursos necesarios para poner en funcionamiento en el menor tiempo posible.

Esto en cualquier país serio no sería noticia, sino un devenir de las buenas costumbres, pero en Salta es una señal de una posible confirmación de impunidad. El hecho de buscar arreglar rápido toda la infraestructura dañada y perdida afecta la cuestión judicial, ya que en una buena parte, hace casi imposible avanzar sobre pericias e informes que la justicia necesita para llegar a la verdad.

Un ex administrador con paso fugaz por el Mercado asegura que desde que él entró en funciones Muratore lo quería manipular o en su defecto echar. Y que durante su gestión vió cómo «Pepe» vivía del Mercado a expensas de los puesteros.

En la misma línea de corruptela, asegura que el negocio de la radio quedó 100% para «Pepe» aunque fuera creado con fines sociales. Desde la provincia negaron que de le haya suspendido la pauta oficial a la Fundación San Miguel que administrar la radio por tratarse de una entidad sin fines de lucro y de gran representatividad social. Por lo que esto termina afirmando que Muratore recauda dinero de cuánta caja tenga a la vista.

Seguro que no hay seguro

Una mezcla de preocupación y dependencia crece día a día desde que se incendió más de un tercio del Mercado San Miguel, poniendo a Muratore como el verdugo o salvador de los puesteros que necesitan volver a trabajar y en lo posible recuperar un estimativo de la mercadería perdida.

Todo lo anterior sería muy fácil si existiera una sistematización regulada de seguros con declaraciones juradas de cada puesto, algo que ordenadamente no hay. Dejando a merced del petiso ojos de cielo, quién se beneficiará de la ayuda del Estado.

A los pocos días del incidente y de las declaraciones del poder ejecutivo provincial, ya se inició la reconstrucción poniendo en juego también el trabajo de la justicia. Hacia dentro de los puesteros hay contradicciones entre los que afirman tener asegurada su mercadería y los que no.

En el medio, los puesteros más opositores a la administración, afirman que la recaudación pendula entre los 50.000 y 400.000 por local por mes, dependiendo la ubicación, el tamaño y la cara del puestero. Otros afirman que hay “puesteros viejos” que no pagan nada, y muchos no saben si el vecino paga más o menos, porque el manejo es turbio y leonino.

Todo distorsionado

En sus orígenes el Mercado tenía sus rubros delimitados y acordes a cierta función cultural y logística en la Capital salteña, pero desde que Muratore empezó a manejar los hilos, antes de ser administrador incluso, es una caja de pandora. Hacia fines de los 90´ el Mercado San Miguel tenía bien delimitadas sus zonas y productos.

Desde los patios de comidas, las verduras y carnes, especias y otros alimentos hasta algunos pescados y panificados, los puestos rondaban los 250-300. A partir de la liberación del primer piso por calle Florida, la polémica habilitación del ex estacionamiento, los puestos improvisados sobre calle ituzaingó y el acaparamiento en los pasillos del centro del Mercado y por la entrada de calle Urquiza, la cantidad de puestos está hoy en día entre los 700 y 750.

De todos estos puestos la administración recauda un promedio de 200.000 pesos por mes, dejando una caja mensual por arriba de los 150 millones de pesos. De toda esa tarasca, Muratore dispone para la seguridad, limpieza, mantenimiento y “coso”.

Los puesteros pagan por un servicio de luz que desde la gestión Isa el Mercado no paga, enviando directamente al bolsillo de Muratore y compañía una buena porción de la torta que deberían ahorrarse quienes se ganaban la vida con los puestos en el Mercado.

A su vez, hace unos años hubo un acuerdo entre la provincia y el Mercado para que la policía tuviera varias postas alrededor del San Miguel para cuidar a los clientes y trabajadores del Mercado. Dentro del panorama de la seguridad, la cuestión de los patovas privados también es un negocio de la administración que desde la era «Pepe» lo comparte con los muchachos antonianos.

Ante la consulta de la declaración jurada y registro en AFIP de los y las puesteros, Muratore prefirió evadir la cuestión porque varios puestos facturan como si fueran uno solo, algunos para evadir impuestos y otros porque en realidad son todos de un mismo dueño.

Otra gambeteada en estos días fue la de «Pepe» al momento de responder sobre si el Mercado está asegurado, respondiendo que los obreros que están arriesgando su vida para recuperar la infraestructura dañada en gran parte del San Miguel.

El negocio

Puesteros y expuesteros reclaman los destinos de la recaudación del Mercado, alegando que con los fondos que administra Muratore deberían alcanzar para reconstruir y mejorar las construcciones del Mercado. En la misma línea circulan denuncias de malversación de la recaudación, que desde hace años, no tiene balances públicos ni una publicidad de los actos de gobierno que debería tener por ser una institución cooperativa.

Desde la gestión de Isa la caja del Mercado es un botín que todos quieren, pero que pocos pueden conocer. Se presume que desde que Muratore tomó el mando la repartija le alcanzó para beneficiar a toda su familia y a los cercanos que le aseguraban la gobernabilidad.

Aunque el petiso tiene muchas causas abiertas y otras en puerta, dormía tranquilo hasta que el incendio levantó la perdiz y puso en la agenda la complejidad que encierra el Mercado San Miguel. En los últimos días las reuniones entre Muratore y funcionarios de la provincia y la muni coparon la agenda del administrador para ordenar cómo se resucitará al Mercado y qué participación tendrá cada uno en el proceso.

Si la justicia no lo alcanza y todo le sale bien, Muratore logrará que los salteños paguen con sus impuestos todo el daño que ocasionó el siniestro, ya sea que haya sido un accidente o un acto vandálico como afirman muchos puesteros. Dejándole toda la recaudación para seguir viviendo como rey él, su familia y sus socios.