En Cafayate: El río suena y mugre trae

 

Mataderos clandestinos, derrames contaminantes y microbasurales, son parte del paisaje que envuelve al afluente que atraviesa el ingreso a Cafayate. En connivencia con las grandes bodegas, la intendenta Rita Guevara acumula reclamos vecinales y pedidos de informe. El fantasma de los desbordes recorre el pueblo a días del inicio de la temporada estival.

 

Una serie de registros fílmicos que muestran el estado de abandono de los márgenes del río Chuscha, en Cafayate, causaron impacto esta semana. Se trata nada menos que de la puerta de ingreso a la ciudad vallista, conocida por su envergadura turística y sus emprendimientos vitivinícolas.

Residuos sólidos como potes de plástico, botellas, pañales, hierros y otros materiales no biodegradables son descartados diariamente en distintos puntos del márgen norte. A eso se suman restos de animales faenados clandestinamente, basura electrónica y otros residuos peligrosos.

Los vecinos de ambas bandas del río advirtieron más de una vez a la comuna de la falta total de controles y el abandono absoluto de la zona. Sin ningún tipo de restricción, se arrojan cada día residuos altamente contaminantes como animales muertos o baterías. En la zona oeste, cercana al Hospital Nuestra Señora del Rosario, desde hace al menos 10 años se vuelcan escombros de manera indiscriminada y actualmente conforman un importante basural.

Entre las principales preocupaciones de los vecinos, está la proliferación de enfermedades como: salmonelosis, leptospirosis e incluso leishmaniasis, que ya ha causado muertes en la provincia. Pero el peligro no solo radica en la contaminación superficial sino también en lo que llega a las napas subterráneas producto del lixiviado de algunos desechos altamente contaminantes como pilas o termómetros que se tiran y han sido encontrados entre los desechos.

Guevara sin respuestas

Desde la intendencia, a cargo de Rita Guevara, evaden sistemáticamente los reclamos. Muchos de ellos se materializaron en pedidos de informe por parte del Concejo Deliberante que, al día de hoy, acumulan polvo en las oficinas comunales. La desconexión de Guevara con la realidad es tal que, según denunció el concejal Rodrigo Chocobar, mientras que apenas se destinaron $12 millones para el mantenimiento de calles, el municipio asignó casi $10 millones a la renovación de la oficina de la intendenta.

Sin respuestas serias por parte del gobierno municipal, los vecinos llegaron al extremo de organizarse para reparar las calles por su cuenta. El clima se vio aún más enrarecido luego de la renuncia del secretario de Obras Públicas, Juan Chachagua, quien alegó “falta de comunicación” con la jefa comunal.

Repetir la historia

En mayo de 2020, en plena pandemia, el país entero se hacía eco del vuelco de líquidos contaminantes en el río Chuscha por parte de una importante bodega. Un leve cauce color “vino tinto” preocupó a los vecinos del Valle Calchaquí. Algunas versiones apuntaban a que se trataba de restos de filtros y borra de la limpieza de tanques de algunas bodegas, desde el Concejo Deliberante cafayateño, la edil Patricia Castro realizó un pedido de informe a la Secretaría de Ambiente municipal y a la empresa Aguas del Norte sobre la situación, pero no obtuvo respuesta.

Castro detalló que cuando se conoció la existencia de ese curso de agua de color, se observó un caño roto en las instalaciones del puente del río Chuscha de donde emanaba el mismo, y en cercanías de una bodega.

De esta manera manifestó que si bien se hicieron reclamos públicos, “no se vio de actuar en forma urgente a la empresa responsable Aguas del Norte S.A. y que existe una gran preocupación de los vecinos que viven en las zonas aledañas al río, y en particular de los vecinos de la Banda de Abajo, por una posible contaminación del mismo”, concluyó.

Mataderos clandestinos

La cria de ganado en los márgenes del afluente también es un importante factor de contaminación. De acuerdo a un informe realizado por Radio Cafayate, al menos tres corrales y una decena de microbasurales proliferan en los márgenes del Chuscha, tanto en la Banda de Abajo como en la cercanía del hospital Nuestra Señora del Rosario.

Los corrales de cabras, ovejas y chiqueros más importantes están ubicados en la zona entre el pasaje Santa Mónica y el Pasaje San Francisco de la urbanización de la Banda de Abajo, al este de Cafayate. Según el relevamiento, se trata de corrales a cielo abierto y sin ningún tipo de tratamiento. “Los desechos de la actividad se ven claramente esparcidos por al menos 10 metros a la redonda de cada punto. En cada zona donde se asientan estos puestos, se puede percibir un fuerte olor a desechos y de animales en descomposición”, destaca el informe.

Los bajos niveles de los márgenes del río en la zona este desde el puente de acceso norte son erosionados por el paso del ganado caprino y ovino diariamente desde estos corrales a la banda sur del río.

Para peor, los corrales también funcionarían como mataderos clandestinos, de acuerdo al relato de vecinos. Los cadáveres despostados son tirados al lecho del río donde, tras días de putrefacción, son removidos por perros de la zona y esparcidos en otros lugares.

Desde el área de bromatología de la Municipalidad de Cafayate respondieron al reclamo con una increíble contestación: «Muchas gracias por la información».

Sedimentación e inundaciones

Es sabido que la acumulación de residuos y sedimento genera las condiciones propicias para el desborde del río, una de las mayores preocupaciones de los ciudadanos cafayateños. Un estudio de un grupo de investigación de geólogos de la UNSa, junto a los lugareños, descubrió recientemente un derrumbe de un cerro que se vino abajo justo por donde pasa un pequeño aporte del Río Chuscha.

Esa pequeña vertiente de agua clara, cuando pasa por el derrumbe, se convierte en marrón porque arrastra el material. Luego llega al río Chuscha, que trae sus aguas claras y aporta los sedimentos que avanzan sobre Cafayate silenciosamente en invierno y estruendosamente en verano. Como consecuencias de ello, el río ya desbordó varias veces hacia el casco urbano y provocando graves y conocidas consecuencias. Las turbinas de Edesa no pueden producir energía, las plantas se secan por los sedimentos, los riegos por goteos se trancan, y las plantas de Aguas del Norte se enarenan. 

No sólo piedras lleva el río

Además del agua del río cuando desborda, la falta de transparencia también salpica a la gestión de Guevara. Tras la realización de la serenata a Cafayate, el concejo deliberante denunció el sobrante de varias cajas de fernet, cuyo destino fue un misterio. Pero esa sería apenas la más insignificante de las irregularidades.

En un primer informe sobre la recaudación del festival, el municipio comunicó que el préstamo solicitado a Provincia para realizar el evento era de 25 millones de pesos. Sin embargo, en un informe actualizado que presentó la comuna en septiembre luego de una ‘’auditoría interna’’, el concejal Chocobar afirmó que ese crédito escala a $100 millones. De ese monto, el municipio calchaquí ya va devolviendo $35 millones, por lo aún deben otros $65 millones.

Por lo tanto, el superávit celebrado por la jefa de la comuna, Rita Guevara, una vez concluido el primer balance serenatero, no sería tal, sino que representa una “pérdida” para el municipio.

En esa línea, el edil cafayateño también aseguró que, en el informe reciente, tampoco aparecen los contratos firmados con los artistas ni las empresas que participaron de la organización del evento.

Chocobar aseguró que esta será una cuestión fundamental a tener en cuenta durante las reuniones por el Presupuesto Provincial 2025 que se está realizando en la localidad, ya que deberán contemplar el saldo adeudado.