Finalmente el diputado evangelista será candidato a gobernador. Y aunque bajar a la provincia fue su plan desde el principio, lo hará en un contexto de debilidad y sin generar el estruendo que esperaba. (N.B.)
Olmedo dejó en claro que disputará la gobernación de la provincia y que tiene preparado su desembarco más temprano que tarde. Lo que además de un rumor era una cuestión de sentido común, terminó por confirmarse esta semana cuando el amarillo sentenció cual predicador evangélico que: “Los propósitos de Dios están en la provincia y siempre mi preocupación esta en Salta”. Todo parece indicar que el Bolsonaro devaluado no va a encontrar muchas dificultades para explicar el timonazo. Le alcanzará con referir que el pueblo salteño o el mismísimo Dios se lo solicitó para convencer a algún que otro desprevenido de los vaivenes del electoralismo.
Olmedo puede llegar a jurar que las mediciones lo ubican en primer lugar en toda la provincia. Nada sorprende después de haber asegurado que en todos los distritos del país se encuentra tercero después de Macri y CFK. Pero la realidad política corta con la melaza bolsonarista. Aunque en algunos departamentos como Orán, Metán o Anta conserve niveles importantes de respaldo, la capital provincial le es cada vez más hostil. El fenómeno en sí no sería tan grave si no fuera por dos factores: En primer lugar, la velocidad con la que cae en las encuestas -casi 7 puntos desde Octubre a la fecha-; en segundo lugar, el hecho de que el diputado daba por sentado hasta hace días que mantendría una leve ventaja en la ciudad sobre Sáenz y Yarade. En el universo paralelo de Olmedo seguirían detrás de su persona el intendente capitalino, Miguel Isa, el «Oso» Leavy y otros.
Los tiempos de cara al comienzo del calendario electoral lo ponen en otro embrollo. Aunque Olmedo asegure y se convenza a sí mismo de que hay plazo hasta julio para anunciar candidaturas, los días, semanas y meses invertidos en la aventura presidencial no le van a salir baratos. Tal es así que, en su carrera a la gobernación, reconoció que planea apoyar a más de un candidato a presidente. “Aquí lo que hay que priorizar son los problemas de los salteños y quien nos dará más apoyo”. Literalmente, podría ser Macri, Urtubey, Cristina o todos juntos.
El dilema que le sigue tiene que ver con el factor Sáenz. ¿Enfrentarlo o acordar? siempre considerando el amplio diferencial de rosca que el intendente le sacó por estos días y de que, junto a Yarade, son los que se perfilan a disputar la sucesión de Juan Urtubey. Uno por medición, el otro por proyección.
Esto llevó a que el diputado antediluviano sacara a relucir sin mucha elegancia su relación con el intendente capitalino: “Yo nunca perdí el contacto con él y en lo que me necesitó estuve siempre”. En otra instancia incluso volvió a fantasear con bajar a Ruberto Sáenz a la reelección.
De cualquier manera, el temor de Olmedo radica en la posibilidad de que el jefe comunal juegue dentro del aparato urtubeicista como se especula y tenga que quedar relegado a su propia estructura partidaria con la desventaja de haber llegado tarde, o peor: a ser el candidato del macrismo en Salta.