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El último orejón del tarro cultural

Las bibliotecas populares celebraron su día y José María Chaile, presidente de la Federación, habló sobre la frágil situación de las 56 instituciones salteñas mientras el municipio y la provincia les adeudan subsidios. “Les tengo que ganar por cansancio”, asegura. (Federico Anzardi)

La biblioteca popular Macacha Güemes está en la plaza del mismo nombre, ubicada en Villa San Antonio. Es un hermoso lugar de una sola planta que por fuera está adornado por distintas pintadas. Una de ellas es la letra de “Zamba para mi villa”, de José A. Velazco. Una obra tan propia del barrio que no está ni en Google. Para conocerla hay que pararse frente a esas paredes y leer versos que destacan la pertenencia: “Del Bajo yo soy”, dice la letra.

Del Bajo también es José María Chaile, un herrero de 66 años, que vive a cuatro cuadras de la biblioteca. Llega todos los días en silla de ruedas y se pone al frente del lugar, que lo tiene como presidente. Además, Chaile es presidente de la Federación Salteña de Bibliotecas Populares y tesorero de la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (CONABIP).

Chaile dice que ya no sabe qué hacer para solucionar los problemas que viven las 56 bibliotecas populares de Salta. Este año todavía no cobraron los subsidios de Municipalidad y Provincia y viven la realidad digna del último orejón del tarro de la Cultura local.

La Municipalidad aún no pagó los 667 mil pesos anuales estipulados en la ordenanza 14.631, de Fondo especial de apoyo para bibliotecas populares. La provincia tampoco aportó los 16 mil pesos anuales para cada biblioteca contemplados en la ley 7769.

“El año pasado, a cada bibliotecaria le tocaron aproximadamente 1.800 pesos mensuales. Pero el año pasado, esa distribución de plata que hubo era entre doce bibliotecas y 22 bibliotecarias. Este año aumentaron las bibliotecas, porque han ido cumpliendo ciertos requisitos, y aumentaron las bibliotecarias”, dice Chaile, haciendo referencia al subsidio municipal.

Este año, las bibliotecas que están en condiciones de recibir ese dinero son 17. Son las que tienen “los papeles al día”.

“Las bibliotecas están divididas en categorías: A, B y C. En la provincia hay una sola categoría A, la Juan Carlos Dávalos. Las de categoría B reciben importe para tres bibliotecarias. Las C, para dos. También se dividen en dos clases de bibliotecarias: idóneas y profesionales. Las idóneas cobran 1800 pesos por mes por un mínimo de cuatro horas diarias. Las profesionales, un poco más, 2100. En las bibliotecas populares tenemos tres profesionales en total”, cuenta Chaile.

“Acá (en la biblioteca) tenemos cuatro bibliotecarias, pero como somos categoría B recibimos (subsidio) por tres”, dice Chaile, y explica que llegó un acuerdo para que todas cobren un poco menos y que “ninguna quede al aire”.

“Ese es otro problema”, dice. “Se habla del voluntariado, pero acá no me sirve. Ponele que vos no podés venir: tengo que cerrar. Y aparte: vos venís, te preparamos. Después te sale un laburito lindo o no podés seguir viniendo y te llevás todos los conocimientos y nosotros tenemos que empezar de nuevo. Y eso pasa porque el Gobierno no entiende que acá tiene que haber una persona blanqueada. Porque estas chicas no reciben aportes jubilatorios, vacaciones”, explica.

Para Chaile el funcionario público es ignorante. “Pero no porque no hayan estudiado: es porque ignoran el trabajo que se hace en una biblioteca popular, porque no se llegan”, dice.

“Yo esta mañana fui a la Secretaría de Cultura a hablar con (el secretario) Sergio Bravo. No me atendió. Yo lo quería esperar y me dijeron que no porque tenía que estar en Ciudad Judicial. Pero hace tanto que quiero solucionar ese problema. ¿Cómo puede ser posible que el pago no pueda salir a esta altura del partido, que ya se va a terminar septiembre? Esa ley, la 7769, de la provincia, es ayuda para las bibliotecas. En 2014 fue el primer pago, cobramos 12 mil pesos. El año pasado, 16 mil. Y ahora nos quieren dar igual que el año pasado. Pero no nos dan. Nos tendrían que haber dado a principios de año”, explica Chaile.

Las bicicleteadas también llegan de la Municipalidad: “Esta mañana también veía si ya salía el decreto para que el intendente firme. ¿Pero sabés qué es lo más grave? Que te mienten. Fui el lunes, fui el martes, fui hoy. Yo no sé si es falta de voluntad, ineficiencia del funcionario. No sé cómo catalogar eso, porque no puede ser posible. Tanto tiempo y no sale”, dice.

Chaile cuenta que varias bibliotecas han cerrado por la falta de pago. Las bibliotecarias deben buscar otro trabajo. Muchas, por la edad, no consiguen. “ Y eso no entiende el funcionario, cómo hacemos para reemplazar a esa gente”, dice. Además, se deben tener en cuenta los gastos de cada lugar.

Entonces, dice Chaile, hay que rebuscárselas. Cuenta que todas las bibliotecas que están con los papeles al día reciben un subsidio anual de CONABIP. “De eso, podemos usar hasta el 50% para las bibliotecarias”, explica. Además, también generan ingresos con los talleres que se brindan en la biblioteca.

“Laburamos de 9 a 14 y de 16 a 21 o 22 horas. Tenemos muchas actividades: talleres de ajedrez, canto, danza, instrumentos musicales, herrería. Consulta de libros. Uso del salón. Hay tardes que se llena esto”, dice.

La biblioteca trabaja mucho con las escuelas de la zona, también asesoran a jubilados. Y Chaile dice que las puertas no están cerradas para nadie. Cuenta que si viene un político y le solicita el salón, él se lo da, pero le pide algo a cambio: una computadora, una impresora, que le pague la luz.

Con todo, Chaile confía en que el dinero aparezca en los próximos días. “Qué fe que tengo, eh”, dice, se ríe y explica: “¿Sabés qué pasa? Les tengo que ganar por cansancio”. Y agrega que los funcionarios se enojan porque él es frontal, pero se justifica: “Si vos te quedás callado, te pisan”.

La voz en alto

Ayer viernes, como cada 23 de septiembre, las bibliotecas populares celebraron su día. En Salta se organizó una exposición en la que los bibliotecarios de la ciudad expusieron su realidad en la glorieta de la plaza 9 de Julio.

También insistieron en el reclamo para mejorar las condiciones de trabajo y que los barrios puedan aprovechar como corresponde este servicio a la comunidad ofrecida por pares de los propios vecinos. Un acceso a la cultura poco vistoso pero que contribuye al día a día de cada zona de influencia.

Al igual que las protestas de los trabajadores de los Centros de Actividades Juveniles y las Orquestas y Coros del Bicentenario, el reclamo de los bibliotecarios pretende que la variable de ajuste no sean los que menos tienen.