Por más que las fuerzas políticas mutaron al modo “elecciones”, el Gobernador no les da importancia y avanza con un discurso reivindicador de los intereses de Salta y convocatorias a sumarse transversalmente a una pelea contra los privilegios gestados por políticas centralistas.
N. de R.
Todo hace presagiar que el mandatario impondrá su criterio sin reparar en algunas presiones internas, ni en la hostilidad de opositores que no logran un denominador común. Los de adentro están condenados a la decisión que consulta Sáenz solamente con su almohada, mientras que los adversarios externos están condicionados por la dirigencia nacional que sigue fracturada en dos sectores demasiado definidos por lo ideológico y por un año que reedita la disputa de los extremos de la grieta. Kirchneristas y albertistas nunca podrán unirse con los macristas y las facciones que pretenden disputar a los halcones macristas el predominio de la oferta electoral de Cambiemos.
Si algunos adherentes del saencismo hacen terrorismo y encuentran peligros en cada esquina de este camino hacia la reelección, lo que no pueden hacer es mejorar la imagen de unos opositores que se encuentran en peores condiciones.
El adelantamiento asegurado
Hay una sola decisión que parece firme en el oficialismo provincial y es el adelantamiento de las elecciones para abril o mayo. Solamente un anticipo de comicios que pudiera disponer Alberto Fernández conmovería este criterio. Es por eso que la polémica se centra desde hace varios meses en la postura que adoptará el gobierno local sobre las elecciones PASO y sus derivaciones en cada departamento o municipio.
Cada gurú de las expresiones partidarias se pierde en especulaciones que no saben si realmente se aproximarán a lo que finalmente se decida en el Grand Bourg. Nadie puede asegurar si habrá una o dos elecciones; ni quien será el vicegobernador; ni quiénes serán los nuevos socios de Sáenz; ni quienes traicionarán a Juntos por el Cambio o al Frente de Todos en las elecciones provinciales.
Si alguien ha mostrado habilidad para convocar y lograr apoyos a veces inesperados es el primer mandatario. Aunque no aparezcan estas alianzas en las vitrinas o en los periódicos y medios digitales, las visitas reservadas a la residencia de Finca Las Costas de actores impensados se transforman en preacuerdos u ofrecimientos concretos. En contrario, la derecha salteña está diezmada y debe apelar a figuras foráneas como la Inés Liendo.
La pelea anticipada por la sucesión
No son pocos los que militan en la vereda de enfrente del gobierno y que dan por perdida la batalla del 2023. Ellos luchan por ser los sucesores de Gustavo Sáenz que en 2027 deberá dejar su sillón sin que exista un prospecto que permita extender su gestión. Es que los funcionarios que cuentan con vínculos, recursos y confianza del gobernador no han logrado instalarse como dirigentes, ni lo harán en un futuro inmediato. Quien resumirá una parte o la mayoría de un tinglado saencista en el futuro como para proponerse como el candidato a gobernador de aquí a cinco años?
Lo que está claro es que Antonio Marocco no es Walter Wayar y ni siquiera será traicionado como el cacheño. Además, la elección de 2021 ha determinado la casi extinción de algunas figuras como Javier David, Matías Posadas, Sergio Leavy y el declive de Bettina Romero, Alfredo Olmedo, Martín Grande o David Leiva. La pandemia se ha mostrado impiadosa con ellos, y los comicios que se vienen podrían consolidar un patrón de rechazo para con los candidatos “clásicos” que siempre fueron acompañados con millones de pesos de la caja pública.
No puede especularse con que la Intendenta Bettina Romero pueda proponerse para la primera magistratura provincial cuando parece una verdad de Perogrullo que ni siquiera podrá retener la intendencia capitalina con mediciones de apenas un dígito. Si su sector tuviera oportunidad de habilitar una alternativa, nunca podría ser a instancias de la dirigencia saencista que de la desilusión ha pasado al odio para con la hija del senador nacional Juan Romero.
La suerte no ha abandonado a Gustavo Sáenz que no tiene rival o contradictor interno, ni tampoco un competidor afuera de sus dominios. Juntos por el Cambio (o Cambiemos) se ha desmembrado y demorará demasiado para recomponer una alianza devaluada por las oscilaciones del romerato con el saencismo y su mala costumbre de gravitar en la trastienda del escenario nacional de la centro derecha; la soledad en que ha quedado Carlos Zapata tras el alejamiento de Alfredo Olmedo; la falta de dirigentes y expansión territorial del PRO y la ambigüedad de Miguel Nanni que solamente juega para intereses particulares en un partido plagado de dirigentes ambidiestros y bipolares.
Del lado del Frente de Todos ya ha comenzado a insinuarse la diáspora que genera el oficialismo y algunas tentadoras ofertas que se resumen en la captación y el fomento de esa división. La pretensión de ser único candidato de Emiliano Estrada choca de bruces con la mirada oblicua de viejos dirigentes que se rebelan a entregar pequeños bastiones de votantes y que se ha puesto en superficie luego del logro que realizaran la semana pasada.
PASO y no quiero
El problema de los oficialismos tan expandidos en la transversalidad ideológica, como ocurre con el de Salta, engendra casi siempre la interna de sectores que ya tiene algunas actitudes de insubordinación. Casi todos los intendentes, senadores y diputados pelean por derogar o suspender las elecciones PASO. Desafiantes, Esteban Amat, Germán Rallé y algunos senadores e intendentes anticipan que van a instalar el debate parlamentario y proclaman que son la última palabra en la decisión sobre el sistema electoral. Los exaspera que el conductor, a quien ofrendan obediencia sólo declarativa, no decida. Pero saben que los silencios también implican una negativa que no quieren aceptar, y desconocen que lo que parece falta de autoridad ahora expresa una forma menos directa de imponer pero igualmente contundente.
Hoy en Salta ha vuelto a regir el sistema de PASO y solamente un quiebre de la inercia los conducirá a obtener lo que desean. Ninguno ha explicado de manera clara y fundada cuál sería el beneficio de cambiar reglas de juego cuando cualquier baraja parece conducir al mismo resultado para Sáenz. Acaso sus cargos están por encima del proyecto provincial del oficialismo? Una decisión de mantener las PASO los conducirá al exilio? Las consultas realizadas por lo bajo y con reservas habla de que hacen mucho ruido pero adoran demasiado su estado de bienestar y nunca confrontaron cuando fueron sometidos por Romero y por Urtubey durante 24 años.
Mientras se venden con los garantes del triunfo reeleccionario, las encuestas reflejan un malestar del ciudadano dirigido a los mismos políticos que desde hace años aseguran solamente el beneficio personal mientras Salta no ha gozado de ningún provecho derivado de sus cargos. La Cámara de Diputados muestra una de las peores crisis por la falta de cuadros políticos que puedan esclarecer posiciones, defender la gestión o cuestionarla.
Un solo gestor para muchos exigentes
Las gestiones de los recursos que se procuraron de Nación y que hoy permiten sustentar una campaña con obras en toda la provincia son patrimonio del Gobernador. La reforma constitucional y otras decisiones que gozan del reconocimiento del votante, también nacieron de la figura de Sáenz. La mayoría de los que quieren “cargar” la taba a su favor son los que agrupados no pudieron vencerlo en 2019 y son los artífices de la derrota de Sergio Leavy y del propio Juan Urtubey en su incursión nacional cuando buscó una tercera vía frente a la grieta que está más viva que nunca. La crisis de algunos intendentes se ha propagado a la figura del gobierno, y viceversa. Tal vez por eso el conductor se concentra claramente en la búsqueda de nuevos socios que le garantizarían triunfos en las principales ciudades.
En Orán, el intendente Pablo González no levanta cabeza, mientras que Baltasar Lara Gros ya exige apoyos consistentes e igualdad de condiciones para continuar arraigado en el oficialismo y competir en PASO. Las críticas de los oranenses parecen justificadas por una gestión sanitaria casi horrorosa que parece no querer mejorar la infraestructura del hospital.
En Tartagal los que apoyaron desde el inicio a Sáenz están demasiado lejos de Mario Mimessi en términos de apoyo electoral. El intendente radical podría saltar hacia el oficialismo y no descarta compartir fórmula gubernativa si se lo propone. En la tercera ciudad más importante el saencismo no existe y depende de un pase por el que ya pagó de manera adelantada muchos millones en obras.
En la Capital Bernardo o Felipe Biella podrían aterrizar también en este sector y miran con apetito una intendencia cuyos vecinos solamente esperan una alternativa menos agresiva que la figura de la actual intendenta. Eso si no avanzan y se concretan acuerdos para que el actual senador Emiliano Durán sea el próximo alcalde, luego de que las encuestas lo sitúen en un lugar privilegiado. Es el único dirigente que puede jactarse de que solamente depende de sí mismo para postularse y para ser lo que se proponga.
En todas estas ciudades el servicio de agua potable conspira contra el oficialismo, aunque los anuncios de inversiones de más de 13.000 millones en obras hídricas podría al menos parar una sangría de adhesiones. Las internas gubernamentales se detuvieron recién cuando Camacho y Dib Ashur fueron puestos en el directorio de Aguas del Norte. Pero el daño provocado a la figura de Sáenz, tanto por García Salado, como por estos ministros, tiene profundidades aún no calibradas y que podrían resurgir en las elecciones de 2023.
Estos escenarios también hablan de la falta de gravitación de los diputados, senadores e intendentes que exigen como si ellos tuvieran los votos que necesita Sáenz para hacerse de otro mandato. En esta partida de “Truco” no pueden revivar sino apenas, con humildad forzada, responder “PASO Y NO QUIERO”.