Juan Manuel Urtubey hace descansar en un asesor español su sueño de alcanzar la presidencia. El historial de Antonio Sola en Argentina aleja cualquier dejo de optimismo: asesoró a Massa en 2015 y a De Narváez en 2013, ambos derrotados. 

Alfio Bustos

Si un asesor político internacional es contratado dos veces por quienes pretendieron acceder al sillón de Rivadavia y fracasaron, no muchos se aventurarían a desembolsar una fortuna para hacer una primera incursión en las compulsas por la presidencia de la Nación. Sin embargo, el gobernador Juan Manuel Urtubey confía en su instinto, el mismo que lo llevó a jugarse por fuera del PJ (Partido Justicialista) en 2007, cuando finalmente obtuvo  la victoria, y el mismo que lo hizo creer que Adrián Valenzuela era un candidato arrasador el año pasado, cuando finalmente perdió. 

Antonio Sola, según él mismo reconoce, se inició como periodista, sin ninguna formación académica en particular, aunque cuando se convirtió en consultor político se trazó lecturas obligadas de antropología y psicología. Se convirtió en un especialista en marketing político de la talla de Jaime Durán Barba, aunque no tuvo el mismo éxito que el ecuatoriano en tierras rioplatenses. 

El español trabajó en el país con Sergio Massa en la campaña presidencial de 2015 y con Francisco de Narváez en 2013. En ambos casos el resultado no fue el esperado y ninguno llegó al máximo cargo Ejecutivo del país. Con el blondo trabajó en una campaña legislativa, consiguió un escaño como diputado nacional pero su figura se pinchó porque no obtuvo consolidar el ingreso de suficientes legisladores como para que su fuerza política gravitara en el Congreso. Dos años después, su imagen se había desdibujado totalmente como eventual contendiente por la presidencia. 

Con el exintendente de Tigre y jefe de Gabinete de Cristina Fernández de Kirchner, tuvo que conformarse con una cómoda tercera colocación que lo dejó fuera de la segunda vuelta. A finales de 2014 y principios del año siguiente, Massa venía con el crédito de haber ganado las elecciones legislativas de 2013 y tenía una imagen positiva ascendente que lo posicionaba como favorito para suceder a Cristina. 

Una fuga de dirigentes hacia ambas direcciones, tanto hacia el Frente de la Victoria como hacia la Alianza Cambiemos, se añadió a un crecimiento de la imagen de Mauricio Macri y terminó por catapultar cualquier chance del tigrense. Similar a lo que ocurre con Gustavo Ruberto Sáenz ahora con la provincia, Massa era el candidato más fuerte meses antes de que empezara la campaña fuerte y, quizá por el desgaste que esa exposición implicó, terminó tercero en el racconto de votos. 

No todas son pálidas pese a que sus vivencias argentinas así lo hagan suponer. En favor de Sola hay que destacar que su historial también tiene victorias, de igual fuste que las derrotas que cosechó en el país. Entre otros, llevó a la presidencia a sus compatriotas Mariano Rajoy y José María Aznar, y al colombiano Juan Manuel Santos. En el continente también trabajó con Vicente Fox y Felipe Calderón de México, y con Jovenel Moïse y Michel Martelly de Haití. 

En una entrevista publicada esta semana por la Revista Noticias, Sola se desmarca de cualquier responsabilidad por las derrotas que se endilgan en Argentina y admite que se encuentra trabajando para el gobernador salteño, quien ya no tiene modo de volver más evidente su anhelo de convertirse en presidente.  

Sobre su desentendimiento, Sola no hace rodeos para quitarse cargos en las derrotas de De Narváez y Massa. Sobre el primer caso asegura que no se trató de una caída, si bien su cliente no fue el candidato más votado -fue Massa-, consiguió el objetivo de ingresar en el Congreso. En cuanto al fracaso de 2015, el español apela a culpabilizar al candidato: Massa habría desoído algunas de las indicaciones que él y su equipo le hacían llegar; particularmente dos, el modo de trabajo territorial en el país y la falta de claridad para mostrarse dentro del ala de cambio, acaparada ulteriormente por Mauricio Macri.

Urtubey está acostumbrado a rodearse de personajes de reputación nefasta como el mendocino Abel Albino, fundador de Conin y propalador de la homofobia, fiel cuadro técnico de las doctrinas más conservadoras de la Iglesia Católica. Sobre el asesor elegido por el gobernador se rumorea que es de los inescrupulosos, aquellos dispuestos a cualquier cosa con tal de ganar. Aunque acumule dos derrotas. 

“Los competidores del español en varios países usan otro apodo para mencionarlo. Le dicen ‘el rey de la guerra sucia’ por creaciones como el eslogan ‘Ella o vos’ de De Narváez. Pero él le sube el precio a su estrategia: ‘Son campañas de contraste’”, reseña la citada revista sobre Sola. Soez, él improvisa una explicación eufemística: “No es lo mismo una campaña sucia que una campaña de contraste. Una campaña sucia tiene que ver con cosas que no son muy útiles, pero contrastar candidaturas y los proyectos sí es importante”. 

El viejo periodista abandonó definitivamente cualquier otra ocupación que no sea la de asesor de campaña. Desde hace unos años que se dedica de lleno, cuenta con clientes en por lo menos 18 países de tres continentes, América, Europa y África. Sin saber a ciencia cierta cuánto cobra, ningún sabio refutaría la afirmación de que es uno de los asesores políticos más cotosos del globo. Registros de reuniones con Urtubey hay desde enero, cuando trascendió que Sola se había encontrado con el mandatario en Punta del Este. En aquel momento, el salteño negó que hubiese una contratación, situación que cambió según lo que reconoció esta semana el especialista en marketing político.  

El año próximo podría ser para Sola el golpe de suerte que acompaña como sombra al cuerpo a cada tercera oportunidad. También podría ser la demostración de que esas creencias son fútiles y que las chances de Urtubey llegaban hasta donde el oficialismo necesitaba: lo justo para dividir al peronismo sin erosionar la hegemonía de Cambiemos.