Google lanzó un chip cuántico llamado Willow, destacando su capacidad de resolver en 5 minutos problemas matemáticos que a una supercomputadora le tomarían 10 septillones de años, un número mayor que la edad del Universo. Aunque está en fase experimental y aún no tiene aplicaciones prácticas, se prevé que esta tecnología será crucial para el futuro de la computación y la criptografía.
En 2010, Satoshi Nakamoto, el creador de Bitcoin, había anticipado la posibilidad de que el algoritmo SHA-256 pudiera volverse obsoleto. SHA-256, conocido como Secure Hash Algorithm 256, es una función criptográfica que convierte bloques de datos en cadenas de caracteres de longitud fija de 256 bits. Este algoritmo es altamente seguro debido a su irreversibilidad y resistencia a colisiones, asegurando que dos entradas distintas no generen la misma cadena numérica.
Satoshi mencionó que SHA-256 era «bastante fuerte» en 2010 y podría seguir siendo relevante durante décadas, a menos que ocurriera un ataque masivo a la red. Hasta ahora, el algoritmo ha mantenido su vigencia durante una década y media, y necesitaría perdurar al menos dos décadas más para que la predicción de Satoshi se cumpla. Sin embargo, Satoshi consideró que incluso si una tecnología como la computación cuántica lograra romper SHA-256, Bitcoin, al ser un sistema abierto y adaptable, podría modificarse para superar cualquier dificultad.
Si SHA-256 se rompiera, Satoshi sugirió que la red podría acordar cuál era la cadena de bloques legítima antes de los problemas y continuar con una nueva función hash. También propuso que, si la ruptura del hash ocurriera gradualmente, se podría realizar una transición ordenada a un nuevo hash, con el software programado para usar el nuevo hash después de un cierto número de bloques, requiriendo que todos los usuarios actualicen sus clientes de Bitcoin.