El Eternauta, a 40 años de la recuperación de la democracia y a 45 años de la muerte de H. G. Oesterheld
Rafael Gutiérrez (autor de esta disertación) y Gustavo Flores realizarán el conversatorio «El Eternauta,a 40 años de la recuperación de la democracia y a 45 años de la muerte de H. G. Oesterheld», este viernes 2 de junio, a las 19, en la biblioteca de la legislatura, en Caseros 519. A continuación este imperdible texto de Gutiérrez:

Motivo

El 04 de setiembre de 1957 se publicó por primera vez la historieta “El Eternauta”, con guion de Héctor Germán Oesterheld y dibujos de Francisco Solano López, en la revista Hora Cero semanal. Eran tres páginas que se publicaron semanalmente hasta 1959, con la única intención de satisfacer a un creciente público ávido de aventuras, con el paso de las décadas se volvió un clásico de la cultura nacional, a tal punto que es uno de los emblemas por los que se reconoce a la Argentina en el extranjero.

En el año 2023 se cumplen cuarenta años del retorno a la democracia en la Argentina, momento con lo que muchos volvieron de distintas formas del exilio que habían sufrido por la violencia política de la década de 1970, uno que no pudo retornar fue Héctor Germán Oesterheld, desaparecido durante el Proceso de Reorganización Nacional, por lo que se lo considera muerto desde 1978 según los testimonios de quienes estuvieron detenidos con él, por lo que este año se cumplen 45 años del hecho; pero quien sí regresó fue su héroe capaz de viajar a través de los eones, Juan Salvo, El Eternauta.

Nos parece oportuno dar a conocer a las nuevas generaciones algo de las creaciones más significativas de aquel guionista cuyas ficciones lo llevaron desde la admiración popular a la persecución y la desaparición en los oscuros tiempos de la Argentina reciente.

Para ello hemos elaborado este breve ensayo sobre el historietista más emblemático de la Argentina.

LA HISTORIETA HACE HISTORIA

La historieta es un género directamente relacionado al desarrollo del periodismo en el último cuarto del siglo XIX. La mayoría de los investigadores coincide en ubicar como primer espécimen del género a Yellow Kid de Richard Outcault, surgido en la prensa norteamericana, sin embargo la Argentina tuvo su propio desarrollo cuyos orígenes se remontan a la revista Caras y caretas. Las caricaturas de esta célebre revista porteña eran parte de las críticas políticas que realizaba durante fines del siglo XIX y principios del XX.

En Caras y Caretas el español Manuel Redondo mantuvo durante quince años las tiras Viruta y Chicharrón y Goyo, que se caracterizaban por ser personajes fijos, tal y como los conocemos en la historieta contemporánea (Rivera, J. 1892 pp.8).

El desarrollo del género es coincidente con la aparición de otras tecnologías como la fotografía y la cinematografía, por lo que sus lenguajes y sus técnicos se asemejan. De este modo el papel del guionista en la historieta y en el cine es similar, ya que ambos son los que elaboran el texto que sustenta la historia iconizada.

A lo largo de las décadas de 1920 y 1930 la historieta argentina tuvo un gran desarrollo en sus textos, lenguajes y mercados, con lo que guionistas, dibujantes y editoriales ganaron un mercado de lectores ávido por un género ya consolidado. Sin embargo, aún la temática tratada se alimentaba de modelos norteamericanos y europeos o incluso de la adaptación de novelas clásicas.

En la década de 1940 la historieta estaba tan integrada a la dinámica de la publicación masiva que los diarios La Nación, La Prensa, Crítica, el Mundo y Noticias Gráficas tenían sus tiras de historietas en forma permanente. Es la época en que apareció una nueva generación de historietistas -guionistas y dibujantes- que se sentían apoyados por la aparición de nuevas editoriales dedicadas a publicar exclusivamente revistas de historietas, tales como Patoruzito, Intervalo y Aventuras.

En la década del 50 entra en escena un guionista cuyo trabajo marcó un hito tan significativo dentro del panorama de la historieta argentina que mencionar su nombre es señalar un antes y un después en el género: Héctor Germán Oesterheld. El Alemán –como era conocido en el ambiente – fue un guionista que se rodeó de los mejores dibujantes del momento y llevó a cabo la aventura editorial de un nuevo tipo de personajes con mayor profundidad psicológica, capaces del temor y la vergüenza, alejándose del modelo norteamericano del héroe imperturbable.
El trabajo por el que es más conocido y recordado Oesterheld es El Eternauta, cuya primera versión con dibujos de Solano López es de 1957. En 1969 aparece la segunda versión con dibujos de Alberto Breccia.

El Eternauta se convirtió en objeto de culto entre los amantes del género historieta de ciencia ficción, ya que por primera vez los héroes tenían nombres criollos y luchaban en paisajes nacionales para defender intereses latinoamericanos.

Las dos versiones de la historieta fueron publicadas por entregas, la primera en la Revista Hora Cero y la segunda en la Revista Gente, cada una era presentada por una viñeta que funcionaba como un indicador del inicio de cada capítulo.

EMBLEMAS DE ÉPOCA

Si nos detenemos a observar cada una de las viñetas que identifican cada versión de la historieta y consideramos que actúan como figuras que las condensan, podemos leer a través de ellas dos momentos de la historia argentina.
Para explicitar esa apreciación podemos tomar esas imágenes iniciales de las dos versiones de El Eternauta, que de aquí en más llamaremos 1) y 2) y analizarlas en su profundidad icónica.

El cuadro 1) está firmado por «Solano 76», ya que se trata de una reproducción de una publicación hecha ese año, del que ya era un clásico de la historieta argentina con veinte años de vigencia. La imagen representada es la de un hombre vestido con un traje enterizo y una mascarilla con filtro de aire, un cinturón con un portacargador y un cuchillo; el caño del rifle asoma sobre el hombro derecho. El hombre avanza con paso firme, la mirada fija al frente en medio de una nevada; el fondo es blanco con una línea negra horizontal a la altura de sus pies.

Esa imagen condensa la historia de El Eternauta:

– El hombre aislado que se provee de armas y equipos para salir a desafiar al enemigo superior.

– El hombre que avanza con paso firme con su traje aislante y la mascarilla que lo protegen de la nevada mortal muestra su primer triunfo contra un arma de exterminio masivo.

– El mundo exterior es peligroso pero el hombre, el héroe surgido del ciudadano común, “Juan Salvo”, supera el temor y avanza decidido a enfrentar a sus enemigos.

El cuadro 2) representa a una silueta de color blanco sobre un fondo negro en la parte superior y blanco en la parte correspondiente al piso. La silueta es la de un hombre de espaldas, bien parado sobre ambas piernas y con un rifle sostenido con las dos manos a la altura de la cadera.

Juan Salvo no nos mira, está de espaldas a su público lector, mira hacia un fondo negro con un rifle en las manos, esperando el ataque de no se sabe que fuerza oscura a la que está dispuesto a hacer frente, pero sin ninguna perspectiva.


IMÁGENES DISTINTAS – ÉPOCAS DISTINTAS

Lo que diferencia a 1) y 2) no es sólo lo que la crítica ha llamado la «estética realista» de Solano López frente a «las rupturas formales» de Alberto Breccia, sino doce años en que la historia transformó a la Argentina en mundos distintos.

En la década del 50 el «boom» de la historieta ubica a la Argentina en uno de los primeros lugares de la producción y el consumo del género que puso a los lectores, escasamente formados, en contacto con adaptaciones de la literatura y del cine. Los obreros, mejor posicionados desde las reformas laborales introducidas por el peronismo, disponían de tiempo y dinero para dedicarlo al consumo de «di-versiones sencillas» (cine – historieta – fotonovelas – folletines).

La aparición de las historietas de Oesterheld fueron rápidamente recibidas y comprendidas por un público masivo, ya que sus personajes “más humanos” eran preferidos por los lectores. El ciudadano medio llegó a reconocer en el El Eternauta un emblema de la su situación: el hombre que por su propio esfuerzo puede armarse, sobrevivir y desafiar a sus enemigos.

En la introducción de la primera publicación Oesterheld dice: “Siempre me fascinó la idea del Robinson Crusoe. Me lo regalaron siendo muy chico, debo haberlo leído más de veinte veces. EL ETERNAUTA, inicialmente, fue mi versión del Robinson. La soledad del hombre, rodeado, preso, no ya por el mar sino por la muerte. Tampoco el hombre solo de Robinson, sino el hombre con familia, con amigos.”

Además, la revalorización del obrero producida por el gobierno peronista se puede leer en la historieta a través de los roles que los obreros cumplen en el conflicto: son los obreros calificados los que fabrican los mejores trajes protectores y quienes llegan a descubrir cómo funcionaban las armas de los enemigos y, más aún, una tropa de ciudadanos armados triunfa donde el ejército había fracasado.

LA DÉCADA POSTERIOR: UN PANORAMA DIFERENTE

A fines de la década del 1960 y principios de 1os 70, un futuro sombrío se avecinaba, pues fuerzas oscuras amenazan al país: los gobiernos de facto controlados por la C.I.A. y el regreso de un Perón extraño bajo el influjo de un oscuro López Rega, «El Brujo», ponen al ciudadano común – representado por Juan Salvo – en alerta ante algo demasiado sombrío para ser comprendido.
El Eternauta reaparece en la revista Gente el 29 mayo de 1969, el mismo día que se produjo “El Cordobazo” y está rodeado de artículos que hablan de una Argentina convulsionada por la violencia, como la muerte de Vandor, y la intervención de Norteamérica, como la entrevista a Rockefeller donde declara “Nixon está muy preocupado por lo que pasa aquí…” (Saccomanno y Trillo, 1982, pp. 7)

La nueva versión de la clásica historieta capta la atención de los lectores que ya conocían la historia y de nuevos lectores, sin embargo la publicación no tiene buena recepción por los aficionados que preferían los dibujos de Solano López y la historia tiene que ser comprimida y levantada.

LAS FIGURAS Y LAS ÉPOCAS

Las dos actitudes en las figuras 1) y 2) están claramente opuestas: avanzar vs. esperar – el paisaje claro vs. el paisaje oscuro – desafiar vs. aguardar. De lo que se desprende que los relatos de ambas historietas se condensan en sus viñetas de presentación, las que a su vez representan los relatos que sustentan el pensar y el hacer del ciudadano argentino medio en dos momentos de la historia argentina.

En la edición de 1994 y en los homenajes realizados a Oesterheld por la revista La Maga se eligió la viñeta de Solano López que condensa nuevos relatos:

– Uno de ellos es el del trágico destino del autor, pues Héctor Oesterheld desapareció y murió en manos de la dictadura militar, tal vez en 1977.

– Otro relato es el de la Argentina que padeció un gobierno digitado por «Brujos», la dictadura militar auspiciada por la C.I.A., la derrota de la Guerra de Malvinas y el primer gobierno democrático derrocado por la hiperinflación.

Sin embargo y a pesar de todo, «El Eternauta-Juan Salvo- Héctor Oesterheld» vuelve a marchar mirando al frente, desafiando a la nevada mortal y a la larga cadena de enemigos contra los que nunca se deja de luchar.
Las sucesivas apariciones de El Eternauta con su viñeta emblemática condensan no sólo el relato compuesto por el guion de Héctor Oesterheld sino también el relato del ciudadano argentino enfrentando los desafíos que los distintos momentos de la historia le impone y, también el relato del autor que representa la clase desde la que escribe y para la cuál escribe.

LOS MONTONEROS CONTRA LOS ANTARTES

Hacia mediados del siglo XIX las Provincias Unidas del Río de la Plata proclamaron su independencia del Reino de España y de cualquier otra dominación extranjera, al menos eso era lo que decía el Acta de Declaración de Independencia; sin embargo, el joven país se encontraba totalmente desarticulado y a merced de formas de dominación económica que condicionaban lo político.

El resultado fue que se enfrentaron dos facciones, una que representaba a una oligarquía dispuesta a compartir el gobierno con potencias extranjeras y otra que trataba de representar los intereses del interior del dilatado país que quedaba postergado en el acuerdo que establecieron los grandes hacendados de la pampa húmeda.

La disputa entra ambas facciones enfrentó bélicamente a Buenos Aires y al interior, donde caudillos lideraban ejércitos de gauchos, desposeídos que reclamaban su parte de las riquezas que entendían debía administrar el estado.

Con la sanción de la constitución de 1853, que supuestamente iba a poner fin a las guerras civiles, los oligarcas acuñaron el término “montonero” para referirse a esas milicias. Era una designación despectiva, pues para ellos no eran más que un montón de gauchos ignorantes, incapaces de asimilar la cultura europea que se proponían propagar con el advenimiento de una inmigración que repoblara dignamente esta tierra salvaje. Un siglo después el llamado “revisionismo histórico” reivindicó a los caudillos del siglo XIX y a sus montoneros, tratando de revertir la historia oficial difundida por la “Generación del 80”. En esa línea de héroes preocupados por el pueblo fueron incluidos Yrigoyen y Perón, dando continuidad a una lista en la que se inscribían San Martín, Juan Manuel de Rosas –a quien el anterior había legado su espada como símbolo de un reconocimiento del “Padre de la Patria” a su sucesor-, Facundo Quiroga y el Chacho Peñaloza.

Ese movimiento enfrentado a la corriente intelectual oficial dio sustento a la formación de grupos de izquierda que se insertaron en el peronismo, asumiendo las reivindicaciones obreras y el alejamiento de la esfera de influencia norteamericana como la continuación de una lucha inconclusa legada por Juan Manuel de Rosas.
El derrocamiento de Perón, su exilio y la proscripción del peronismo alentó a la formación de unidades de resistencia inspiradas en ese ideario en el que Perón volvería a continuar una tarea histórica que había interrumpido a causa de una oligarquía siempre vinculada a intereses extranjeros.

Los guerrilleros del siglo XX se asumieron como herederos de aquellas milicias de gauchos que lucharon en el siglo XIX por un país diferente en el que tuvieran cabida y por ello tomaron, entre otros, el nombre de “Montoneros”.

El caudillo en el exilio explotó a estas formaciones paramilitares que le sirvieron para mantener un estado de rebelión permanente que sólo su regreso podía pacificar.

Dentro de las expectativas de los “Montoneros” estaba la esperanza de que el General regresaría triunfante al país que ellos habían reconquistado y entonces proclamaría “la patria socialista”, libre de las dominaciones extranjeras y dando continuidad a un proyecto latinoamericano en el que entroncaban las luchas de Bolivar, Sandino, Fidel Castro y Ernesto Che Guevara.

Sin embargo, la historia fue otra, ya que Perón desautorizó a esas formaciones especiales y dejó que el ala derecha del partido, junto a sus otros enemigos, se encarnizara con ellos hasta su exterminio.

Aún así, en medio de la traición, los “montos” se negaron a ver esa realidad y trataron de justificar a su caudillo formulando complejos argumentos en los que el líder también era víctima del complot y que sus órdenes eran manipuladas por un entorno que lo controlaba para alejarlo de sus verdaderos seguidores.

LOS MONTONEROS LLEGAN A LA HISTORIETA

Dentro de la organización de “Montoneros” había distintas agrupaciones y ramas destinadas a actuar en las diversas esferas de la vida social, con la intención de reorganizar la sociedad para enfrentar a los enemigos internos digitados por potencias extranjeras .

Una parte de esa organización era el “Secretariado de prensa” que luego tomaría el nombre de “Secretaría de agitación, prensa y adoctrinamiento”, cuyo sólo nombre permite reconocer sus funciones.
Esta secretaría tuvo a su cargo la publicación de panfletos, revistas, diarios propios y la aparición en distintos medios de prensa. Entre estas publicaciones se destaca la del diario Noticias, cuyas tiradas llegaron a los ciento cincuenta mil ejemplares y en sus páginas escribieron Rodolfo Walsh, Paco Urondo y publicó una historieta H. G. Oesterheld.

Breve historia de Oesterheld en Montoneros

Según el testimonio de Elsa, esposa del desaparecido Oesterheld:

En el 68, 69, ya era un guionista de historietas consagrado. Nuestras hijas mayores estaban terminando la secundaria. La madre de Martín era muy buena pintora. Estaba empezando Bellas Artes. Estudiaba con Demetrio Urruchúa. Y al mismo tiempo se inscribía en Filosofía. Diana estaba terminando quinto año e iba a seguir Ciencias de la Educación. Era esa época en que la juventud empezaba en los colegios con las nuevas ideologías. En el mundo entero hubo un cambio brutal en esos tiempos. Por las chicas, legó a interesarse por la política. Y por el peronismo. Antes del 73, las chicas ya militaban. En el 68, Héctor hizo la historieta con el Che. El 20 de junio, Héctor las acompañó cuando la vuelta de Perón a Ezeiza. Allí ya participó. No sé si estaba en Montoneros. Pero en el 74 ya trabajó con los montoneros en el diario Noticias. (Lucano y Jauretche, p. 7 de La Maga)

El camino de Oesterheld fue el de un geólogo que devino en escritor de cuentos infantiles para terminar convirtiéndose en guionista de historietas y de allí en editor de revistas.

La popularidad que adquirió con sus historietas y revistas ocasionó que tan pronto como entrara a militar en Montoneros fuera incorporado al Secretariado de Prensa para que trabajara sobre el amplio sector que lo conocía, creando conciencia de la posibilidad del cambio que llegaría con el triunfo de la patria socialista.

Héctor Germán Oesterheld desapareció en manos del último gobierno militar del 76, el motivo, su militancia montonera. Adhirió a los “montos”, acompañando a sus hijas, recién en la década del setenta, ya que anteriormente no se había vinculado a la política y mucho menos al peronismo. De ese período de militancia datan sus historietas comprometidas con la causa, como por ejemplo EL CHE y LA GUERRA DE LOS ANTARTES. Con la primera la actitud es clara porque se trata de una historieta testimonial y biográfica, mientras que en la segunda vuelve al tema por el que era reconocido por el público: la ciencia-ficción.

EL CHE es un libro publicado por Grupo Editorial Imaginador, cuenta con una reseña cronológica de la vida de Ernesto Guevara, desde su nacimiento hasta el reconocimiento de sus restos en 1997, un comentario sobre la reunión de Oesteheld y los Breccia para hacer la historieta y un prólogo del reconocido escritor Ernesto Sábato.
(Insertar imagen de la tapa de El Che)

Es un libro de una factura impecable en que los Breccia desplegaron sus mejores cualidades en el trabajo gráfico, con un formato grande y pleno en el desarrollo de los claroscuros que caracteriza su estilo que va más allá de lo figurativo para convertir a cada cuadro en un hecho épico.

El guion de Oesterheld alcanza una forma sintética en que el relato es reemplazado por la exposición de una serie de episodios que van dando forma a la imagen mítica del Che, desde sus inicios como un estudiante preocupado por el pueblo latinoamericano, pasando por el incansable brazo derecho de Fidel Castro hasta su apoteosis en la selva boliviana.


BREVE HISTORIA DE GUERRA

En La Guerra de los Antartes Oesterheld, deja el lado testimonial desarrollado en la historieta anterior y vuelve sobre el motivo que ya había trabajado en varias de las historietas y por las que era conocido por el gran público lector: la invasión extraterrestre. En esta ocasión profundiza lo que fue un motivo esbozado en la versión de El Eternauta que publicó en Revista Gente: las relaciones internacionales y la posición del país en el concierto de las naciones.

La nueva aventura se sitúa en un futuro cercano, en el que los países del tercer mundo han triunfado en su lucha por la liberación de la opresión imperialista. En la Argentina, el retorno de Perón que ha proclamado la patria socialista se ha producido en el pasado que desencadenó la reacción norteamericana y el ataque de los marines. Es todo parte de un tiempo glorioso en el que el ejército unido a las milicias obreras derrotó a las tropas norteamericanas.

El país futuro, ubicado en las primeras décadas del siglo XXI, en el que un gobierno colegiado, “los consejeros” -a la manera de un soviet- presididos por “El Negro”, dirigen una sociedad en franco progreso, con pleno empleo y con las necesidades satisfechas, donde pueblo y ejército conviven armónicamente defendiendo los intereses nacionales.

Este estado ideal es roto por la invasión de los extraterrestres que establecen su primera base en la Antártida, de allí el nombre Antartes.

La guerra contra el invasor comienza con los argentinos, pero pronto se extiende la lucha a escala mundial con un ataque masivo que incluye armas nucleares que fracasan contra el poder extraterrestre. Sin embargo los nigerianos, un pueblo que también se liberó del dominio neocolonial, poseen una tecnología que permite penetrar las defensas de los invasores.

En el momento en que la historia puede volcarse a favor de los invadidos, se produce la traición del primer mundo, las superpotencias del Norte sabotean las armas africanas y entregan el hemisferio Sur a los invasores. En la Plaza de Mayo se convoca el pueblo a reclamar la respuesta de sus gobernantes, hondeando banderas, pancartas y estandartes; “El Negro” sale al balcón de la Casa Rosada con los brazos en alto y trata de sosegar a la masa prometiéndoles que va a cumplir con su voluntad.

La congregación en la plaza es una clara alusión al histórico 17 de octubre, pues no sólo coincide el paisaje sino los sectores de la sociedad representados:

Que sea esta hora histórica cara la república y cree un vínculo de unión que haga indestructible la hermandad ente el Pueblo, el Ejército y la Policía. Que sea esta unión eterna e infinita, para que este pueblo crezca en la unidad espiritual de las verdaderas y auténticas fuerzas de la nacionalidad y el orden. Que sea esa unidad indestructible e infinita, para que nuestro pueblo no solamente posea la felicidad sino también sea digno de comprenderla. (Fragmento del discurso de Perón citado por Romero, J.L., 1996, p. 254)

Los gobernantes de ese futuro ideal, que se ajusta al discurso peronista, mueren tratando de resistir la invasión. Los científicos que pueden representar un peligro para los invasores son atacados con unas ondas que penetran en sus cerebros cuando tratan de pensar alguna forma de enfrentar a los invasores. A esa altura del relato, el enemigo ya parece listo para vencer totalmente. Un científico descubre el modo de neutralizar las ondas mortales para continuar pensando sin riesgo de ser descubiertos y la resistencia comienza a reorganizarse.
El ejército puede ser derrotado por armas superiores, la resistencia heroica sólo lleva a la muerte, sólo quedan los intelectuales, los hombres que piensan, pero cada vez que piensan el enemigo los detecta y les licua el cerebro. Ante ello engañan a los perseguidores, distraen la mente utilizando pornografía, se evaden empleando una lectura estupidizante hasta que encuentran el modo de neutralizar los aparatos de control antartes.
Sin embargo, surge una nueva amenaza, la traición. Los invasores reconocen que no pueden controlar todas las mentes aunque lo intentaron, entonces apelan a dar premios materiales y sociales para quienes denuncian a la resistencia.

Como de costumbre Oesterheld no enfrenta héroes monolíticos contra enemigos inconmovibles, sino que ambos van evolucionando en su lucha, midiendo, más que fuerzas, ingenio.

La suerte de la aventura nunca será terminada porque su autor fue detenido y sometido a torturas para que delatara los nombres de sus contactos.

BREVE DERROTERO DE LOS ANTARTES

La primera versión de LA GUERRA DE LOS ANTARTES apareció en la revista 2001 durante 1970, luego en el diario Noticias desde el 22 de febrero de 1974, hasta agosto del mismo año, ya que el 3 de ese mes, la policía irrumpió violentamente en la redacción de Noticias para clausurar la revista por orden del Poder Ejecutivo Nacional.

La identificación de la revista con Montoneros ocasionó que cualquiera que tuviera alguna de ellas en su poder se deshiciera de ella rápidamente. Por tal motivo la historieta estuvo desaparecida durante mucho tiempo. Para los amantes del género fue el texto perdido, siempre citado, deseado, intuido pero inalcanzable, hasta que Pablo De Santis, Director de la Colección Enedé publicara en 1998 la versión de Oesterheld-Trigo.

ENEDÉ es una sección de Ediciones Colihue que con el lema “Los relatos fundacionales de la moderna historieta argentina de aventuras: textos y dibujos de los creadores que marcaron la identidad, la diferencia de una escuela reconocida internacionalmente.” Bajo el título SERIE DEL AVENTURADOR ha publicado Sherlock Time, Mort Cinder, El Eternauta y La Guerra de los Antartes; en la SERIE SOBREVIVIENTES.

Según afirma Pablo de Santis, editor de LA GUERRA DE LOS ANTARTES:

Oesterheld -que en esa época formaba parte de la estructura de prensa de Montroneros- no firmaba la historieta con su nombre sino con seudónimo: Francisco G. Vázquez. En el país que imaginaba la historieta, posterior a la revolución, en las breves menciones a su historia, en forma de gobierno popular, podemos reconocer el trazado de una utopía. No hubo otro texto de la izquierda peronista que trabajara, en forma de ficción, sus proyecciones políticas. LA GUERRA DE LOS ANTARTES se suma así a la tradición de utopías que inicia Sarmiento en 1850 con ARGILÓPOLIS y, ya en el terreno de la ficción continúa Julio Otto Dittrich en 1908 con su libro BUENOS AIRES EN 1950 BAJO EL RÉGIMEN SOCIALISTA y Pierre Quirole en 1914, con LA CIUDAD ANARQUISTA AMERICANA. (p. 10)
“LA GUERRA DE LOS ANTARTES era una historieta hasta ahora inhallable. Las tiras de los periódicos, cuando no son recogidas en libro, necesitan de lectores atentos que guarden prolijamente estos fragmentos de la historia. A esta precariedad se le sumó la identificación de Noticias –nunca reconocida por la dirección del diario, pero clara para los lectores- con la organización Montoneros… después del 76, quien tenía una colección de Noticias se apuró a destruirla. De allí la importancia de la recuperación en libro de este material del que todo fanático de la historieta oyó hablar alguna vez, pero que pocos pudieron leer. Hasta ahora
.” (p.10)


EL GIRO DE LOS HÉROES

Junto con el posicionamiento ideológico explícito del autor, los guiones que escriben también manifiestan un cambio, por ejemplo EL Eternauta II data de esa época. Su héroe, Juan Salvo, sólo conserva el nombre y la apariencia de la versión original. En la primera parte de la historia, Juan Salvo y quienes comparten su lucha van enfrentando la peripecia a medida que se presenta sin contar con ningún auxilio ni asistencia sobre el carácter del peligro a enfrentar, lo que lleva a descubrimientos sorprendentes como la cadena de enemigos detrás de los cuales siempre se oculta alguien más poderoso. En la segunda parte, Juan Salvo se ha convertido en un superhéroe, está dotado de capacidades sobrehumanas que le permiten enfrentar a sus enemigos casi en igualdad de condiciones y ponerse por encima de sus compañeros, a los cuales no duda en sacrificar si la situación cobra precios humanos para la consecución de la victoria final. Actitud propia de los montoneros que asumieron un carácter militarista y hasta fascista en sus métodos y organización, según Pablo Giussani, Richard Gillespie y Juan José Sebreli

En La Guerra de los Antartes, Oesterheld vuelve a sus héroes humanos y sin superpoderes, sólo que ya no hay un único protagonista sino que hay varios que se van complementando, distribuyendo el peso de la acción entre los componentes de una sociedad en la que el valor de la comunidad es más importante que el papel que juegan los individuos.

Además, a diferencia de lo que ocurre con El Eternauta, en el que la conversión de los humanos en enemigos se debía a que eran robotizados por los extraterrestres, en La Guerra de los Antartes la traición se produce porque los hombres sucumben antes las promesas de los invasores que los seducen con riquezas, posición social privilegiada y acceso a tecnología poderosa.

La Guerra de los Antartes es la utopía de montoneros, el país ideal en el que la revolución ha triunfado derrotando a los imperialismos con la fuerza del pueblo guiado por líderes auténticos, dispuestos a morir por la voluntad de quienes representan y a los que no pueden defraudar.

A la manera del primer Eternauta, los héroes vuelven a ser hombres comunes que sólo cuentan con sus capacidades humanas para enfrentar a enemigos superiores que seducen a los poderosos de la tierra con sus promesas de compartir el provecho del dominio sobre los derrotados.

La historia quedó inclusa, justo en el momento en que la pulseada entre los invasores y la resistencia mostraba que siempre hay una brecha para resistir ante el enemigo.

Dentro de la historia de la historieta argentina quedó como la única producción masiva de la izquierda peronista que ficcionaliza sus propuestas políticas.

Breve historia de los dibujantes

Francisco Solano López nació en Buenos Aires, en 1928. Descendiente del mariscal homónimo, que protagonizara la Guerra del Paraguay. Fue discípulo de José Luis Salinas. Su primera historieta es de 1951. en las editoriales Columba y Abril, pero su producción más famosa es conocida a partir de 1957 cuando publica en la revista Hora Cero “Rolo el marciano adoptivo”, Amapola Negra”, “Joe Zonda” y la primera versión de “El Eternauta” con los guiones de H. Oesterheld.

Dibujó Bull Rockett, el Eternauta Semanal, la Segunda Parte y algunos rostros de la Tercera Parte. En 1992 continúa trabajando activamente para Europa.

…Héctor me dijo que las revistas andaban bien y quería hacer un suplemento semanal, estaba haciendo Rolo y quería hacer ciencia ficción pero con un criterio más realista, más comprometido, más próximo al lector y de ahí salió la idea de El Eternauta por parte de Héctor.

Siempre pensamos en que queríamos que nos leyeran muchos chicos, mucha gente, que les gustara la historia, pero tampoco pensamos en que iba a llegar a tanto, a mantenerse y a que se siga leyendo hoy. (Ferullo, 1993; 4)

En 1984 se incorporó a la Revista Fierro donde ilustró varias historietas que fueron publicadas en la sección “La Argentina en Pedazos”.

El estilo empleado en El Eternauta muestra un dibujo de líneas claras y apegados a la estética predominante en las ilustraciones de la época, un dibujo realista y tendiente a la representación biplánica; veintisiete años más tarde, sigue fiel a su estilo pero con mayor elaboración, aumentando los detalles y el trabajo con los medios tonos. Cambios que también están favorecidos porque el trabajo para Fierro permitía a los ilustradores trabajar con menos presión para las entregas, mientras que Hora Cero, como era una publicación periódica, exigía un ritmo de producción más apremiante.

Enrique Breccia nació en la ciudad de Buenos Aires en 1945, su padre, Alberto Breccia es también un reconocido dibujante de historietas. Su carrera comenzó en 1964, cuando recibió la medalla de oro del diario Clarín en el Salón del Dibujante por el cuadro La ronda nocturna. Luego la Editorial Difusión le encargó la ilustración de diversos libros de literatura, tarea que también realizó para las editoriales Billiken y Atlántida a partir de 1972.

En 1968 Alberto y Enrique fueron convocados junto al guionista Héctor Oesterheld por Editorial Ediko para la realización de La vida del Che en historieta. Enrique dibujó la parte correspondiente a la captura y la ejecución del Che en Bolivia.

En 1974, comenzó a trabajar con Norberto Buscaglia, con quien realizó La leyenda de Thyl. Al año siguiente viajó a Europa junto a su padre donde trabajan para editoriales italianas y francesas hasta su regreso a la Argentina en 1976. A su regreso comenzó a trabajar para la revista Skorpio, donde publica El buen Dios, historieta ambientada en los tiempos del virreinato, considerada el antecedente directo de su obra más famosa, Álvar Mayor, realizada junto al guionista Carlos Trillo.

Álvar Mayor se publicó desde 1976 hasta 1983 y superó por lejos la intención declarada por el guionista de realizar un western ambientado en los tiempos de la conquista, ya que se convirtió en una particular interpretación de los esos conflictivos tiempos en que se funden las leyendas con las distintas versiones de la historia.
Constantemente dedicado a varios trabajos simultáneos, podemos destacar a partir de 1978 la realización de El cazador del tiempo, antecedente directo de El Sueñero que aparece a partir de 1983 en Europa y que desde 1985 la revista Fierro comienza a publicar en la Argentina como sección permanente. Para la misma revista ya había realizado trabajos que aparecieron en la sección “La Argentina en pedazos”: con guion de Norberto Buscaglia dibujó Mustafá de Armando Discépolo, y por su cuenta hizo El Matadero de Esteban Echeverría y Los dueños de la tierra de David Viňas. Antes de que la revista desapareciera publicó otras dos adaptaciones de tangos: La fea y La estancia del mojón.

En 1989, publicó en Colección de los Imaginadores Lope de Aguirre, la aventura, historieta en la que retoma el tiempo de la conquista española cuyo complemento del colonialismo inglés es la breve Humo, con guion de Juan Sasturain.

En 1992, publicó en editorial Agostini el libro De mar a mar para la Colección del Quinto Centenario, en el que trata la historia del descubrimiento del Océano Pacífico.

Una invitación a leer

Este ensayo es un brevísimo recorrido por algunas de las producciones culturales surgidas en momentos muy cruciales de la historia reciente de la Argentina, pero que trascendieron su momento para instalarse en el imaginario colectivo con una vitalidad y una significación que van más allá de ese tiempo de referencia.
Con El Eternauta ha sucedido lo mismo que con otras creaciones de ficción a lo largo de la historia de la cultura, en las que el ser ficcional ha sobrevivido con más consistencia que su creador. Pasó con el Quijote que le sobrevivió a Cervantes, con Martín Fierro que hizo lo propio con José Hernández y con Emilio Renzi que dejó los Diarios en los que menciona a Ricardo Piglia.

Sucede que Juan Salvo es un hombre de familia y amigos, trabajador e industrioso -como características por las que se reconoce un argentino-, que un buen día, sin desearlo ni esperarlo, se convierte en un héroe porque protege a su familia y a sus amigos.

Esos rasgos son los que hacen a un héroe de su tiempo y como un legado para el futuro en el que debemos leernos para proyectarnos en los momentos más difíciles.


BIBLIOGRAFÍA

Jitrik, Noé (1984), Las armas y las razones. Ensayos sobre el peronismo, el exilio, la literatura, Buenos Aires, Sudamericana
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