El Dr. Joseph Redhead: Un médico notable, amigo de Belgrano y de Güemes

MARTÍN MIGUEL GÜEMES ARRUABARRENA

El 28 de Junio, en el año 1847, falleció en Salta el Dr. Joseph James Thomas Redhead, primer científico que viviera en nuestra provincia, tal como afirman el Dr. Ricardo Alonso, y el Lic. Antonio Sorich, en su folleto: “Joseph Redhead y la Ciencia Colonial”. Algunas efemérides salteñas lo dan como nacido en Connectitud, Estados Unidos, en 1767 (“Efemérides de Salta” de María Eugenia Carante).

Sin embargo, lo más acertado es que naciera en Edimburgo, Escocia, donde se recibió de médico en 1789 (tal como reza su diploma, donado por el Dr. Miguel Bravo Tedín a la provincia de Salta, actualmente extraviado); luego siguió estudios de perfeccionamiento médico en Alemania, Italia y Rusia. Instalado nuevamente en Escocia, fue enviado a Nuestra América para estudiar la naturaleza del Nuevo Mundo. Seguramente también ejercía funciones especiales, informativas a su Gobierno de situaciones políticas, militares, sociales, económicas, que quizás puedan comprobarse alguna vez estudiando los archivos secretos británicos. Esta debe haber sido la razón por la cual manifestó nacer en EUU, y no en Escocia, Gran Bretaña. Los escoceses e ingleses eran sospechados de espías, y no sin razón.

En la Gran Aldea del Plata

Llega a la Capital del Virreynato del Río de la Plata – Buenos Aires – en 1793, contaba con 26 años; durante trece años permaneció en la ciudad porteña ¿ejerció como médico? ¿Participó en las sociedades literarias, forjadas en las tenidas secretas, café de por medio en las Jabonerías? ¿Quiénes fueron sus amigos, en aquellos tiempos conspirativos? Poco se sabe de su paso por la Capital Virreinal; lo cierto es que, en 1806 (al producirse las invasiones inglesas) partió a Potosí (centro del poder argentífero del Imperio Español) para realizar “experiencias antivariólicas”, y observar in situ las posibilidades mineras del Alto Perú (actual Bolivia).

En 1809 vuelve al Virreinato del Río de la Plata, se instala en la Intendencia de Salta del Tucumán, precisamente en Rosario de Lerma, Salta, paso obligado para internarse en los Valles Calchaquíes, y pasar la cordillera camino al Pacífico. El puerto de Cobija por entonces, comenzaba a ser un objetivo cierto del comercio salto jujeño, a Lima, Bajo Perú. Allí en Rosario de Lerma, realizó estudios de la flora y fauna salteña, su curiosidad científica era insaciable. Estudio también el tifus exantemático y el paludismo, mal de nuestro norte. 

Al estallar la Revolución de Mayo, primero en Chuquisaca (1809), y luego en Buenos Aires (1810), adhirió a los dos 25 de mayo, al incipiente y creciente movimiento libertario suramericano. La invasión realista al mando de Pio Tristán (1812), al ocupar Jujuy y Salta, lo obligó a emigrar a Tucumán, donde trabó amistad con el General Manuel Belgrano al mando del Ejército del Norte. Esta amistad duraría toda la vida del prócer porteño. El triunfo de los Patriotas en Tucumán (23.09.1812), lo llenó de esperanzas, y acompaño la marcha del Ejército del Norte (como cirujano), participando del Juramento a la Asamblea del Año XIII a orillas del Río Pasaje; en esas noches de campamento bajo la luz de la vela, camino a Salta, ayudó a Belgrano en la nueva traducción de La Despedida de Washington al pueblo norteamericano. Era un profundo conocedor del sistema democrático, republicano y federal que comenzaba a forjarse en el norte de américa.

Partícipe necesario de la Gesta Belgraniana y Güemesiana 

La participación en la gesta Belgraniana fue singular – atendió con heroísmo, a riesgo de su vida, a los heridos en la Batalla de Salta (20.02.1813) – estos hechos patrióticos fueron consecuentes con su participación como cirujano mayor en la Guerra Gaucha, y con la amistad que enhebró con el entonces Teniente Coronel Martín Güemes, desde 1814 (en que lo conoció) hasta su muerte en 1821. Admiró la tarea militar del Caudillo de la Epopeya de la Guerra de Milicias Gauchas. Su obstinada, y eficaz defensa de la Patria. De tal forma, que desaparecido el salteño esencial – por suramericano – fue el recopilador del Archivo de la familia Güemes, base de la obra de Frías, y del “Güemes Documentado” (tarea emprendida por tres generaciones de la familia Güemes).

Al tener noticias de la enfermedad de Belgrano, en 1819, el Coronel Mayor Don Martín Güemes, Gobernador autónomo de Salta, Comandante de la Milicias Gauchas, y Jefe de la Vanguardia del Ejército del Norte, lo envió a Tucumán para atender la quebrantada salud del creador de la Bandera. Es de recordar que ante el golpe de Estado del Coronel Abraham González, en la benemérita ciudad del Congreso de Tucumán, y el entronizamiento nuevamente como Gobernador de Bernabé Aráoz, Belgrano fue engrillado y preso por los anarquistas llamados “federales”. Redhead no dudo en solicitar al Gobernante de facto (Aráoz), creador de la “República” de Tucumán, que tenga consideración para con quien había pasado parte de su vida en la ciudad tucumana, dándole días de Gloria. Fue escuchado por el “Visir” tucumano (así lo denominaba Güemes), y Belgrano salió en Libertad. En su marcha apesadumbrada hacia Buenos Aires, Belgrano lo llevó con él para su asistencia médica, y estuvo al pie de su lecho de agonía, hasta su muerte.

El reloj que Jorge III, Rey de Inglaterra, regalara a Belgrano en su misión ante Gran Bretaña, le fue entregado por el prócer en agradecimiento a su desinteresado accionar como galeno. Lamentablemente no estuvo con Güemes, después de la herida mortal sufrida por el Jefe del Ejército de Observación sobre el Alto Perú (7 de junio de 1821), y en los diez días posteriores de su agonía en el monte salteño, hasta el desenlace fatal del 17 de junio de 1821. Lo reemplazó a la fuerza (fue llevado por los gauchos al campamento en Las Higuerillas), el Dr. Antonino Castellanos, adversario del Caudillo, integrante del partido de La Patria Nueva. Quien, a pesar de que Güemes le salva la vida, haciéndolo salir a escondidas rumbo a Tucumán, al llegar a esta ciudad plagada de godos y enemigos de la causa Sanmartiniana, informó al Gobernador Aráoz la muerte de Güemes, y este hizo sonar las campanas de las Iglesias por la muerte del “tirano” (así lo denominó la Gaceta de Buenos Aires). El cirujano mayor del ejército gaucho (1816/1820) – Redhead – por entonces permanecía en Buenos Aires.

Sus últimos tiempos, en la Salta de la Patria Nueva 

Volvió a Salta poco después (1822), y continuó su actividad médica y científica en la provincia. También de informaciones. En 1824, el Gobernador Brigadier General José Antonio Alvarez de Arenales le solicitó un Informe sobre la Sanidad en Salta, destinado al conocimiento del Presidente Bernardino Rivadavia, dilecto amigo del Gobernador de la Provincia de Salta, autor de la primera ley de inversiones mineras, abierta al capital extranjero. ¿Asesoró Redhead en este aspecto minero, al héroe de La Florida y del Cerro de Pasco? No lo sabemos, pero podemos presumirlo por sus conocimientos de la región, y del Alto Perú rico en minerales. Codiciado por los intereses exógenos. Por entonces, la idea de progreso estaba atada a los conceptos elaborados por Adam Smith, basados en la “mano invisible” del mercado mundial (es decir: al poder de Gran Bretaña). Mantuvo en ese tiempo de “madurez” intelectual y científica, correspondencia con Humboldt, y otros afamados científicos de la época, algunos de ellos agentes del Imperio Británico, y fue miembro de asociaciones de científicos europeos. Sostuvo una cálida y cercana relación con Domingo Puch, padre de Carmen, suegro de Güemes, así lo demuestra el Capitán Joseph Andrews, viajero inglés, en su paso por Salta, en 1825.

Por tradición familiar, sabemos que frecuentaba la familia de Macacha Güemes de Tejada. Sus descendientes – los Tedín – guardaron muchas de las reliquias del afamado medico escocés. Las cuales fueron donadas al Museo Histórico Nacional. Murió en la Quinta Grande, emplazada en los terrenos del Convento de San Bernardo (Carmelitas), y fue enterrado allí, en una tumba olvidada por el tiempo. Este dato: entierro fuera de la Iglesia Católica Apostólica Romana, común en otros médicos escoceses, nos hace presumir que integraba la asociación secreta de los admiradores de la escuadra y el compás, del Triángulo con el ojo avizor, símbolo del Gran Arquitecto del Universo. Juramentados por el Rito Escoces de libres y aceptados masones. Sin dudas, Redhead es un protagonista importante de ese tiempo libertario. Digno de ser estudiado, para conocimiento de las relaciones complejas que vivieron los protagonistas de la Guerra de la Independencia. Con sus claroscuros, esbozados aquí, ambientados en la Salta de entonces, goda, criolla, gaucha, tradicionalista y progresista a su modo. Es un actor cansino y vertiginoso al mismo tiempo, del Siglo XIX.

Otro si digo: “(…) El grado de amistad y confianza que unía a este galeno con los Güemes puede observarse en la donación de un solar que el Dr. Redhead le concede a Luciano Tejada (hijo de Macacha), sobrino del General Güemes, el 26 de Noviembre de 1826.