Martín Miguel Güemes Arruabarrena
En la polémica de Mitre con Vélez Sarsfield (1864), a consecuencia de afirmaciones antojadizas del primero, en su libro: “Belgrano y la Independencia Argentina” (1858), visualizamos que la principal defensa del prolífico historiador porteño, en contra de la proyección histórica otorgada por Vélez Sarsfield al salteño “salvó la revolución de Mayo”, está encerrada en esta afirmación: “encontró el campo preparado” para realizar la tarea que se impuso, y que le costó la vida. Leamos al político porteño, devenido historiador del Río de la Plata “(…) Cuando Güemes se puso al frente de la Provincia de su nacimiento, ya robustecida por la fuerza moral de los triunfos de Tucumán y Salta, y por el desarrollo de las fuerzas populares que ocho años de revolución habían puesto en acción, contó además, en las cuatro primeras campañas, con el apoyo de un ejército que cubría su retaguardia y su flanco; y en la de 1817 con el de otro que iba a atravesar los Andes para dar la libertad a la América, que ya para los argentinos era un hecho irrevocable. De ahí la energía de la resistencia de Güemes, de ahí su éxito.” Continua el líder porteño, con esta idea fuerza “(…) cuando Güemes se puso a la cabeza de la vanguardia, ya el espíritu de resistencia en la Provincia de Salta estaba formado, y que este espíritu (sin que esto disminuya su mérito) no lo había creado él, sino la revolución, los triunfos anteriores como lo hemos demostrado de una manera palpable; y que en el período en que ese espíritu se formó, Güemes no se halló presente ni en los triunfos ni en los reveses de la guerra de la independencia, ni aun siquiera en la Provincia de Salta.” ¿No se encontraba Güemes en Suipacha (1810)? ¿No fue protagonista esencial del triunfo? ¿Por qué Mitre borra a Güemes de la batalla, al igual que Castelli del parte de la misma? ¿No fue Suipacha jalón fundamental para ocupar el Alto Perú? ¿Después de la derrota de Huaqui (20.06.1811), no preparó un plan defensivo en Tarija? ¿No apoyó a Pueyrredón, en la huida con los Caudales de Potosí? ¿No designó San Martín, jefe del Ejército del Norte, a Güemes como jefe de avanzadas del Río Pasaje, y luego Jefe de la Vanguardia (1814)? ¿No inició Güemes, militarmente la guerra de milicias gauchas? ¿No derrotó al Coronel Saturnino Castro, primera lanza realista, en el Tuscal de Velarde (1814)? ¿No gestó Güemes la carga del triunfo en Puesto Grande del Marqués (1815)? ¿No sufrieron desgaste y desmoralización, las fuerzas norteñas después de Huaqui, Vilcapugio, Ayohuma, Venta y Media, y Sipe Sipe? Todas derrotas forjadas por la revolución… por el espíritu conciliador de la revolución… incentivado por poderes exógenos. Errores cometidos por la incapacidad militar porteña, que comandaba los Ejércitos Auxiliares del Alto Perú… Inhabilidad manifiesta, cuando estos hombres se internaban en la Patria vieja (Alto Perú), paisaje que desconocían geográfica, humana y espiritualmente. Llámense estos jefes Balcarce, Castelli, Viamonte, Pueyrredòn, Belgrano, Rondeau… Cosa que no ocurría con Güemes, el vencedor de la batalla de Suipacha, y Arenales, el vencedor de la batalla de La Florida, por ejemplos manifiestos. Ambos adoctrinados militarmente en el Regimiento Fijo. Uno, en España – Arenales – , otro, en el Virreynato del Río de la Plata – Güemes – ¿Porqué, en la historia militar argentina, nunca repararon en este hecho formativo, de los dos más grandes colaboradores de San Martín? Quizás, querían confirmar mediante esta omisión, que los primeros ejércitos patrios, fueron compuestos por oficialidad bisoña, y por tropas desaliñadas, inexpertas. ¿No fueron militares de carrera, Moldes, Arenales y Güemes? ¿Los decididos de la Patria Grande? No los porteños decididos de la Patria Chica, acompañados por los localistas norteños. Tal Bernabé Aráoz, Manuel Eduardo Arias, y Antonino Fernández Cornejo, acollarados por la Patria Nueva. Concluye Mitre sus afirmaciones históricas con respecto a Güemes, aseverando que “(…) La historia probablemente lo considerará bajo la más noble y simpática de sus fases, absolviéndole en nombre de sus servicios, y aun de sus virtudes cívicas, de las otras responsabilidades que sobre él puedan pesar, porque en efecto, su faz prominente es la del caudillo de una grande y noble causa, constante, humano, desinteresado, que rindió noblemente su vida perseverando en su creencia.”.
Lo cierto (comprobado documentalmente), es que el ejército del Norte al mando de Belgrano, después de derrotado en Vilcapugio (1813), Ayohuma (ídem), y bajo el mando de Rondeau, derrotado en Venta y Media, Sipe Sipe (1815), fue desastrosa, y desmoralizante. Ambas situaciones fueron superadas por Güemes, la primera al mando de San Martín (1814), la segunda con la dirección pasiva de Belgrano (1817). La misión encomendada por el Director Supremo de las Provincias Unidas de Suramérica Brigadier Gral. Juan Martín de Pueyrredón, luego del encuentro en el Fuerte de Cobos (1816) al Gobernador Intendente de la Provincia de Salta Coronel Martín Güemes, fue proteger las provincias abajeñas, y al Ejército del Norte, como Jefe de la Vanguardia, en cumplimiento del Plan Sanmartiniano. A partir de esta decisión trascendental, el Ejército de los Andes, al cruzar la cordillera, contó con el apoyo decisivo de las milicias gauchas, conducidas por Güemes, que derrotaron la invasión de La Serna al territorio de la Intendencia de Salta (1817); y a Canterac y Ramirez en la invasión de 1820. Esta última, verdadera proeza del Caudillo militar, y de la Provincia de Salta, dada la anarquía del Río de la Plata. Es de recordar que la derrota de La Serna, permitió el cruce de los Andes, y la libertad de Chile; y que la derrota de Canterac y Ramirez, permitió el inicio de la campaña por mar al Perú, y la liberación de este bastión realista. El complot regional (NOA), de aquellos que “querían patria sin gastar, teniendo que gastar renunciaban a la Patria” (Joaquín Castellanos), más la obstrucción de refuerzos, y obtención de pertrechos para iniciar la campaña güemesiana por el Alto Perú, impidieron la feliz conclusión del Plan Sanmartiniano; el cual no nació de una carta apócrifa: San Martín a Saturnino Rodriguez Peña (22.04.1814), ni del Plan Maitland (anterior a los dos Mayos). La designación de San Martín a Güemes, antes de partir desde Valparaíso, es significativa por la trascendencia de su texto, por reconocimientos a su capacidad y actuación militar, a la provincia de Salta (por su ubicación estratégica), y la misión que le encomienda: ocupar el Alto Perú. Leamos: “(…) El Excelentísimo señor Capitán General don José de San Martín con fecha 8 de Mayo entre otras cosas dice a este Gobierno lo que sigue: “V.S. es el General en Jefe del Ejército de Observación, por sus conocimientos distinguidos, sus servicios notorios, la localidad de su Provincia, y voluntaria aclamación de los Jefes y Tropas del Ejército Auxiliar del Perú. A V.S. pues corresponde desempeñar con la dignidad que sabe las delicadas funciones de esta Superior Calificación militar. Me obligo solemnemente a pagar cuantos auxilios se presten a V.S. a favor del Ejército desde luego que nos posesionemos del Perú, y a tener en la mayor consideración a los voluntarios prestamistas.”. Basados en la tradición documentada, certificamos: Güemes fue Caudillo y Militar de carrera, conductor estratégico y táctico de un Ejército de Milicias Gauchas. Su condición de Caudillo no sustituye al otro, al militar, como pretenden algunos. En el mejor de los casos, se avienen a calificarlo como estadista; como si el caudillo y el militar no pudiera ser estadista. Nuestra historia nacional desmiente a quienes exageran calificativos, para montarse en falsas opciones, que en el fondo pretenden ubicarlo en posiciones cercanas al statu quo académico de la historia oficial. Constreñidos al liberalismo portuario, al conservadorismo provinciano o al progresismo internacionalista. Todos ajenos, a su posición Nacional y Suramericana. Nosotros afirmamos, basados en su temple, y en su trayectoria, confirmadas con su muerte, que: ¡Un Caudillo salvó la Libertad y la Independencia! (1816 /1821).