Con el largo título de “La derrota de Urtubey echa por tierra dos años de posicionamiento político en la arena nacional”; la agencia DyN resumió lo ocurrido el domingo con el gobernador salteño.
Transcribimos a continuación la nota
Si el 14 de agosto pasado, un día después de las PASO, se le consultaba al más audaz de los analistas si Juan Manuel Urtubey podía sufrir una derrota electoral tan significativa, no se hubiese atrevido a confirmarlo. El Frente Unidad y Renovación, nombre de ocasión del aparato electoral del oficialismo provincial, venía de ganar la senaduría por la capital, de ser el frente más votado -en una interna que reunía seis listas-, y con una prometedora elección en diputados provinciales por la capital, distrito que reúne 405.586 de los 991.299 empadronados de la provincia.
Los comicios generales de ayer fueron un contraste con el escenario de hace poco más de dos meses: el frente de Urtubey perdió la senaduría por capital, cosechó dos de los diez diputados por la capital y logró sólo una de las tres bancas en disputa para el Congreso de la Nación perdiendo ante el candidato de Cambiemos, el periodista y empresario, Martín Federico Grande.
¿Qué venía pasando?
Cuando el gobernador inició su posicionamiento nacional, desde 2017 a esta parte, sus rivales políticos lo acusaban de olvidar su gestión en la provincia. Olvidaban remarcar que la «gestión» nunca fue un fuerte en Urtubey, por ejemplo, en 2015 de cara a la contienda por la gobernación con Juan Carlos Romero, inauguró el Parque del Bicentenario y lo definió como la «obra más importante» que había hecho. Un detalle convertía esa declaración en una confesión de parte: el proyecto del parque, con predio delimitado incluido, estaba elaborado desde 2007, antes de que él llegara a la gobernación.
Sin embargo, aquellos que veían un descuido de Urtubey hacia Salta no estaban del todo errados. Si bien la gestión nunca lo destacó, el armado político de Urtubey, en tanto maquinaria electoral, había mostrado pocas fisuras. Si se quiere, la única mancha había sido la derrota en la capital en 2013, cuando el Partido Obrero conquistó la senaduría por capital y una banca en el Cámara Baja nacional. De igual manera, el oficialismo U dominaba la provincia y se rehizo con creces en 2015, al imponerse para un tercer mandato por más de 20 puntos sobre Romero, ex gobernador entre 1995 y 2007. No sería erróneo decir que en los últimos 24 años, Salta habrá sido gobernada por dos apellidos: Romero y Urtubey. Por esa razón, la contundente victoria de 2015, primera que los enfrentaba, sirvió para que el gobernador definitivamente se volcara a sus aspiraciones nacionales.
El armado político de su frente quedó en manos de su ministro de Gobierno, Juan Pablo Rodríguez, un adicto a las encuestas y los estratagemas mediáticos. Paralelamente, oscilando entre la política y el espectáculo, Urtubey protagonizaba tareas de posicionamiento en el país. La dialéctica de su estrategia de posicionamiento (política y espectáculo) no es un capricho de este análisis, es ostensible: desde 2016, políticamente Urtubey se volvió un tribuno del peronismo anti-kirchnerista y un conferencista sobre sistema de votación electrónica. Cristina Kirchner volvió y logró que su frente provincial se fraccionara y la reforma electoral no prosperó. Para colmo, el bloque de diputados que diagramó junto a Diego Bossio fue menos gravitante que el Frente Renovador.
En cambio, los réditos del espectáculo fueron providenciales, basta para ello con chequear la repercusión en redes sociales que tienen las publicaciones de su consorte, la actríz Isabel Macedo, cada vez que sube una imagen con el gobernador. El culebrón, sea montado o espontáneo, ahorrémonos esa discusión, también contó con un casamiento, desfiles tradicionales con cobertura televisiva nacional y una recientemente anunciada gravidez, que se conoció pocos días antes de las elecciones de ayer.
De la mano de su posicionamiento vía espectáculo y favorecido por la performance no categórica de Cristina Fernández en las PASO, Urtubey llegaba a estos comicios como uno de los nombres en danza para la compulsa por la presidencia en 2019. Hasta los resultados de ayer, el embarazo de Macedo y la acefalía del peronismo se combinaban para restituirle chances al salteño. Desde que se conoció la derrota, el oscilante peronismo estaría presto a renunciar a la postal de la encinta para encolumnarse tras la ex presidenta Fernández de Kirchner.
¿Qué pasó desde las PASO?
Los armadores políticos de Urtubey en la provincia, encabezados por el ministro Rodríguez, debieron lidiar con las vacilaciones del gobernador en la escena nacional. Acostumbrados a ocuparse sólo de las alianzas domésticas, la expectativa de nacionalizarse del conductor alteraron la campaña, haciendo difícil capturar el tradicional voto peronista popular.
El Partido de la Victoria, bajo la égida de Sergio Leavy, intendente de Tartagal, rompió con el frente gobernante, al que acompañaba desde 2007, y conformó el Frente Ciudadano para la Victoria. Esa disección se ocupó específicamente de interpelar a ése votante, clausurando cualquier chance de que el oficialismo fuera visto como un gobierno «nacional y popular». Entonces, el urtubeicismo se redireccionó hacia la inmensa marea de votantes apartidarios, reacios a la política, a los que Jaime Durán Barba entiende como electores naturales del PRO. Para ello, optaron por candidatos outsider, como el periodista Adrián Valenzuela, y no identificados necesariamente con la doctrina del general, como Andrés Zottos del Partido Renovador de Salta, fuerza fundada durante la última dictadura militar por el capitán de navío y ex gobernador, Roberto Ulloa.
Valenzuela había ganado las primarias por más de diez puntos en la interna, y con una diferencia de poco menos de 20 puntos a la lista de Cambiemos País, representada por Guillermo Durán Cornejo, uno de los tres salteños que dejará el Congreso de la Nación en diciembre (junto a Evita Isa del PJ y Pablo López del PO-FIT). El discurso de «nuevo» y «desintoxicado» de la política de Valenzuela se mostró escaso para la segunda ola de campaña post-PASO, el periodista fue directamente asimilado con el proyecto oscilante de Urtubey y totalizó menos votos en las generales que en agosto.
Los votantes naturales de Cambiemos, a los que el oficialismo provincial acudió de urgencia, encontraron una opción más pura en Martín Grande, confeso macrista, que en el pendulante gobernador. Hay mérito de los estrategas de Cambiemos, quienes personalmente se ocuparon de reforzar la campaña de Grande para ganar todo voto que no fuera de izquierda ni peronista popular. Rogelio Frigerio tanto como Marcos Peña y Gabriela Michetti, ministro del Interior, jefe de Gabinete y vicepresidenta, respectivamente, viajaron a Salta durante los meses de campaña. Grande revirtió el resultado de las PASO, cuando Unidad y Renovación había alcanzado más sufragios, y desbordó las posibilidades del oficialismo provincial, a mitad de camino entre el peronismo y Cambiemos.