El asesor ecuatoriano de Mauricio Macri criticó uno de los proyectos clave del gobierno en su lucha contra la corrupción.
El pensamiento del asesor ecuatoriano Jaime Durán Barba muchas veces parece dispuesto a contradecir los enfoques sociopolíticos del gobierno de Mauricio Macri. Más allá de su continuidad o no como gurú macrista, y a total contramano de la defensa realizada por la titular de la Oficina Anticorrupción (OA) Laura Alonso («ayudará a los jueces a agilizar las investigaciones»), Durán Barba cargó sin miramientos contra la figura del arrepentido en lo que denomina «nuestros países» y se sobreentiende es América latina.
El consultor afirmó que «nuestros países» están muy lejos de lo que ocurre, por ejemplo, en los Estados Unidos: «(Allí) hay leyes como la que premia a los delincuentes delatores o la que extingue el dominio de los narcotraficantes, que pueden funcionar en sociedades en las que existen instituciones sólidas y una justicia independiente de poderes externos, en la que ni el presidente norteamericano ni ninguna autoridad de cualquier tipo se reúnen en privado con jueces que manejan juicios políticos».
Lo que no queda claro en la afirmación anterior de Durán Barba es si está hablando de un momento determinado de la Argentina (al fin y al cabo, un país que se incluye de hecho en el «nuestros países» mencionados) o se trata de un continuo. Y tampoco clarifica el espacio temporal al que se refiere cuando menciona lo impensable de la existencia de un partido judicial con jueces y autoridades que protejan una red institucional de corrupción: «En América latina hay jueces serios, pero hay también algunos con una ética liviana, que si se promulga la ley de extinción de dominio, pueden interesarse por la fortuna de alguien, acusarlo de corrupto y quedarse con ella».
Si bien es cierto que la figura del arrepentido (así como la de «testigo» o «imputado colaborador») está vigente en el país desde junio de 2011 para las investigaciones en las que uno de sus objetos procesales sea el lavado de activos de origen ilícito, la amplición de la figura cae ahora sobre los casos de corrupción y, aunque no extinguiría la condena, sí reduciría en un tercio del mínimo y la mitad del máximo de la pena que se trate para quien brinde información que contribuya a esclarecer causas juidiciales. Durán Barba carga contra eso haciendo una notable asimilación entre lo que podría llamarse la «justicia mediática y la justicia judicial»: «En la televisión argentina es agobiante el desfile de delincuentes confesos, que por ser delatores se convirtieron en apóstoles de la moral. A propósito de que arrepintieron, dicen lo que quieren en contra de cualquiera, tienen credibilidad y degradan a la sociedad todos los días con sus cátedras de moral. Con leyes como ésta, los delincuentes dan rienda suelta a sus delirios, ejecutan venganzas y chantajean».
El consultor de imagen no se guarda munición: «En nuestros países, las instituciones son todavía débiles. Desaparecieron las dictaduras militares, pero surgieron gobiernos autoritarios grotescos con pretensiones de perpetuarse en el poder (…). Los ciudadanos tuvieron que defenderse, caminando muchas veces al filo de la ley».
Durán Barba señala en su artículo publicado hoy en el diario Perfil que todo combate contra la corrupción se realiza en base a la construcción de una sociedad libre, respetuosa de los valores y los derechos de todos los ciudadanos, y no «en sociedades vengativas en las que hay tribunales especiales armados para perseguir a los adversarios, jueces militantes que mienten sistemáticamente, periodistas militantes que mienten sistemáticamente, o personas y grupos que suponen ser dueños de la verdad y creen tener la autoridad para combatir a los que no piensan como ellos con todo tipo de armas».
Fuente: Infobae