Martín Miguel Güemes Arruabarrena

En el Centenario de la Revolución de Mayo, en 1910, Bernardo Frias escribe un opúsculo titulado: Biografía del prócer de la Independencia D. Francisco de Gurruchaga. Escrita con motivo del primer centenario de la Revolución del 25 de Mayo de 1810. La obra (reeditada en 1961, por el Departamento de Estudios Históricos Navales) “corresponde a una serie de trabajos históricos de igual índole que teníamos en mente de preparar como necesaria explicación del monumento que se proyectaba erigir en esta ciudad, conmemorando el primer centenario de la Revolución de Mayo”. El Monumento sería levantado en la plaza 9 de Julio de la ciudad de Salta–que fue la plaza de la revolución–“un monumento que fuera la traducción del escudo revolucionario de la Provincia, compuesto de una elegante columna de cuyo extremo superior cuelga un trozo de cadena, teniendo abatido en su base el resto de la cadena rota, símbolo de la concluida servidumbre. Una cinta que envuelve el cuerpo de la columna, consagra la leyenda: Salta firme columna de la libertad.”.

Bernardo Frías, explica: “(…) El programa era vasto y caro; pero la comisión al confeccionarlo, tuvo muy especialmente en cuenta que la provincia de Salta, por sus antecedentes en la lucha por la emancipación del país, no podía sin mengua y ofensa de su decoro y dignidad, presentarse de otra manera, inferior al rango que le tenían consagrado sus eminentes servicios en la causa de la libertad. Sin embargo, por razones que no ignoramos, no fue presentado este programa.”. ¿Cuales eran las razones, que llevaron a no cumplir con el plan de celebración del Centenario? Es sabido, que no se realizó ninguna actividad que cumpliera con el decoro y la dignidad, acorde con la misión cumplida por Salta en el tiempo germinal de la Patria.

Es interesante investigar, si entre los escritos de Frias, alguno señala las causas de esta actitud del poder salteño. Quizás, sectarismos, celos o intrigas lugareñas, abonaron la negativa. También, podrían haber sido motivos económicos de austeridad gubernamental. Lo cierto: el programa no se cumplió y la posteridad no pudo recibir esa herencia.

En el Centenario de 1910, y en el Bicentenario del año 2010, tampoco se concretó el monumento a los servicios prestados por Salta a la Libertad y la Independencia.. Dejemos lector, los pormenores de lo ocurrido en 1910, y 2010, estudiemos a nuestro homenajeado Francisco de Gurruchaga. Analicemos lo publicado por Bernardo Frias. El eminente historiador, nos informa que nació el 6 de diciembre de 1766, y murió el 20 de diciembre de 1846 (a los 80 años).

Padres, Estudios, Trafalgar y Miranda “el precursor”

Fueron sus padres Pedro Antonio de Gurruchaga y Alzaga (originario de Guipúzcoa, de la villa de Zumárraga, en la tierra vascongada), militar de profesión, con vocación empresaria (era propietario de una de “las dos casas comerciales más fuertes, más poderosas, de mayor crédito y de más extensas relaciones de todo el Río de la Plata”), casado–en 1763–con Manuela Fernández Pedroso y Aguirre (de ascendencia chilena). Francisco (el segundo, de tres hijos) cursó los estudios en el Colegio de Nobles de Madrid, pasando luego a la Universidad de Granada. Graduándose allí, de Bachiller “(…) La preeminencia que le daban sus títulos de nobleza, las vinculaciones de su familia en la Península, y los eficaces resortes que le procuraba la gran fortuna de su casa, le facilitaron medios para que el Rey le confiera el delicado empleo de Correo de Gabinete, oficio distinguidísimo que, a más de ligarlo al Palacio, le facilitaba el tránsito por todo el territorio español, sin que hubiera menester de permiso para recorrerlo, ni policía alguna capaz de detenerlo y abrirle sus maletas”.

Según Bernardo Frías “(…) Era Gurruchaga de estatura baja y contextura flexible, su fisonomía expresiva, bondadosa y atrayente, y su espíritu tan penetrante y vivaz, que fue célebre en las sociedades de su tiempo por su gracia inagotable y su agudeza siempre afortunada.”, continua afirmando que era valeroso y no se acomodaba a sus tareas palaciegas, ni de bufete. Por ello, en 1805 (a causa de la guerra entre España e Inglaterra) “tomó plaza de oficial de Marina Real” embarcándose en el Santísima Trinidad “como oficial ayudante del capitán de navío, don Baltasar Hidalgo de Cisneros” (último Virrey del Río de la Plata). Luchó en la batalla de Trafalgar (21.10.1805), derrota española que adueñaría de los mares al Imperio Británico. Compartir los peligros con los marineros y oficiales españoles, sufrir la pena y la gloria, marcarían para siempre la vida del ilustre salteño. Ascendido a Teniente de Fragata, por su actuación valerosa.

Benito Pérez Galdos, en sus episodios nacionales, en su novela: Trafalgar, describe al Santísima Trinidad “(…) era un navío de cuatro puentes. Los mayores del mundo eran de tres. Aquel coloso construido en La Habana, con las más ricas maderas de Cuba, en 1769, contaba de treinta y seis años de servicios. Tenía 220 pies (61 metros) de eslora, es decir, de popa a proa; 58 pies de manga (ancho), y 28 de puntal (altura desde la quilla a la cubierta) dimensiones extraordinarias que entonces no tenía ningún buque del mundo.”. En esta poderosa nave, combatió el joven salteño. La habilidad del Almirante Nelson y la agilidad de los buques ingleses pudieron más. España fue derrotada, abriendo sus puertas a la invasión de Napoleón, en 1808. Comienza así, la guerra de independencia.

La influencia del precursor de la libertad americana don Francisco de Miranda, y la participación en asociaciones secretas, junto a José de Moldes y Juan Martín de Pueyrredòn, lo llevaron a la prisión en Madrid (orden impartida por Murat). Logrando sobornar a su custodia, huyó. Pasó por Londres, y luego se trasladó a Buenos Aires. Desembarcando en la capital del Virreynato del Río de la Plata, el 7 de Enero de 1809.

Mayo en Salta, Gurruchaga a Buenos Aires

La Capital de la Intendencia de Salta del Tucumán, fue la única que se pronunció a favor del primer gobierno patrio en la Capital del Virreinato del Río de la Plata, así lo recuerda Frias: “(…) Hecho el pronunciamiento el 25 de Mayo de 1810, la primera ciudad que respondió a Buenos Aires fue Salta, arrastrado en su decisión a los territorios sufragáneos suyos: Tucumán, Catamarca, Santiago del Estero, Jujuy, Orán y Tarija, cortando de esta manera, por la espalda, a Córdoba, donde Liniers se había pronunciado a favor de España. Su actitud salvó la revolución.” Esta respuesta salteña, se cumplió el 19 de junio de 1810. En Cabildo Abierto, el 29 de julio, por excesiva pluralidad de votos fue electo como diputado nuestro biografiado. Según consta, el Dr. Dn Francisco de Gurruchaga: es “sujeto en quien concurren todas las cualidades necesarias para el efecto”. Marchó a Buenos Aires, y se incorporó a la Junta Grande (Primer Gobierno Patrio de alcance nacional). El Deán Funes era la figura principal de esta corporación patriótica. La tarea principal encomendada a Gurruchaga (como vocal de Marina), fue crear nuestra primera flota de mar. Cosa que cumplió, con dedicación, conocimientos y generosidad. Tres navíos costeados por él, se enfrentaron a la flota realista que surcaba el río de la Plata y los ríos interiores. Esta flota fue destruida, después de dura lucha (San Nicolás de los Arroyos, 2.03.1811). Era el primer desastre naval que sufría la revolución. Gurruchaga no se dejó vencer, creó una nueva flota, con su dinero.

Creado el Primer Triunvirato, expulsados los diputados del interior, Gurruchaga volvió a Salta. Participó en la reorganización del Ejército del Norte (derrotado en Huaqui), al mando de Belgrano (1812), aportando armamentos y dinero. Obtuvo en 1812, el empleo de Jefe de la Administración de Correos, en la estafeta de Salta “a cuya atención dedicó desde 1813, su tiempo y solicitud manteniendo las oficinas en su casa particular.”. En 1813 fue representante de Salta ante la Asamblea General Constituyente; en 1818 cumplió una misión secreta en Chile. En 1820 (en Salta), participó en el partido de la Patria Nueva, enfrentado al Partido de la Patria Vieja (Güemesiano). En la “revolución del comercio” perpetrada contra el Gobernador Martín Güemes–General en Jefe del Ejército de Vanguardia sobre el Alto Perú, derrotados los conjurados, fue encarcelado (por tres días). Optado poco después por emigrar a Mendoza. Se casó en San Juan, con Águeda Guerrero. Participó en las guerras civiles, del lado de los federales doctrinarios. Es famosa su partida de juego con Facundo Quiroga, anécdota que contaremos en otra oportunidad. En su casa se celebraba el 25 de mayo, como una devoción de familia. Murió en la ínfima pobreza, “(…) la amistad tuvo la piadosa satisfacción de costear los gastos de su modesto entierro, sepultando su cuerpo en el templo de San Francisco, donde reposa”. Salta está en deuda con este prócer de mayo, y con Bernardo Frías, aún no ha levantado una estatua a su memoria. Tampoco, la columna que recuerde a la posteridad, que nuestra provincia fue firme voluntad y testimonio de libertad (25 de mayo), y de Independencia (9 de julio). Dios y la Patria nos lo demanden.