Gabriel Pressavento, corredor de la competencia Rally Federal, fue detenido por la Policía Bonaerense. Escondía cocaína en una quinta de la “ruta de la efedrina”.

En la historia del automovilismo existen pilotos y escuderías que se financiaron gracias a los negocios ilegales. Unos negocios que a menudo implicaban cruzar fronteras con sustancias ilegales. Algunos ejemplos conocidos son: Randy Lanier, Vic Lee, John Paul Sr., Don y Bill Whittington.

Pero los nexos entre automovilismo y narcotráfico no son ajenas a estas tierras. En diciembre de 2021, el automovilista Gabriel Pressavento tuvo su día de trueno. Se consagró campeón del Campeonato de Rally Federal en la categoría R2F.

A Pressavento y a Bravo, según la condena en su contra, les imputaron una jugada detectada en escuchas que databa de 2012, una mexicaneada para intentar robar con un falso operativo un supuesto lote de 500 kilos de cocaína, robada a un hombre de nacionalidad colombiana y oculta dentro de maquinaria agrícola, en algún lugar de un conocido country de Tigre.

Su defensa peleó con fuerza. Al final, solo le dieron tres años en suspenso. Luego, Pressavento vivió su vida. Corrió con su auto, salió campeón, hasta ayer.

El miércoles por la tarde, la Dirección de Investigaciones de Delitos Federales bajo la Superintendencia de Investigaciones de Delitos Complejos y Crimen Organizado de la Policía Bonaerense lo arrestó en Flores con su pareja. Se llevaron sus trofeos de rally, incluso el que recibió a fines del año pasado cuando salió campeón.

Otra vez, Pressavento caía por narco. Ahora, lo acusaban de vender droga al por mayor, ser el proveedor de dealers.