Un club deportivo que brinda contención y actividades para jóvenes de la zona este podría ser desalojado por un proyecto de la edil Paula Benavidez. La iniciativa contempla la creación de un parque urbano, pero podría abrirse el juego a otro tipo de actividades no compatibles con la categoría de reserva natural.  

En la zona conocida como La Pedrera, sobre un predio de cuatro hectáreas, se encuentran las modestas instalaciones del Club Social y Deportivo Atlas, una de las instituciones más jóvenes de la provincia afiliada a la Liga Salteña de Fútbol. Fundado un 20 de diciembre de 2000, los «tigres de La Pedrera», como fueron bautizados, supieron ganarse el cariño y el respeto de los vecinos de la zona este y alrededores. 

Hoy la institución, que cumple un rol determinante en la contención de jóvenes salteños, corre el riesgo de quedarse sin un lugar físico en donde desarrollar sus actividades. El motivo es que, a entender de algunos ediles, el club no cumplió con las condiciones exigidas en la ordenanza N° 11.431/01, según la cual debían realizarse obras en el predio en un plazo no mayor a 20 años. El concejo incluso avanzó en la aprobación de un proyecto para instalar un «parque natural» en el lugar un año antes de que venciera el plazo otorgado. La realidad, no obstante, es que muchos aspectos no fueron tenidos en cuenta por los legisladores, como el hecho de que, por las características del suelo, no se pudo avanzar en obras sino hasta hace muy poco tiempo. 

Los comienzos

Hasta hace algunos años, el predio y buena parte de La Pedrera funcionaron como receptáculos a cielo abierto de residuos urbanos. Se podría decir que el Club Social y Deportivo Atlas fue erigido sobre lo que alguna vez fue el sumidero de la ciudad, que más tarde se trasladaría al vertedero San Javier. 

El 23 de mayo de 2001, el concejo deliberante capitalino sancionó la ordenanza N° 11.431 a través de la cual se cedió en comodato «por el término de noventa y nueve (99) años al Club Social y Deportivo «ATLAS» el remanente de la fracción de terreno de 4 Ha. 6.452,49 M2 identificado como Matrícula Catastral Nº 5214 del Departamento Capital».

La norma, a su vez, fijó los límites de extensión del predio: «Al norte: Matrícula Nº 105.979 y Matrícula Nº 105.980 con calle sin nombre de por medio. Al sur: Matrícula Nº 1.099. Al este: Ruta Provincial Nº 39. Al oeste: Márgenes del Río Arenales».

Como condición o cargo para la cesión del terreno la ordenanza sentenció que el club debía «construir en el plazo de hasta VEINTE (20) años a partir de la firma del contrato», una serie de obras incluidas en el anexo de la misma. 

Surgen aquí dos cuestiones: En primer lugar, muchas de las obras encargadas en aquel entonces hoy podrían pensarse como obsoletas o directamente sin sentido. Tal es el caso de la cámara de tratamiento de residuos o la construcción de un arenero que, con los fuertes vientos de la zona, no duraría ni media hora lleno. En segundo lugar, los expertos aconsejaron a los dirigentes del club no avanzar en obras durante un tiempo determinado, dado que construir sobre el relleno sanitario es altamente riesgoso.

Para que las condiciones de construcción estén dadas, es decir, para que el terreno cuente con cierta firmeza y se pueda avanzar en la cimentación, debe pasar un tiempo prudencial que a veces se extiende más de una década. En definitiva, al club se le entregó un basural tapado con tierra y se le exigió, pese a eso, avanzar en obras de infraestructura.

La avidez de Benavidez

El presunto incumplimiento motivó una serie de presentaciones por parte de la edil Paula Benavidez (Salta Independiente), quien se mostró muy activa en el caso y no ocultó que ya tenía planes en mente para esos terrenos. En 2020, cuando ni siquiera se habían vencido los plazos para que el club realizara las obras, presentó un proyecto para crear en toda la zona del ex basural el «Parque del Otoño», que por supuesto, incluía los terrenos de Atlas.

La ordenanza fue aprobada en septiembre de ese año y posteriormente vetada por la intendenta Bettina Romero. Entre los fundamentos del veto, se objetó la categoría de ‘Reserva Natural Municipal y de Usos Múltiples’ planteada por Benavidez, dado que no concordaba con las definiciones establecidas en el Código de Espacios Verdes. Por otro lado, si bien el proyecto proponía una serie de atractivos, no abundaba en definiciones respecto de los «usos múltiples» que se pretendía que la zona tenga.

El decreto bettinista desató la furia de la edil del biellismo que propuso rechazar el veto del ejecutivo pidiendo, además, la votación nominal (nombrando a cada uno de los concejales). Tras la aprobación por unanimidad del proyecto, el empresario frutero y tío de Benavidez, Ángel Causarano (por entonces en ejercicio de la vicepresidencia del cuerpo) pidió un aplauso para su sobrina. 

Desalojar es la cuestión

A pesar de la gravedad del caso, la concejala se limitó a informar a los dirigentes de Atlas que se respetaría el plazo de 20 años para su desalojo, el cual vencería meses más tarde en mayo de 2021. No obstante, no fueron esos los motivos invocados por Benavidez para rechazar el pedido de la institución de una prórroga. En un proyecto de resolución del 10 de marzo pasado, la edil pidió no hacer lugar a la solicitud presentada por Atlas, referente a la renovación del comodato, «por formar parte de una reserva natural municipal». De repente los argumentos parecían pasar a segundo plano y el desalojo del club aparecía más arriba en el esquema de preocupaciones de la concejal biellista.

Lo curioso es que incluso en el PIDUA II, presentado en 2019, se admite que dichos terrenos no son aptos para la construcción. En el apartado 2.4.2.5., referente a la zona del Parque Industrial se proyecta la introducción de un espacio verde de 10 Ha. en terrenos del «antiguo vertedero municipal de La Pedrera». De los mismos se dice que «actualmente no están ocupados por razones de seguridad, al no ser aptos para construcción» (PIDUA II, pág. 197).

Sólo ese fragmento del plan debería ser suficiente para que el ejecutivo municipal contemple la imposibilidad real de la institución de cumplir con el cargo del comodato.

La flia pide pista

Grande fue la sorpresa de las autoridades del club cuando uno de los profesores informó que hace algunos días se presentó en el predio un empresario con una particular propuesta. El hombre, que no dejó datos sobre la empresa a la que representa, manifestó sus intenciones de construir una pista de enduro en el lugar y pidió dialogar con dirigentes de la institución.

Aunque no trascendieron más detalles, el hecho remite a una situación similar vivida en agosto del año pasado en terrenos linderos a la Universidad Católica, cuando un grupo identificado como Club Salteño de Enduro sorprendió a los vecinos de la zona manifestando exactamente los mismos intereses. La construcción de una pista en la reserva natural no se iba a detener, según manifestaron, a menos que «alguien los detenga». Así lo relató la ambientalista Catalina Lindholm, quien además detalló que el proyecto preveía «atravesar la reserva» a lo largo de 10 hectáreas y «poner alambrados que impiden la circulación de la fauna».

En sus redes, el grupo se presenta como promotor del enduro y se muestra cercano a los máximos exponentes de la actividad en Salta: Los hermanos Luciano y Kevin Benavidez. Un apellido que se repite y que, a esta altura, ya debería encender las alarmas sobre los reales intereses en juego en la zona este.