Extraña sociedad de un hombre de Macri con Cresta Roja. Mariano Miguel Bosch es funcionario nacional y socio comercial de uno de los nuevos dueños de la avícola.
El fallido plan de salvataje de Cresta Roja que diseñó el Gobierno nacional y aprobó la Justicia comercial a fines de 2016 tiene varias caras visibles. Pero hay una en particular que llama la atención: Mariano Miguel Bosch, funcionario nacional y socio comercial del Grupo Lacau, uno de los nuevos dueños de la avícola.
Bosch es un hombre de campo. Ingeniero agrónomo y empresario. Conoce a la perfección los procesos productivos de la actividad rural. Es fundador de establecimientos ganaderos y socio en emprendimientos agrícolas en las provincias de Buenos Aires y Formosa. Durante varias décadas ocupó cargos directivos en importantes firmas del sector, pero la cúspide de su carrera fue llegar a la jefatura de la Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (AACREA).
Más conocida como CREA, la Asociación donde Bosch fue coordinador en reiteradas oportunidades es un pool de empresas y productores agropecuarios fundada en 1957, que busca la implementación de nuevas tecnologías para hacer «rentables y sustentables en el tiempo» a los negocios rurales. El cargo en CREA le permitió a Bosch sentarse en la mesa del consejo directivo del INTA durante muchos años como vocal, hasta que pegó un salto y Mauricio Macri lo nombró vicepresidente del organismo.
Mariano Miguel Bosch es funcionario nacional y compartió negocios con el Grupo Lacau. En las sociedades anónimas vinculadas aparece un domilicio legal de Lincoln. Es la estancia La Matilde, que se quedó con Cresta Roja.
El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria es un ente público «descentralizado con autarquía operativa y financiera», que se encuentra bajo la órbita del Ministerio de Agroindustria, hoy en manos de la Sociedad Rural. El INTA fue fundado un año antes que CREA. Su misión es aportar innovación tecnológica, conocimiento y abrir mercados en el sector agroindustrial, objetivos similares. El Instituto contrata a asesores técnicos de CREA para dar charlas de capacitación y otras yerbas por el Interior del país. Bosch fue uno de los expositores más solicitados en los últimos años, aunque ahora se encuentra del otro lado del mostrador.
«Buscamos profundizar los valores del INTA como son la excelencia, el profesionalismo, la eficiencia en la gestión, la honestidad y la transparencia», dijo el empresario devenido funcionario nacional al asumir el puesto. El Decreto 158 firmado por Macri el 17 de diciembre de 2015 lo puso en funciones desde el primer día del inicio de la gestión de Cambiemos. La vicepresidencia del INTA tenía su nombre. Hoy, los trabajadores del organismo lo señalan como uno de los promoteres del 782 despidos, que podrían llegar a 1.000. «Preocupación, consternación y angustia», son las palabras que repiten los empleados.
No es casual que Bosch aparezca como socio de Pedro Lacau, uno de los nuevos dueños de Cresta Roja. La familia Lacau está involucrada en negocios agropecuarios desde comienzos del siglo pasado. Controlan miles de hectáreas en la zona oeste bonaerense, la más fértil del país, pero también tienen campos propios y alquilados en otras regiones del país y Uruguay.
Según difundió el sitio Valor Soja, los Lacau crían vacas, poseen feedlot, seis tambos, una pyme láctea en la localidad de Lincoln y una bodega en Mendoza, que elabora los vinos de Fincas de la Juanita. Días antes que quedarse con Cresta Roja la Televisión Pública mostró por dentro las estancias «La Matilde» y «La Suerte», donde la familia instaló vaquerías, la fábrica de quesos «La Suerte» y acopiadores para toneladas de cereales listos para vender al exterior. El informe televisivo se tituló «Gente de buena leche».
En septiembre de 2009 cuatro bandidos rurales ingresaron «La Matilde» y se robaron 3.000 litros de herbicidas en bidones y 2.800 de glisofato. Los cuatreros esperaron el anochecer escondidos en algún rincón de las 900 hectáreas del campo hasta que decidieron actuar en grupo comando. Portaban armas, pero no lastimaron a nadie. Se tomaron su tiempo, cargaron todo lo que había en un camión y antes de huir se llevaron una Hilux del casero. El botín de agroquímicos fue valuado en u$s 75.000, sin contar el seguro por robo.
El vicepresidente del INTA y Pedro Lacau (h) armaron varias sociedades. El funcionario público y el dueño de Cresta Roja poseen fuertes vínculos empresarios. En 2009, dos meses después del robo, constituyeron El Calor De Las Lomitas S.A., destinada a la explotación agrícola, avícola, frutícola, forestal y ganadera. Pusieron $ 50.000 de capital. El tercer socio es otra empresa: GF Santos Lugares S.A.. Además de Bosch y Lacau, en el directorio figura Emiliano Filippi.
En enero 2007 Bosch y Lacau se asociaron en Pampayoj S.A., otra ganadera. En este negocio el tercero de los socios fue Juan Ignacio Lamattina, otro excoordinador del movimiento CREA.
El vice del Instituto nacional también aparece como directivo de BLS Agrogestion S.A., Doña Marciana S.A., Altos Verdes S.A. y La Arbolada S.A., con Filippi otra vez como partener.
En las dos sociedades con Mariano Bosch, Pedro Lacau hijo (foto) inscribió como domicilio legal a la «Estancia La Matilde, localidad de Arenaza, partido de Lincoln, provincia de Buenos Aires». El mismo que figura en la compañía Petroinsa S.A., que se quedó con Cresta Roja.
Los Lacau poseen decenas de sociedades. Son cinco hermanos y los padres. Para quedarse con Cresta Roja utilizaron La Suerte Agro S.A.. Esa firma integró junto a Ovoprot Internacional S.A. y Tanacorsa S.A. un consorcio tripartito bautizado Proteinsa S.A., que finalmente ganó la rifa por la quebrada avícola, con una oferta de u$s 121 millones.
Para convencer a la jueza comercial a cargo de la quiebra con continuidad Valeria Pérez Casado, el grupo de tres ostentó un misterioso respaldo financiero del banco brasileño BTG Pactua. En la compulsa, Proteinsa desbarrancó la oferta de u$s 110 millones de Avícola del Plata, otro holding que quiso quedarse con Cresta Roja conformado por Granja Tres Arroyos, Adecoagro y Grupo Lartirigoyen. La unión entre Bosch y Lacau pudo más. Hoy, la planta de procesado de aves está inmersa en conflictos gremiales, desmanejos empresariales y un futuro económico incierto.
Fuente: Ámbito