Walter Lasi, padre del principal acusado y dos veces sobreseído por Martín Pérez, se negó a declarar. La jornada sólo aumenta las dudas de la dirección que toman quienes sostienen la acusación. Siguen sin ser citados posibles testigos vinculados al poder político. (Maximiliano Rodríguez)
La jornada recupera la formalidad del juicio oral y público para la sala de grandes juicios del poder judicial salteño. El día arranca pasadas las 10 de la mañana con mucha expectativa. Se siente en el recinto que el juicio penal cruzó la mitad del proceso. Esta cuarta semana contó con una jornada de inspección ocular y prevé declaraciones trascendentales para los previos a la semana santa y su tradicional fin de semana largo. Las cosas comienzan a definirse aunque no estén para nada claras. Uno de los tres acusados por el robo, violación y doble homicidio parece tener la duda en su favor. A esta altura del juicio. lo reconocen incluso los abogados de la querella, quienes no contarían con pruebas suficientes. Esta situación parece presumirla Daniel Vilte, porque dialoga con su abogado en voz baja y por primera vez en el debate se lo ve un tanto más distendido. Como todos los días, a su lado, otro de los acusados, Santos Clemente Vera, parece mucho más introspectivo. Hay oscuridad en su mirada.
El tercer acusado y sobre quien pesa la mayor cantidad de pruebas, Gustavo Lasi, está lejos de ellos dos. Como siempre, Gustavo Lasi es custodiado por tres agentes penitenciarios. La mañana de hoy fue trascendente para él, porque dos personas importantes para su intimidad tendrían vinculación directa con el juicio. Uno es su padre: Walter Lasi. Un hombre sobre quien persisten sospechas importantes, pese al doble sobreseimiento dictado por el juez de instrucción. Para la mañana del día catorce estaba citado a declarar. Por primera vez en el debate oral, Gustavo y Walter Lasi estarían juntos bajo el mismo techo. La segunda persona involucrada en el hecho y trascendente para la intimidad del acusado es María Fernanda Cañizares, quien en 2011 era novia de Gustavo y receptora de los objetos robados (cámara y celular) a Houria Moumni en el momento del crimen.
Un día antes de estar citada a declarar, a través de su abogado Santiago Pedroza, solicitó al tribunal no ser citada para testimoniar en el juicio oral. El pedido del abogado fue rechazado por el tribunal porque todas las partes consideraron importante sostener la citación. La consulta y la decisión se tomó en forma oral y pública. Se decidió entonces insistir con la citación. Dos golpes duro para el principal acusado.
El juicio oral avanza en el tiempo, pero no en el esclarecimiento de los hechos. Por momentos el debate naufraga en temas sin mucha importancia y en preguntas que poco extraen a los testigos. Se proclama en la sala la búsqueda de la verdad, pero hay personas que no son citadas cuando podrían aportar algo distinto. Es el caso de Francisco López Sastre. Pese a existir publicaciones graficas en Salta (dos semanarios) que vincularían al ex Ministro de Medio Ambiente como el contacto salteño de las chicas asesinadas, ni la querella ni la fiscalía, solicitaron al tribunal la posibilidad de citarlo a declarar. La figura del ex ministro podría ser más importante que tanta declaración conocida de mozos, albañiles y ayudantes de cocina. Después de todo y sin contar con que sería –según estas publicaciones gráficas- el contacto para las turistas, el funcionario habría sido propietario de una vivienda cercana al lugar de los hechos, además de ser quien contrató al principal acusado, Gustavo Lasi como empleado de Medio Ambiente.
Por el momento, quienes sostienen la acusación no parecen interesados en escuchar a López Sastre. El poder tiene su peso. Así comenzó el décimo cuarto día.
Abogados en acción
El joven Ignacio Cadena ingresó a la sala con un vaquero color claro y un saco de corderoy marrón oscuro. El muchacho, en julio de 2011, trabajaba para la explotación turística donde los cuerpos fueron hallados. Cadena, ese viernes 29 de julio, no trabajó en el predio de Puma Expeditions, porque sólo se desempeñaba los fines de semana. Sin embargo, durante esa jornada fatal, el joven se encontraba en la zona entrenando físicamente.
Ante el tribunal el testigo explicó que al terminar su entrenamiento y egresar del lugar se encontró con una comisión policial y sus empleadores, porque se había denunciado un cuerpo sin vida en el lugar. Según su relato, caía la noche y era casi imposible transitar por el lugar. La policía no tenía linternas y apenas podían ver. “El primer cuerpo lo encontramos y no buscamos nada más, porque supuestamente era un solo cuerpo. Lo encontramos cerca de las 10 de la noche”, contó el joven, quien estuvo en el lugar hasta las 4 am del 30 de julio de 2011. En medio de su testimonio nuevamente comenzaron las preguntas inconducentes del fiscal Félix Elías, con la respuesta esperable y repetitiva del silencio total. Al igual que a otros testigos el fiscal le preguntó sobre los rumores que circulan en Salta y que acusan a hijos del poder o que sostienen dudas sobre los tres acusados que son juzgados. El fiscal parece pretender que los testigos hagan el trabajo del Estado. Parece esperar que alguien investigue lo que la policía nunca buscó. Es evidente que Félix Elías pregunta sin esperar otra respuesta más que el silencio.
El testigo reaccionó a las preguntas igual que todos los testigos anteriores: no aportó nada más. Incluso el tono en que el fiscal realiza las preguntas empuja al silencio de los testigos. Es indudablemente amenazante la forma de preguntar debido a que a todos les recuerda que existe la figura del falso testimonio. Únicamente un estúpido podría hacerse cargo de los rumores que ni la justicia, ni la policía y muchos menos la fiscalía nunca intentaron probar o descartar. Muy conveniente para su estrategia. Después de todo, la fiscalía intenta sostener la imputación de los tres acusados juzgados, mientras la búsqueda de la verdad es sólo parte de la pirotécnica verbal. Las preguntas de la querella al testigo tampoco aportan nada. Sólo hacen transcurrir el tiempo. Federico Rodríguez Spuch le pregunta al testigo cómo estaban los cuerpos cuando fueron encontrados. Es increíble, pero el querellante representa a la familia y tiene más de diez declaraciones que explican todo esto. Sin embargo, vuelve a preguntar con solemnidad y aparente pericia. Es evidente que los familiares de las víctimas tienen los peores abogados posibles. En estas condiciones les será difícil encontrar otra verdad que no sea la “confesión espontanea” de Gustavo Lasi y la investigación inicial de Martín Pérez, el juez ascendido.
Dicen que dicen
Oscar Antonio Tejeda es albañil y fue el segundo testigo del día catorce. El testigo dice que Daniel Vilte le ofreció venderle un arma. El encuentro se produjo en la parada de colectivos y solo aporta eso: el ofrecimiento de un arma para vender. El hombre es sobrino de Daniel Laguna y -según dijo- le contó a su tío de esta situación. Tejeda no recuerda la fecha del encuentro con Vilte, pero juró ante el tribunal estar diciendo la verdad.
El testigo es tío de Paola Gutierrez, la mujer que denunció este encuentro ante la Brigada de Investigaciones y que disparó la detención de Daniel Vilte. Una detención que luego se convirtió en procesamiento y en una prisión preventiva de casi tres años. Luego, la parte conocida y poco importante. El fiscal vuelve a preguntar sobre los rumores y chismes. El testigo con una instrucción mínima tampoco aporta los nombres de los hijos del poder supuestamente involucrados. Concretamente le pregunta al albañil si conoce el nombre de personas involucradas en el crimen y puntualmente sobre hijos del barrio privado Buena Vista. Otra vez, como era previsible, la intervención de Félix Elías logra el silencio en la declaración testimonial. Las preguntas de la querella repiten el esquema con la intervención de Nicolás Ortiz. Es cada vez más creciente el rumor que vincula a este abogado de la familia directamente con la cúpula del poder político salteño. Ortiz intenta que el testigo sitúe en algún momento de sus vidas a los tres importados. No lo logra. Incluso dice el testigo que Daniel Vilte no es conocedor de esas tierras. “si va solo capaz que se pierde. Él no conoce ahí”, afirma. Ya son casi noventa los testigos que pasaron ante el tribunal. Ninguno jamás vio juntos alguna vez a Gustavo Lasi, Daniel Vilte y Clemente Vera.
No hice nada
La testigo María Naser ni siquiera pudo jurar decir la verdad ante el tribunal. Cuando el presidente de la Sala II, Ángel Longarte, le preguntó si juraba decir la verdad, la señora dijo: “no, porque yo no hice nada”. La fragilidad de la anciana citada marcó el momento más trágico y bizarro de la jornada. La abuela –ciega de su ojo derecho- vive en barrio Solidaridad y sería vital su declaración a entender del fiscal y la Brigada de Investigaciones. ¿Por qué? Porque Daniel Vilte en algún momento le habría ofreció un celular en empeño. La anciana mostraba dificultades para expresarse, para escuchar y para ver. Fue una verdadera muestra de inhumanidad arrastrar a una mujer tan avanzada en años ante el tribunal. Traer a doña María a ciudad judicial y ni siquiera ir a consultarle a los vecinos de Buena Vista si escucharon algún disparo el 15 de julio de 2011, grafica bien las prioridades de la acusación.
La mujer, quien ni siquiera entendía las preguntas del agudo fiscal, dijo no conocer a Daniel Vilte cuando le mostraron al acusado. Luego de 10 minutos infructuosos su declaración terminó. El sargento Sergio Nieva, asistente del tribunal dentro de la sala, acompañó a la anciana del brazo como si se tratara de su madre. Después, el tribunal dispuso un cuarto intermedio. Todos esperaron la declaración de Walter Lasi, padre del principal imputado. Algunos periodistas contaban con la información correcta antes del pequeño receso: amparándose en el artículo 20 de la Constitución Provincial, Lasi padre se negaría a declarar.
En nombre del padre
El padre del principal acusado ingresó al terminar el cuarto intermedio por una puerta lateral. Vestía una campera de cuero típica de los años ochenta y una camisa. Los flashes de las cámaras fotográficas estallaron en la sala, como si se tratara de una estrella de cine. El hombre mide unos escasos metro sesenta. Tiene una expresión de sorpresa y nerviosismo. Fue llevado ante el tribunal y consultado por Ángel Longarte si declararía o no. la respuesta fue terminante: “me opongo a no declarar”. Con estas confusas palabras Walter Lasi dejó constancia que no prestaría declaración testimonial. Estuvo apenas dos minutos ante los jueces. Se fue sin decir nada, sin siquiera mirar a su hijo Gustavo. Con un silencio atroz terminó la décimo cuarta jornada.