Un preso terminó imputado por homicidio simple tras un almuerzo fallido
Porque en la cárcel no se jode con la comida. Menos aún si es merluza del martes o los tan preciados rabioles del domingo. Todo comenzó el 13 de noviembre pasado, cuando en el pabellón “C” de la cárcel federal de Cerrillos alguien realizó la pregunta fatal: “¿Quién se comió mi merluza?”. Esa duda existencial derivó en una discusión entre internos, gritos, negaciones cruzadas y, como broche de oro, un puntazo mortal. Ya se sabe: en algunas cárceles, el que se queda sin postre termina sin mañana.
La víctima de este festín sangriento fue Conrado Nicolás Saravia, quien cumplía una condena por narcotráfico (porque nadie llega a la cárcel por robar un paquete de fideos, claro). El presunto agresor, Héctor Manuel Villalba, también experto en logística de sustancias, habría intervenido en la discusión como supuesto mediador, pero terminó dándole una lección punzante al otro, con lo que se presume fue una «faca» artesanal de la casa (modelo heladera-side).
La Fiscalía, con la precisión quirúrgica que amerita el caso, explicó que todo se desarrolló justo antes del horario de visitas, ese tierno momento en que los internos suelen disfrazarse de buenas personas frente a sus madres y novias. Lamentablemente, esta vez, la cita incluyó un episodio de cirugía no programada.
Saravia fue trasladado al hospital San Bernardo con una hemorragia hepática que terminó siendo mortal. Según la fiscalía, no hubo negligencia médica (aplausos para el hospital), sino que el puntazo fue simplemente muy eficaz.
El fiscal Ricardo Toranzos pidió que se impute a Villalba por homicidio simple (nada de premeditación gourmet) y que se realicen peritajes sobre las dos puntas encontradas junto a la heladera —sí, ahí donde antes reposaban los alimentos disputados—. Por si fuera poco, las cámaras del penal no funcionaban, como es tradición en muchos establecimientos donde las cosas nunca se ven venir.
Villalba, en un gesto clásico del “yo no fui pero mejor no digo nada”, se abstuvo de declarar. Su defensa, mientras tanto, no opuso resistencia. Y por si algún día a alguien se le ocurre liberarlo, el fiscal pidió que le avisen con tiempo, no vaya a ser que el próximo altercado sea por una milanesa.