El Partido de la Victoria estuvo en el centro de la mirada política provincial. Crítico con el anticristinismo visceral de Urtubey pero atado a cargos y presupuesto, se retiró del frente después de las pataletas de ocasión. (R.M.)
El gobernador finalmente les pegó el empujón final: “si quieren irse que se vayan” expresó y dejó a la dirigencia K sin retorno. ¿Qué le espera a cada uno? ¿Cómo queda el espacio oficialista? ¿Cuáles son las fuerzas opositoras?
Sincerado en su componente ideológico, el gobernador Urtubey volvió a mirar con afecto a su mentor, antiguo aliado y reciente enemigo, el exgobernador Juan Carlos Romero. Partícipe del diálogo político convocado por el Poder Ejecutivo mostraron coincidencias que sepultaron aquellas desavenencias que tanto los separaron.
En medio de rumores de una posible alianza electoral Urtubey – Romero – Massa o sea, FPV – PRO – FR, las voces discordantes de cada espacio salieron a minar esa concordancia. Como posible frente político sonaba muy improbable, como blanqueamiento de una identidad política y social con intereses económicos cercanos fue un botón de muestra.
Desde la oposición formal de la alianza de derecha Cambiemos (PRO – UCR – CC) les producía un horror enorme pensar en aliarse con el gobierno justicialista y en esa frecuencia se niegan a darle entidad dirigencial al exgobernador Romero, quien apostó por hacer jugar a su hija, Bettina como candidata en esa fuerza. Con un perfil claramente antiperonista tanto la UCR, con Nanni a la cabeza y el propio PRO con apellidos ilustres como De los Ríos (el hombre del poncho eterno), Durand Cornejo, entre otros resucitan el conservadurismo salteño.
Oso mimoso
Sergio Leavy es presidente provincial del Partido de la Victoria, pero más que eso es intendente de la ciudad de Tartagal, la tercera en importancia de Salta. Hasta último momento navegaba en aguas inciertas, poco cristalinas y a merced del oleaje político ¿adónde lo llevarían? Intentó echar anclas en el seguro mar del urtubeicismo, hizo público su amor ilegal: “somos como los amantes, afuera nos odiamos, pero adentro nos queremos” dijo, pero presionado por sus bases y despechado por su amante tuvo que dar el portazo. Más bien, cerró la puerta despacito, apagó la luz y dejó un hasta pronto. Hasta el propio Santiago Godoy fue mencionado en una posible candidatura por el PV.
En realidad las dudas del kirchnerismo salteño son una constante; no sólo el PV lo pensó hasta el final, detrás de este el Frente Grande prácticamente fue arrastrado por la fuerza bajo amenaza de intervención nacional si se aliaba con Urtubey, a este frente en construcción. Ahora viene un duro desafío para el kirchnerismo salteño: hacer creíble su ruptura con el gobierno provincial. Pero a las dudas y escasas ganas de hacer las valijas, se le suma la insólita frase de Leavy, que quizás sus seguidores entre estruendos, bombos y cánticos fervorosos no escucharon, «no hay enojo con Urtubey; el PV apoyará su proyección presidencial».
El PV viene desplegando desde antes del 11 de mayo una estrategia de diálogo con todas fuerzas del más variado espectro político, tentando incluso a los renovadores aliados del gobierno. Convocaron a sectores de izquierda y centro izquierda, independientes, y fuerzas progresistas cercanas al peronismo. Hasta ahora sólo tiene a la amplia gama de fuerzas identificadas con el liderazgo de Cristina Fernández: segundo desafío, superar un espacio ciertamente acotado en su representación.
Frente a frente
Urtubey no logra arrancar con su campaña de instalación nacional, su frente se desgrana, pero no faltan voces que advierten que finalmente la táctica de “separados para sumar más” está en las cabezas del PV y del PJ: dos bloques que por un lado pongan un freno al drenaje de votos a la derecha (PRO, Olmedo) y más aún hacia la izquierda (PO, UP, etc.) ¿cómo votaría un eventual diputado nacional del PV frente a los proyectos que se lanzarán después de octubre?
Dado el acuerdo Urtubey – Macri, ¿se animaría Leavy a votar en contra? Sobre todo porque su ciudad base Tartagal seguirá dependiendo del grifo tanto de Salta como de la Casa Rosada. Está claro que un triunfo oficialista nacional habilitará a Macri a desatar una ofensiva legislativa imparable. Hasta ahora el FPV acompañó en leyes sensibles al proyecto de CAMBIEMOS: aprobó sin ir más lejos la designación de los dos jueces de la Corte Suprema que Macri había designado por decreto: Horacio Rossati y Carlos Rosenkratz, éste último de abierta vinculación con el grupo Clarín, el odiado enemigo número uno del kirchnerismo.
El macrismo apunta a consolidar su espacio provincial, para eso debe sortear el escollo de las diferencias entre el PRO y la UCR, donde este partido reclama mayor participación en el ámbito nacional. El massismo con su figura fuerte Gustavo Ruperto Sáenz, intendente de la ciudad de Salta, busca posicionarse en toda la provincia pero por sobre todo mantener y crecer en la representación capitalina, hacia allí va buscando un acuerdo con Romero.
El PO sobrevive a sus propios vaivenes, de haber sido primera minoría en el Concejo Deliberante de Capital, perdió estrepitosamente en 2015 y ahora va en busca de los votos perdidos y mantener dos cargos fuertemente apetecidos por todos: la diputación nacional en manos de Pablo López y la senaduría provincial por Capital cuya banca ocupa Gabriela Cerrano. Su déficit es doble: la carencia de figuras de recambio y su incapacidad genética para abrirse incluso a su aliado directo, el otro partido trostkista: el PTS, socio en el FIT.
Entre medio de la izquierda y el FPV, el PJ y el PV, se halla un conjunto de fuerzas que expresan una idea más de centroizquierda progresista: la encabezada por el candidato a diputado nacional Edmundo Falú, que fue tentado por Leavy y nombrado en varios reportajes. Unidad Popular, su partido junto a otras fuerzas como Patria Grande y Compromiso Federal postulan un frente que supere al kirchnerismo, que los contenga pero hacen hincapié en un compromiso contra la corrupción y con más distribución.