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César Marcos, un atizador de rescoldos populares

 

Martin Miguel Güemes Arruabarrena

(…) Fue Cooke el único dirigente que, sin pérdida de tiempo constituyó un Comando de lucha en la Capital que confió a Lagomarsino y a Marcos mientras él estuviera en la cárcel… “ 

Carta de Perón a Leloir, desde Caracas, 10.03.1957

¿Cuándo lo conocí? no lo recuerdo exactamente, fue por ¿el 75? ¿76? En su departamento de la calle Cangallo (hoy Perón) vivía junto a Irma (químicamente pura, según su definición), anfitriona, afectuosa, de origen uruguayo, de ascendencia italiana (descendía por línea colateral del Cardenal Eugenio Pacelli–Papa Pió XII–que vino al Congreso Eucarístico de 1934), hacedora incansable de milanesas y pizzas, regadas con vino y soda, que nunca faltaba en nuestras tenidas noctámbulas. Allí, en su sillón “majestuoso” – Don César, el viejo–al lado de sus cotorras enjauladas, a veces sueltas (Pueden verse transfiguradas en el cine, en el Exilio de Gardel de Pino Solanas; uno de sus personajes centrales son César e Irma), rodeado por sus libros que invadían todo el departamento, conversábamos, discurríamos sobre filosofía, política, historia, literatura, era nuestra escuela peronista. Concurríamos a su encuentro, atraídos por su sencillez y sabiduría: Felipe Duarte, Carlos Acuña, Horacio Cagni, Federico y Paco Lanusse, Daniel Antoniotti, Pepe Freda, Mónica Mir González, Bibiana Jones, Silvia Lafontaine, Joly… En su departamento conocimos a Nerva Bordas de Rojas Paz. Enrique, su marido, era hijo del tucumano Pablo Rojas Paz. A integrantes del Comando Nacional Peronista de 1956: Raúl Lagomarsino, que quería ciudadanizarse en Uganda (Idí Amín estaba en las primeras planas), porque allí se resolvían las contradicciones políticas comiendo en un olla al adversario. Su ironía era filosa. A Héctor Saavedra, Carlos Held, Alejandro Morales, el empresario del grupo, quien puso la plata para un restaurante en Ayacucho y Juncal, que se inauguró con una gran presencia de dirigentes peronistas. Todavía guardo la tarjeta de invitación a su inauguración. Toda excusa era buena para hacer política. Un comisario que no recuerdo su nombre, solía visitarlo. Marcos le guardaba afecto, por su solidaridad en la prisión. Se me asemeja al compañerismo de Cruz y Fierro ante la partida. Una anécdota impagable de Marcos es esta recomendación a sus noveles visitantes, expresada como al pasar: cuando actúen en política, tengan en cuenta que siempre hay alguien de los servicios a su alrededor, sospechen siempre, y si no sospechan de nadie, sospechen de Uds.… Su sana paranoia, seguramente nació en sus luchas de la resistencia. Siempre buscábamos su consejo, sus anécdotas, sus reflexiones, pues… más que padre como dice Fierro, era un amigo. Sus gustos eran sencillos, reía a carcajadas ahogadas al ver dibujos animados en televisión. Nos sorprendía su admiración por Borges y su autocrítica con respecto a Isaac Rojas, por defender nuestra soberanía territorial. Su erudición era vasta. Su pluma clara, ágil y conceptual. Anónima. (“Horas difíciles” de Ricardo Guardo; editoriales y artículos de la revista De Frente publicada con John William Cooke, fueron escritos por él). Algunas de sus elucubraciones, aún puedo recordarlas. Marcos interpretaba la historia y la política cabalgando entre la metafísica y la dialéctica. Es que no podía ser imparcial, neutral, ortodoxo, y tomaba partido en forma heterodoxa. Todo lo que está contra el sistema de la dependencia es apoyado por él, siempre dentro de la corriente nacional y popular. Una vez, en mi casa (en Villa Adelina), luego de un asado (sería por el año 1986) ante la situación nacional, me expresó: ante la ola de los tiempos que tapan la playa, debemos plantar una bandera, para que al bajar las aguas todos puedan divisarla y reunirse a su alrededor. Su dogmatismo, su sectarismo, nacía de una profunda convicción y experiencia. De la resistencia peronista. Si estaba equivocado, fanatizado o no, es parte de otra discusión. Era honesto y valiente. Prudente y sabio. Un viejo vizcacha, sin los atributos deleznables del personaje Martinfierrista. Por de pronto nunca escupía el asado (como vizcacha), siempre ofrecía lo poco que tenía, con generosidad y afecto. Muchos comentaban por aquellos conflictuados tiempos, que el discurso de renuncia de Mario Kestelboim como Decano de la Facultad de Derecho de Bs. As., fue escrito por él. Es una pieza política interesante para comprender a Marcos, ante los acontecimientos en curso. Allá, por 1974. No olvidemos que Kestelboim estaba casado con su hija Púpele (muñequita en idish), llamada: Mercedes Raquel Emilia. Siempre – César–la denominó: ñusta (princesa incaica). Mario Kestelboim es incluido por los militares en el Acta institucional. En la Conarepa – Púpele–figuraba como “la vinculada del interdicto”. Marcos en una carta a su hija en el exilio, le dice: “¿no es un lenguaje obsceno?”. Chunchuna Villafañe su sobrina, solía frecuentarlo. Estaba emparentada con Benjamín Villafañe, el caudillo conservador jujeño. Esto como chisme farandulero y genealógico. Que tanto ayuda a comprender las redes sociales de la política. Don Benjamín Villafañe fue un tábano molesto, en tiempos de Yrigoyen.

Las reflexiones políticas de don César, siempre estaban encuadradas en un realismo, cuyo eje era el conocimiento de la lucha ante el poder, y sus detentadores reales. Sus definiciones no conceptuaban el sexo de los ángeles, sino la lucha terrena. Al analizar el baño de sangre engendrado por la triple A y los Montoneros, con sus consecuencias irreparables para el peronismo, y para la Nación, era sumamente crítico. Ante el golpe militar en 1976, en la intimidad de la confesión política, dirá: Gelbard, Rucci, López Rega, Luder e Isabelita, son parte del Proyecto Peronista del 73-76, a pesar de todo… Su caída es nuestra derrota. No podemos explicarnos lo sucedido en 1976, sino comprendemos esto. Las órdenes de represión nacieron de nuestro gobierno. Es para pensar, ¿no? Palabras más, palabras menos, era su pensamiento en los años postreros de su vida. En 1983, al triunfar Alfonsín y ver la alegría desbordante de la juventud en el Obelisco, ante nuestra desesperanza, nos expresó: ¡son todos peronistas! ¡Míralos como saltan y bailan! ¡Son la murga, compañeros! Sobre esta derrota electoral de Luder ante Alfonsín, nos contó una anécdota sobre el candidato a presidente peronista del 83, que nos muestran su ironía y particular forma de contemplar la política. La cosa fue así. Los invitan a él y Raúl Lagomarsino al Círculo del Plata, entidad política que regenteaba Marcelo Sánchez Sorondo, mi maestro político. En el tradicional puchero de los jueves, al mediodía, estaba invitado Italo Argentino Luder. Con la institución anfitriona y el homenajeado, Marcos y Lagomarsino estaban distanciados. A pesar de ello, asistieron. Esperando la llegada del Candidato Presidencial, Marcos y Lagomarsino deciden no saludarlo antes de que él lo hiciera. El motivo, visualizar su amplitud política, la superación del falso orgullo electoral. Llega Luder, como es costumbre ante la posibilidad cierta de asumir el poder, los presentes se agolpan a saludar. Marcos y Lagomarsino impasibles, al fondo del salón. Complotados en resistir la tentación de la cortesía obsecuente. Luder no se acercó, a pesar de reconocerlos. Nunca se saludaron… Marcos, confirmaba: ¿viste? Se merece la etimología alemana de su apellido. Traducido, significa: carroña. No será Presidente, afirmaba. No compartí esa exageración familiar, propia del viejo César.

A esta altura de nuestra remembranza de la vida de César Marcos, me pregunto: ¿por qué evoco su presencia? ¿Sirven estos recuerdos? Sin duda no se trata de memorias, porque memorias escriben las personas importantes (como solía decir Arturo Jauretche, siendo nada menos que él), más bien el correr de la escritura es de memoria. Esta presencia está destinada a todos aquellos que gustan saborear el sentido de la vida, de la amistad. Y sobre todo, la amistad política. Para la vida en la polis. Para la Paideia argentina.

César Marcos es parte indivisible de esa época, que comienza a convertirse en mito con la muerte de Eva (26.7.1952) y en doctrina con la muerte del Gral. Juan Domingo Perón (1.7.1974). Ambos son parte de nuestro pueblo, al cual respetaba Marcos aún a costa de su vida. Es tiempo de reflexión, de asumir experiencias, de realizar críticas a sus acciones, a sus errores. Valorar sus aciertos. La perspectiva histórica es importante. Conocernos y comprendernos entre argentinos es fundamental, entre peronistas es accidental. Primero: la Patria, después el Movimiento, y por último: los hombres, es la metodología nacional.