Un estudio del Colegio de ópticos advierte que 1 de cada 3 adolescentes argentinos tendrán miopía en 2020 por el mal uso del celular. El abuso de las pantallas genera cansancio y sequedad en los ojos y afecta el desarrollo del globo ocular.
Lo dice el director del Instituto de la Visión de Buenos Aires, Omar López Mato y aviva el debate -con una nueva arista médica y no pedagógica- sobre un tema instaladísimo en los grupos de WhatsApp de padres y madres: cuánto tiempo está bien o está mal que los chicos usen el celular.
El dato lo obtuvo de un informe del Colegio Nacional de Ópticos-Optometristas (CNOO), que dice que «el 33% de los adolescentes tendrán miopía para 2020 como consecuencia de la utilización inadecuada de dispositivos móviles».
«Antes, los niños estaban expuestos únicamente a la luz azul producida por el televisor, pero ahora están enfrentados a un mundo multipantalla. Los ojos tienen una exigencia para la que no están preparados, porque los usuarios alternan entre la computadora, el celular y la tablet», dijo López Mato.
¿Qué es la miopía? Se trata de una anomalía del ojo que produce una visión borrosa o poco clara de los objetos lejanos, causada por un alargamiento del globo ocular o una falla en el cristalino.
Fernando Giusio, especialista en «ojo seco» del Hospital Italiano, también hace foco en que no es lo mismo una pantalla que otra. Pero, a la vez, resalta que aún no fue comprobado que el problema sea la luz.
Miramos el celular entre 80 y 110 veces por día, ¿es verdad que a un nene o nena le afecta más en los ojos el uso del celular que a un mayor? «Lo que produce el uso del smartphone es que se esté mucho más tiempo con los ojos abiertos, que no se parpadee lo necesario y lleva a la astenopía (cansancio visual) y al ojo seco, el principal síndrome del mal uso del celular. Tiene que ver con lo postural más que con los ‘rayos’ de luz. Que los chicos tengan los ojos más débiles a esa luz es un mito», explica a Clarín.
Pero Oscar Ghilino, médico especialista en oftalmología y director de Oftalmos, sí resalta que es mucho peor en un niño.
«La ciencia está comprobando que existe una relación directa entre el desarrollo del globo ocular y el tipo de uso que los chicos le dan a los celulares. Todos los chicos son hipermétropes: el ojo es más corto que el de un adulto, tiene que crecer. Los estímulos que reciba o no ese ojos van a influir en ese crecimiento. Los que están todo el día encerrados con la tecnología y no tienen actividad al aire libre tienen toda la propensión a desarrollar miopía. Tienen que alternar porque sino sus ojos van a tender a ver de cerca».
López Mato precisa en que «un aumento del reflejo de acomodación facilita el alargamiento del globo ocular y, por lo tanto, de la miopía».
«Al mirar el celular se utiliza la acomodación, se contrae el músculo ciliar, unido al cristalino, y permite que las distancias lejanas se enfoquen de cerca. El ser humano no está preparado para estar todo el día ‘acomodando’ o mirando de cerca. Cuando miramos de lejos, relajamos la vista», detalla Giusio.
Pese a que el 60% de los chicos que tienen ‘ojo seco’ no pasa por un consultorio porque, dice Giusio, «los mayores van a la farmacia y los automedican con colirio, que no se debe hacer», el aumento de los que llegan a él por este tema es «exponencial«.
Cuando habla de «posturas» y «acomodación» no se refiere al cuello o la columna -a los problemas cervicales y lumbares de estar mirando para abajo, a la altura de la mano, el celular-, se refiere a lo que pasa en los ojos cuando los chicos están muchas horas frente a esa pantalla.
«Es una posición anómala, están semiagachados, con los ojos abiertos, parpadean lo menos posible porque están muy atentos a lo que ven. Es un dispositivo cercano, no es como la tele, que la ven a cierta distancia, al celu lo tienen pegado y, cuando les compran el primer celular, lo tienen todo el día», agrega.
Lo que no es un mito es que ciertos mecanismos cerebrales de autocontrol en los niños aún no están maduros, lo que los hace más vulnerables al desarrollo de adicciones. La Universidad de Córdoba detectó que 1 de cada 4 usuarios de tecnología realiza un uso abusivo. Según López Mato, «estamos criando individuos acostumbrados a la gratificación inmediata con sólo apretar un botón».
En el Instituto de la Visión de Buenos Aires se reciben cada año más consultas de padres y madres «preocupados» por alumnos de primaria y adolescentes tienen molestias y problemas «directamente relacionados a la exposición a pantallas.
José Gonzalez Del Cerro, especialista en oftalmología pediátrica del Hospital de Ojos Santa Lucía, también habla de esa «plasticidad» del ojo. “Desde que nacen hasta los 6-8 años, los ojos se pueden ver afectados por esta ‘visión cercana’. Eso impacta más que la luz azul, que no induce la miopía. Los chicos necesitan la ‘visión lejana’ porque eso produce el desarrollo ideal de su visión. Y esto se da con la vuelta a los juegos en el mundo real, al aire libre”.
Lo que aún se debe comprobar sobre la luz azul del celular es la teoría de que produciría un estímulo de «células amácrinas en el ojo que alteraría el ritmo circadiano, lo que produciría una alteraciones en el natural ‘día y noche’ de los chicos».
A su vez, concuerda con el notable aumento de «padres y madres preocupados» y dice que «antes preguntaban ¿mi hijo tiene miopía?» y que «ahora preguntan ¿tiene miopía porque usa mucho el celular». Dice que el tema está generando conciencia desde los medios para que «dejen de calmar a los chicos con la tecnología y los hagan salir al mundo».
Consejos
Un estudio del pediatra Guillermo Goldfarbla, publicado en 2016 en la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), busca «advertir sobre el nivel de exposición a pantallas que tienen los niños y adolescentes argentinos» y explica que la que más «valoran» es la del celular: les permite ver series, escuchar música, jugar, estar en las redes y chatear con amigos.
En él cita a la Academia Americana de Pediatría, que más allá de la miopía, aconsejan que antes de los 18 meses de vida los bebés «sólo deberían usar aplicaciones de video en tiempo real, tipo Skype, Facetime, para comunicaciones con familiares viviendo a gran distancia». Para que conecten con el mundo real: «las expresiones faciales, el tono de voz y lenguaje corporal que resulta del intercambio entre un niño pequeño y los padres».
Ya sobre la miopía específicamente, y el buen descanso también, recomiendan que después de los 2 años «no se les permita llevar a la cama un dispositivo luminoso antes de dormir», que no se los deje solos frente a ellas, que sean apps interactiva (que tengan que usar la función táctil) y que el uso de cualquier pantalla no supere las 2 horas diarias. ¿Lo positivo de que las usen? «la exposición a programas apropiados para su edad tienen ventajas cognitivas sobre los que no tuvieron esa oportunidad.»
Para los adolescentes, hay una regla infalible, la del 20-20-20, que deben inculcar como parte del buen uso del celular: cada 20 minutos, descansar de la pantalla mirando un objeto que esté a 20 pies (6 metros) y parpadeando varias veces durante 20 segundos.
Finalmente, lo ideal es alternar el uso de pantallas con ejercicios, juegos y deportes al aire libre «combate la obesidad y el sedentarismo, que van de la mano con la evolución de la miopía», sugirió Goldfarbla.
Fuente: Clarín