Gustavo Sáenz y el romerato inician una separación que tuvo como anticipo desavenencias y traiciones. Los arrimes del Gobernador con Karina Milei y Guillermo Francos se contraponen a las operaciones del senador nacional Juan Romero que quiere su reelección. En el medio, el pasado amistoso del gobernador con Sergio Massa y el grupo Macro provoca la distancia con la Casa Rosada.

N. de R.

El escenario provincial está signado por las disputas de lo que hasta hace poco fue una alianza política plural que comandaba Gustavo Sáenz. La dirigencia política oficialista estuvo contenida hasta hace poco en un tinglado en donde convivían sin mayores disputas conservadores y progresistas desparramados entre justicialistas, radicales, macristas, renovadores, romeristas propensos al sabotaje, urtubeycistas reciclados y un remanente del kirchnerismo salteño rebeldes con la conducción de Sergio Leavy.

Sin embargo, mirando al 2025 son las aspiraciones personales de pesos pesados los que van medrando los acuerdos con el Gobernador y contaminan los vínculos.

Al borde del divorcio

El desarrollo de esta coyuntura indica que el romerato y Sáenz iniciarían el divorcio luego de un matrimonio plagado de desavenencias. Ya en 2023 se acabaron las excusas para convivir cuando Bettina Romero fue derrotada en su intento reeleccionario en la comuna capitalina. En esa elección también enterró su derecho a suceder a Sáenz en la gobernación y comprometió también el derrotero prolijo de su padre que si bien trabaja eficientemente en la trastienda del poder, es incapaz de obtener votos en una lista de candidatos. Por algo las encuestas hablan de que tres cuartos de la población tienen un concepto negativo de su persona.

La desconfianza con Massa y los amigos salteños

La habilitad de Sáenz para compatibilizar con el poder nacional -cualquiera fuere su signo político- ha generado la crisis con los que se declaran libertarios genéticos y lo consideran un advenedizo en el ámbito libertario. El gobernador sostuvo estrechas relaciones con Mauricio Macri y Rogelio Frigerio cuando era intendente, y forjó mejores vínculos con el entonces plenipotenciario Sergio Massa durante la gestión del híbrido Alberto Fernández. Casi la totalidad de las obras y recursos de sus gestiones los obtuvo con ese perfil complaciente y conciliador.

El diario digital “La Política On Line” ha comenzado a ventilar una versión no confirmada por la que asegura que Javier Milei habría instruido a su hermana Karina -encargada del armado político libertario- que en Salta cierre acuerdos con el senador Juan Romero y Alfredo Olmedo, dejando afuera al saencismo. Sin perjuicio de que se invoca la orden presidencial fundada en la percepción de que Sáenz sería un “chanta”, existirían otros motivos que habrían generado la desconfianza de los habitantes de la Casa Rosada.

La condena política impuesta al gobernador estaría fundada en su amistad con Sergio Massa, y los vínculos de ambos con Jorge Brito (hijo), el vértice piramidal con el grupo Macro, que esta semana fue acusado de intentar la desestabilización de la política económica nacional generando una corrida cambiaria. La maniobra financiera existió, y no existen dudas de que fue legal, pero se especula que tuvo intenciones políticas de llevar el valor del dólar a un equivalente de dos mil pesos, provocar la suba de los índices inflacionarios y comprometer objetivos de la cartera económica que ya se encuentra en apuros por los altos niveles de recesión y la disconformidad ciudadana que va en aumento.

No se computan en este caso las sociedades del romerato gestadas en los ´90, cuando el gobernador Romero entregó por una centena de miles de dólares la agencia financiera oficial al Banco Macro, previo desguace del Banco Provincial de Salta. Bastan las actuales incursiones de Massa con José Luis Manzano en Edenor y un contexto de vínculos empresariales que no avizoran el éxito de la gestión de Milei, hoy solo concentrado en el Premio Nóbel de Economía mientras las consecuencias sociales del ajuste provocan mal humor ciudadano. Es que el Presidente no necesita mayores certezas para condenar públicamente a quienes no adhieren con fervor a su credo. Sáenz podría ser hoy víctima de las especulaciones de una mente paranoica que ocupa el Sillón de Rivadavia.

Punto de quiebre

La amistad política de Sáenz con Romero y Olmedo ha llegado a un punto de quiebre. El senador y el sojero sostienen una vinculación política y empresarial desde hace dos décadas, la que siempre estuvo sometida al liderazgo del jefe del clan familiar romerista. Hoy son los que mantienen una conexión directa con Casa Rosada y que pueden ofrendar la estructura necesaria para que los votos espontáneos que cosecha el Presidente Milei puedan canalizarse en bancas legislativas adictas al León Presidente. Claramente, no necesitan más que las estructuras partidarias organizadas para contener el apoyo aluvional del fenómeno libertario. 

Por lo pronto, el que fuera el partido de Olmedo en Salta se ha convertido en estos días en la estructura partidaria de La Libertad Avanza y se descarta que el PRO, el Frente Salteño y la UCR integrarán la alianza nacional digitada por el oficialismo nacional en Salta.

Ave Fénix

Juan Romero prontamente ha cobrado la factura por sus gestiones exitosas en la sanción en el Senado Nacional de la tan ansiada Ley de Bases, y esto implica un acuerdo político que conduce a su re-reelección en la banca que ocupa hace once años en desmedro de la intención saencista de integrarse a la nueva ola libertaria. 

Implicaría la desautorización de los compromisos asumidos por Guillermo Francos y la simpatía que despierta el gobernador salteño con la hermana del León y provocará seguramente tensión a días de que se firmara en Tucumán el acuerdo con dieciocho gobernadores no tan convencidos de los beneficios de la actual gestión.

En términos lógicos, la supuesta bendición del Presidente hacia Romero y Olmedo no provoca mayores sorpresas pues son los que siempre apoyaron a la centroderecha que milita o está asociada a los libertarios. No obstante, podría implicar la salida de algunos funcionarios provinciales que reconocen su origen en el Romerato. Salvo Sergio Camacho -el ministro más poderoso del gabinete que ya no extraña la Casona de Lesser- la separación desestabiliza los nichos de poder que Juan Romero conservó, y obliga a que algunos intendentes definan lealtades a la hora de jugar en las elecciones nacionales.

El botín en riesgo

El área de juegos de azar, donde preside y manda sin control alguno el testaferro del senador nacional Aníbal Caro comienza a transitar por una cornisa. La obra pública y el servicio del transporte, donde también se benefician algunos amigos del romerato con la colaboración de Camacho y el Ministro de Gobierno Ricardo Villada, podrían ingresar a una etapa de revisión. 

No todo depende de la voluntad de Sáenz. El diario de la familia Romero juega su línea editorial que de por sí es crítica y que amenaza con someter a la gestión al escarnio por algunas desprolijidades. Como los libertarios, el romerato es propenso a confeccionar y exhibir carpetazos que podrían comprometer a funcionarios venales, salvo los propios del romerato. Un segundo mandato condicionado por las limitaciones de la economía y los recursos de los que mayoritariamente depende la provincia, necesita evitar que investigaciones periodísticas afecten a algunos alfiles del gobierno local.

Otros más optimistas, que habitan en el Centro Cívico Grand Bourg, sostienen que para nada altera el acuerdo de Milei con el romerato, ya que en la Casa Presidencial respetan la proyección de Sáenz como figura nacional que podría competir por la conducción de un Partido Justicialista que hoy se debate entre un perfil dialoguista o la confrontación para el caso de que sea copado por las huestes de Cristina Fernández de Kirchner. Ellos esperan que un conejo salga de la galera de su conductor. 

Así las cosas, con vistas a la elección de 2025 aparece como inevitable la separación de los comicios, pero también obliga a que en el turno electivo nacional Sáenz proponga una fórmula propia que represente una tercera posición en la que el oficialismo proponga un delfín para senador nacional e integre una lista de diputados nacionales que pueda colar representantes en el Congreso de la Nación que se identifiquen con el líder local. La equidistancia del gobernador con los dos extremos de la grieta debilita las expectativas electorales de una tercera posición y comenzaron a retraerse algunos interesados por candidaturas como Pablo Outes, Esteban Amat y Ricardo Villada.

Todo, en definitiva, dependerá de los resultados de la política económica. Según las encuestas, una mitad del electorado sigue aprobando los salvajes ajustes de Milei aunque a muchos les signifique precariedad económica doméstica. Pero otro pedazo se dividirá entre el kirchnerismo que conserva un núcleo duro, y el aparato que supo estructurar Sáenz con intendentes, senadores, diputados y concejales.

El divorcio entre Romero y Sáenz no lastima demasiado. Entre el cinismo que ha caracterizado esta sociedad, y la contienda frontal, muchos prefieren esta última. Los saencistas de la primera hora no destilan afecto hacia los de Limache, y éstos desprecian a los oficialistas a quienes tachan en cada reunión íntima de inútiles y corruptos. Los romeristas genéticos heredaron todos los sentimientos contrarios a Sáenz del senador nacional que los conduce.