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Cacho Javier: “La memoria es el arma más poderosa que tenemos”

El militante peronista y trabajador por los derechos humanos Juan Domingo Javier, nacido en Berazategui en 1952, pero que estuvo exiliado en Tartagal durante 30 años, presentó su libro “Relato militante”, publicado en 2020.

Mario Flores

Juan Domingo Javier no visitaba Tartagal desde hace casi una década. El militante, otrora dirigente de las manifestaciones sociales más grandes de la historia del departamento San Martín, escribió una serie de textos testimoniales que -en una línea de tiempo que parte de su persecución durante la última dictadura militar, hasta su intervención en el juicio por delitos de lesa humanidad de 2010 contra Carlos Alberto Arias y Luis Ángel Gaspar Zírpolo- si bien fue editado en 2020, presentado en 2021, obteniendo la declaración de interés educativo, cultural e histórico en su ciudad natal, no pudo presentarse hasta julio de este año en Tartagal, casualmente en el marco de los 40 años ininterrumpidos de democracia. La presentación del libro “Relato militante” se llevó a cabo el viernes 21 de julio a las 20 H, en el Centro de Comercio de Tartagal.

“El encargado del operativo era El Santiagueño Rojas, que me insultaba “Hippie, “Porteño”, “Hijo de puta”, “Ahora te vamos a rapar”. Me llevaron a la comisaría y allí me recibieron el Gordo Velásquez y Quijada de Burro quienes, insultándome, me ataron a una silla”.

CAPÍTULO 10: INTIMIDACIONES

¿Cómo fue el armado de este libro y cuáles son los puntos principales que toca a la hora de señalar que son casi 40 años de militancia y participación activa?

La intención del relato es dejar algo para que las futuras generaciones tengan un documento de lo que fueron los 70. Porque a partir del advenimiento de la democracia en el 83, y presentada la aberración del libro “Nunca más”, implantaron la teoría de los dos demonios, es decir, malos de un lado (terrorista, subversivos, montoneros) y malos del otro (los militantes genocidas) y nosotros, los argentinos, pobrecitos, estábamos en el medio. Nosotros tuvimos dos persecuciones: la primera física, que era la dictadura militar, y la segunda, ideológica, que era la derecha argentina enquistada a través de los sistemas de poder, tildándonos permanentemente de ‘zurdos’. Pero así tuvimos que seguir subsistiendo. ¿Cómo subsistimos? A través de la memoria. La memoria es el arma más poderosa que tenemos. Con la memoria llevamos al banquillo a muchos militares y genocidas que hoy están cumpliendo cadena perpetua. Yo fui testigo del secuestro y desaparición de Aldo Melitón Bustos: yo vi quién se lo llevó. Y hoy dos coroneles están en cadena perpetua: Arias y Gaspar Zírpolo. Pero hay que seguir avanzando. Es como si imaginaras un pozo ciego: arriba flota lo que tiene que flotar, la materia fecal, y vos en el medio pero no dejando que la materia fecal te toque, y tratar de ser una especie de agente secreto como para poder operar dentro de ese sistema.

Has mencionado que Argentina es un ejemplo en materia de derechos humanos: ¿tu libro puede ser visto como un testimonio puramente anecdótico en clave del pasado o hay un verdadero interés en leer su dirección actual?

Nosotros estábamos preparados para morir contra una pared, fusilados, o en un enfrentamiento, pero nunca para siquiera imaginar las aberraciones que trajo la dictadura, como es la tortura, como es poner un palo en la vagina a una compañera para que se gangrene, robar chicos, tirar gente de los aviones… Para eso no estábamos preparados. Los que, más o menos, intentamos salvarnos, que es lo que yo cuento en este libro (CAPÍTULO 4: SECUESTRO Y TORTURA y CAPÍTULO 5: DESTIERRO), algunos se fueron a Suecia, otros a México, Francia, Alemania… En Buenos Aires era muy difícil llegar a una embajada, entonces le dije a un tío que yo estaba en la lista de Etchecolatz, y me dijo que me fuera a su casa en Tartagal. Allí me quedé, allí padecí, sufrí mucho la descalificación y la humillación, pero tengo que agradecer a la comunidad de Tartagal (a la común, al vecino) que salvó mi vida y me dio protección.

“Mucha gente simpatizaba con los militares y con los integrantes de las fuerzas de seguridad, ya que compartían los mismos espacios (la misa de los domingos, tocando después de la iglesia, apadrinaban escuelas). Esa era la vida en el pueblo. Las familias tradicionales, las de mejor posición económica, que hablaban mucho de ética y moral, se desvivían por tener a un militar cenando o almorzando en sus casas. Era muy común pretender que una hija se case con algún teniente u oficial de alto rango”.

CAPÍTULO 9:
IDIOSINCRASIA DEL LUGAR

Este libro finalmente se ha presentado en Tartagal, y no lo estás vendiendo sino que es un aporte a la historia de nuestra comunidad. ¿Cómo crees que se inscribe este material en la bibliografía y literatura del norte argentino? ¿Se dan este tipo de relatos?

Muy poco, porque no está insertado en los colegios, tal vez un poquito en la universidad, pero no es un material de estudio porque no hay materias que hablen de los 70 y el golpe militar. Eso acá está prohibido, y si la ley lo permite también lo van a prohibir. Los 70 no se tocan. Los que ganaron escribieron UNA historia, y permanentemente la están sosteniendo, te lo dicen a través de la derecha, y niegan los desaparecidos, y dicen que los derechos humanos son un curro. Ojalá que en las futuras generaciones no suceda eso, y puedan aclarar las páginas negras de la historia. Yo voy a morir, indudablemente, sin tener la posibilidad de que me reconozcan, como tampoco van a reconocer a Menena Montilla, la ametrallaron estando embarazada, como tampoco van a reconocer a Santillán, que lo sacaron de Mosconi, lo llevaron al cerro, lo ataron y le pusieron una granada, la desactivaron y se fueron. Aberraciones que jamás van a dejar que la comunidad conozca en su conjunto porque es su acabose. Tartagal es muy particular: tenés el Regimiento de Monte 28, el escuadrón de Gendarmería Nacional, la policía de la provincia y la policía federal, y los servicios de inteligencia por la frontera… Pero tenés algo mucho más jodido para instalar este tipo de literatura: la presión permanente para que vos no existas, que fue en parte lo que a mí me pasó. Contra eso, luchamos. Pero la gente a lo mejor recibe el libro y después lo tira a un costado y no lo lee.

¿Cómo nos ayuda la lectura de la memoria histórica para no sucumbir a las propagandas políticas donde impera un discurso de la tiranía y el uso de la fuerza?

La conciencia es fundamental. Si el 60 por ciento del ciudadano argentino hubiera tenido memoria y conciencia, Macri no hubiera sido presidente. Hoy nosotros estamos en una situación muy grave y difícil, porque tenemos una dictadura enquistada dentro del sistema democratico, jurídico y económico. Son los que están manejando el país por encima de la investidura presidencial y la constitución. Una democracia en terapia intensiva que está a punto de morir. Eso trae como contrapartida que el poder central está tan tranquilo de manejar los legisladores, manejar los intendentes, manejar en fin: están tan tranquilos que saben que nunca va a generar un dolor de cabeza el departamento San Martín, por ejemplo. Salvo en un corte de ruta, que sale la gente a la calle, es una fuerza indestructible. Hoy mi militancia activa sigue en en materia de derechos humanos, partidariamente no. Logré que en Berazategui se les ponga nombres de compañeros desaparecidos a las calles, y otras formas de reivindicación en materia de derechos humanos. De lo partidario ya no, no hay nada que me convoque.

“Ojalá que las nuevas generaciones aprendan de los errores del pasado, para no seguir cometiendo los mismos, y poder bregar por una zona, un departamento y un Tartagal distinto. Uno de los instrumentos que sirvieron para derrotar el pensamiento, fueron algunos medios de comunicación funcionales al poder, los que disfrazándose de independientes propagaron las ambiciones de algún candidato o funcionario político de turno, y que con la crisis crecieron económicamente a la par de ellos. Todo esto acontenció en Tartagal, lugar donde me exilié y salvé mi vida, lugar que me cobijó y donde, a partir del advenimiento de la democracia, decidí continuar con mi militancia social y política”.