Un grupo de lectores de CUARTO PODER han compartido una inquietud: ¿cómo es posible que en algunos lugares de la ciudad de Salta pareciera no regir la prohibición de fumar en espacios cerrados? ¿Es esta una arraigada pero dañina tradición?… ¿O una costumbre obsoleta que urge erradicar?

Lucas Sorrentino

El deporte y el ocio suelen combinarse en los cafés y billares de Salta. Sin embargo, en algunos de estos lugares, estas noches de diversión están marcadas por una alarmante falta de control. En un café ubicado en Tres Cerritos, sobre la Avenida Reyes Católicos, un televisor de gran tamaño reunía a un grupo de personas para ver un partido de fútbol. Pero el ambiente estaba cargado no solo de emoción, sino también de humo de cigarrillos, algo que se supone prohibido en espacios públicos.

“Al acercarme al área de billares, vi a menores fumando, bebiendo cerveza y noté una total ausencia de control”, relató un testigo.

Al preguntarle a un amigo cómo era posible que se permitiera fumar en un lugar cerrado, la respuesta fue contundente: “En todos los billares se fuma; es costumbre. Nadie viene a revisar y la policía tampoco controla”. De acuerdo con su relato, esta falta de supervisión es recurrente en todos los billares de la ciudad. Mencionó algunos otros, como el ubicado en la Bicentenario entre Alvarado y Caseros y otro en la 25 de Mayo entre Güemes y Santiago. Pareciera que esta situación es de público conocimiento y, hasta el momento, tolerada.

Esta permisividad entra en conflicto con la normativa vigente. En la Provincia de Salta, la Ley Nº 7631 regula el consumo y comercialización de tabaco para proteger la salud pública. La normativa prohíbe fumar en ciertos lugares de concurrencia masiva, como centros de trabajo, escuelas y espacios colectivos, además de exigir carteles que indiquen esta restricción. Las sanciones se aplican con mayor rigor para quienes tienen responsabilidades de control.

La ley es clara, pero su aplicación parece flaquear. Las mesas de billar llenas de jóvenes y el ambiente cargado de humo y alcohol reflejan una realidad que contradice la normativa. La responsabilidad recae, en última instancia, en el municipio, encargado de la fiscalización de los locales, y en la policía, que debe controlar el consumo de alcohol en menores. La pregunta es: ¿quién debe actuar para que estas normas se traduzcan en espacios seguros para todos?

Efectos nocivos del humo de cigarrillo en no fumadores

El humo del cigarrillo en ambientes cerrados afecta gravemente a los no fumadores, quienes quedan expuestos al “humo de segunda mano” o “humo ambiental”. Esta mezcla de humo exhalado por el fumador y el que se desprende del cigarrillo encendido tiene consecuencias serias para la salud, especialmente en espacios cerrados donde el humo no se disipa.

Los efectos más relevantes incluyen:

Problemas respiratorios: El humo del cigarrillo contiene partículas irritantes que afectan las vías respiratorias de los no fumadores, provocando tos, dificultad para respirar, y agravando condiciones como el asma y la bronquitis.

Enfermedades cardíacas: La exposición frecuente al humo de segunda mano puede aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares, incluso con una breve exposición.

Cáncer de pulmón: Los no fumadores expuestos tienen un riesgo elevado de desarrollar cáncer de pulmón, ya que el humo contiene más de 70 sustancias cancerígenas.

Complicaciones en embarazadas y niños: En mujeres embarazadas, el humo de segunda mano incrementa el riesgo de complicaciones como bajo peso al nacer y partos prematuros. En niños, está asociado con infecciones de oído, problemas respiratorios y mayor riesgo de asma.

Efectos inmediatos en la calidad de vida: Las personas expuestas sufren molestias inmediatas como irritación ocular, dolores de cabeza y fatiga.

La exposición prolongada al humo de segunda mano es peligrosa y puede tener consecuencias a largo plazo, incluso en quienes nunca han fumado. Por ello, la regulación de estos espacios es esencial para proteger la salud de todos los asistentes.