La salteña Mar Tarrés ganó el tradicional concurso “La chica del verano” de Villa Carlos Paz y dejó atrás a todas las vedettes. Así, derribó los prejuicios estéticos y reabrió en el país el debate sobre el cuerpo ideal.

Reproducimos a continuación la nota publicada por Clarín.

“La chica del verano 2016 es… Mar Tarrés”. La ceremonia, ya tradicional al final de la temporada de Villa Carlos Paz, tuvo este año un desenlace inesperado y hasta revolucionario. Porque la ganadora –salteña, 28 años, protagonista de la obra “Minas Jodidas”– no tiene nada que ver con los estereotipos clásicos de belleza. Con su figura, que ella define como “extra large”, se impuso a vedettes y modelos flaquísimas y exuberantes.

El triunfo de Mar Tarrés fue una cachetada a lo políticamente correcto, a los mandatos estéticos, a la injusta disparidad entre lo que ofrecen las pantallas y lo que devuelve la realidad. Y vuelve a plantear un debate cada vez más instalado, que se da no solo a nivel local.

“El cuerpo es patrimonio y símbolo de una época. Creo que la elección de esta ‘chica del Verano’ es un pequeño estallido, en Carlos Paz se atrevieron a desafiar el discurso imperante que indica qué es y que no es bello”, explica a Clarín la licenciada Any Krieger, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina.

 

El caso llegó incluso a la revista People, de Estados Unidos: “Mar Tarrés está tirando abajo las normas sobre el cuerpo”, titularon. Se ve también en la reciente campaña del especial de trajes de baño de la revista Sports Illustrated, un marcador de tendencia para el público estadounidense (ver aparte). Y se percibe también en la polémica alrededor de los certámenes de belleza: la semana pasada se suspendió un concurso de bikinis en las playas de Puerto Madryn. Y ya se dieron casos similares en Italia, Alemania y Portugal. ¿De qué hablamos cuando hablamos de belleza?

 

“Esto no lo gané yo sola –dijo Tarrés al recibir el premio–. Lo ganamos todas las XL. Todas las gorditas, las que tienen celulitis, las que tienen várices, las que tienen estrías. Todas las mujeres reales ganamos esto”. Y lo reafirma en la charla con Clarín. “Hasta no hace mucho tiempo mi vida era otra. Yo no creía en mí, nadie creía en mí. Tenía la autoestima muy baja. Hasta que un día dije: basta de conformar al mundo, entendí que vivir de acuerdo a los mandatos te angustia más, te hace engordar”.

Mar (apócope de Mariana) vivió hasta los 18 años en Tartagal y después se fue a cursar Ciencias Económicas a Córdoba. Empezó a estudiar teatro y a escalar en la escena de monologuistas y standaperos locales. El motor de todo el crecimiento está justamente ahí, en donde más incomodidad sentía: cargadas por su sobrepeso, frustración por su imagen, destrato por no poder conseguir talles ni ropa “como el resto de las mujeres”. Incluso, hoy, prefiere no decir su peso. “Vi sufrir a mucha gente, y mucha gente que viene a verme al teatro me agradece por poner en agenda un tema como este. La gente cree que fomento la obesidad pero jamás haría una cosa así. Mi papá murió por tener sobrepeso. Trato que las personas que sufren esto puedan levantar su autoestima”.

En ese sentido, Krieger explica: “Ojalá el paradigma de belleza esté cambiando, es decir, que los valores se centren en otros aspectos, más humanos, más naturales, y no en lo que percibimos como ‘el cuerpo perfecto’. Esos cuerpos perfectos tiene un alto componente artificial: están ideologizados. El mercado bombardea ofertando con las cirugías la ilusión del cuerpo perfecto, donde subyace la idea de la felicidad. Evidentemente, esto no se consigue y obliga una y otra vez al intento. Ponerse y sacarse siliconas, retocar la nariz, nos habla de una ilusión que fracasa. La idea de belleza hoy se asocia con cuerpos y rostros intervenidos por las cirugías, cruzados por las exigencias del consumo. Este viraje de la mirada se viene dando desde hace algunos años, como la aparición del calendario de Pirelli. Es un reconocimiento del otro que contempla su aspecto humano”.

La revista Time también eligió abordar el tema en su tapa de hace dos semanas: “¿Podemos dejar de hablar de nuestro cuerpo?”, a propósito del lanzamiento de las nuevas muñecas “Barbies”, con cuatro figuras diferentes, siete tonos de piel, 22 colores de ojos y 24 estilos de cabello (ver aparte).

“Los hombres están siendo muy exigentes con las mujeres. Creen que una que use un talle 44, que vendría a ser un M o un L, ya es ‘una gorda’. El hombre diagnostica a la mujer moderna sin conocerla. Creo que la mirada masculina tiene un alto porcentaje de responsabilidad en la anorexia femenina”, analiza Krieger. Y cierra Tarrés, la misma que desde el escenario hace reír y pensar: “Son temas que hay que hablar. La bulimia, la anorexia, el bullying. No podemos dejar que haya otra generación que sufra por esto. La sociedad tiene que hacerse cargo. Todos nos tenemos que hacer cargo”.