POR MARTÍN MIGUEL GÜEMES ARRUABARRENA


El prócer porteño es parte indubitable de la historia del país de los Argentinos. Del esquema de poder existente, ayer y hoy con eje en el Río de la Plata. Está vivo en la cultura cosmopolita que instruyen instituciones ligadas a la civilización como la Academia Nacional de la Historia; medios de comunicación como el diario “La Nación” (tribuna de toxina), y en el pensamiento de las fuerzas vivas, o los vivos de la fuerza. La tiranía de los curiales, del poder judicial es otro hecho visible (América es un inmenso desierto, poblado de abogados). Centros sociales ambientados en el fair play como el Jockey Club, el Círculo de Armas o el Club del Progreso, se disputan su procerato; y en las tenidas ayer secretas, hoy discretas de los “hermanos” Tres Puntos, veneran su personalidad al ritmo del compás y la escuadra, y del ojo avizor del Gran Arquitecto del Universo. De esta forma sutil, subrepticia, Mitre aún influye en los ámbitos generadores del pensamiento “liberal”, favorable a la división internacional del trabajo forjada por la mano invisible del mercado. Fundaciones solventadas o promocionadas por el capital internacional, divulgan su pensamiento y acción centrifuga de lo nacional. Y esto abarca liberales, progresistas, tributarios de sus enseñanzas históricas, de banderas libertarias, pro capitalismo anglosajón. Para ser justos, equilibrados, debemos decir: sus epígonos fueron peores. Mi Ley (el león sionista), y K Harina de otro costal (astrologa), Ca Puto (gestor de intereses financieros) son ejemplos contemporáneos. Por eso, Alberdi afirma: “(…) Lo triste de pensar es que Mitre ha formado una generación a su imagen y a su altura, para la cual es él todo lo que hay de grande y perfecto. (Escritos Póstumos. Tomo VIII, Pág. 671).

La Vuelta de Alberdi

Para analizar al Mí trismo y sus epígonos, rescataremos los conceptos vertidos por Juan Bautista Alberdi, sus puntos de vista, vertidos en sus Escritos Póstumos, pues sus ideas son un iceberg, cuya superficie oculta una profundidad no conocida. Por ello, el liberalismo de cuño porteño, portuario, fenicio, de la Libertad Avanza, lo ignora… Sigamos al prócer tucumano, norteño, en sus apreciaciones sobre la organización “nacional” con eje en el Río de la Plata, forjada por la política de exterminio a los Caudillos del interior, representantes de sus pueblos: “(…) También las provincias argentinas lo votaron en Cepeda y en Pavón, y no le dieron su sufragio para presidente sino cuando no les quedó un cartucho de pólvora, y se vieron entre las manos de Buenos Aires, entregados por su Presidente y por su Capitán General. He ahí el origen de su adhesión actual. (E.P, IX, 366-367) Cualquier parecido. con nuestra actualidad, no es casualidad, sino causalidad. Solamente la desmemoria de los dirigentes actuales, puede no verlo… el pacto de mayo, en Córdoba, solo es tardanza de lo que está por venir…

Desde el punto de vista político y social, existen dos países, expresaba Alberdi en Grandes y Pequeños hombres del Plata; libro destinado a desentrañar el pensamiento histórico de Mitre, a través de la disección de su biografía de Belgrano, que no es el creador de nuestra bandera, el vencedor de Tucumán y Salta, el artífice del pensamiento institucional de la independencia, sino Mitre cabalgando al genocidio de la Guerra del Paraguay. Acertadamente, afirma Alberdi “(…) En el libro de Mitre ha sido tratada la historia de la revolución de América en la parte que se refiere al Río de la Plata”. Por ello, Mitre tuvo una sola posición nacional: fue cuando se quiso privatizar el puerto de Buenos Aires, que ya no era: de la Santísima Trinidad, y luchó por nacionalizarlo. No hay rengo, tonto para el fuego.

Existen dos países, invertebrados (al decir de Ortega y Gasset), geográficamente dividido, histológicamente separados; uno pa’juerano que mira afuera y envidia el mundo civilizado, y otro pa’dentrano que piensa arraigado, en su querencia, en su pertenencia, en su identidad, y cree en las posibilidades de nuestra Patria Grande. Es la barbarie identificada por el montonero de las letras (Sarmiento). Con lo expresado anteriormente, no alejamos la posibilidad, que porteños y provincianos, personas de buena voluntad, con patriotismo, actúen honestamente (más allá de los intereses que tutelan los deshonestos) en procura de un país integrado, cuyo eje sea nuestra Patria Vieja. Otros, los embebidos de ambición, de intereses espurios, de ideologismos, son parte de la colonización mental existente en nuestra Argentina. Son maniqueos, mitómanos del orden, paz y progreso que promueve el libre cambio, la libre empresa. La libertad del zorro libre, en el gallinero libre, de comerse libremente a las gallinas. Libertad de lo exótico para degradar, y aprisionar lo autóctono. El accionar libertario, es: prepotente, excluyente, pretende actualizar el fervor anárquico libertario del Mitrismo, y retroceden al Siglo XIX, para “ingresar” al Siglo XXI, al Nuevo Orden Mundial.

El despotismo portuario, y los trece ranchos

El culto a Mitre, y seguidores (los próceres de la organización nacional), es profesado causalmente por todos aquellos que denostan los Movimientos Nacionales (a los cuales califican de “populistas”), y se montan en la idea de progreso, para cuya realización, hay que aceptar: la trampa de la deuda eterna (usura internacional mediante). El Imperialismo Internacional del Dinero, es su patrón democrático, su nuevo becerro de oro. Desde el punto de vista cultural, los anarquistas libertarios son una forma de ver el país, de actuar en la vida pública. De trepar en la pirámide social existente. De ser un puente, entre la vieja casta, y la nueva casta. Una defensa del status quo, del poder político y social injusto con centro en Buenos Aires, que licua a nuestras provincias, mediante el accionar de la moto sierra enchufada en el sistema financiero. La casta de ayer, y de hoy, de parabienes; tal como señala Alberdi:”(…) Estos caudillos de las ciudades se pretenden representantes de la civilización porque visten frac, montan en silla inglesa, hablan y se presentan según la modas importadas de Londres y París, como si la civilización de estas capitales estuviese en el traje y porte exterior de sus habitantes; y acusan a los caudillos de las campañas de representar la barbarie, porque visten poncho, chiripá, van siempre a caballo y no usan silla inglesa. (E.P, X, 353) Hoy, los anarquistas libertarios son infatuados, aunque no vistan frac, ni monten a caballo con silla inglesa… si gritan salvajemente, sus exabruptos, sus complejos más profundos.

La filosofía iluminista, racionalista, cientificista en Nuestra América, es la fachada de una irracionalidad clasista, aparentemente elitista, envidiosa de lo ajeno (exógena) tan anti populista en los hechos, como sus adversarios progresistas, socialdemócratas. La democracia que no supimos conseguir: nacida de la derrota de Malvinas; es la causante de que el sistema republicano y el federalismo, no existan en nuestro país. La deuda interna, social, es una culpa compartida. El Estado de Derecho, el Imperio de la Ley, no ha cumplido su función institucional: la defensa de la frontera invisible de la legalidad nacional (protectora de nuestros recursos espirituales y materiales) Alberdi dixit: “(…) La constitución, es decir, la libertad, la autoridad, no se escriben; se hacen: no se decretan; se forman, se hacen por la educación. No se hacen en el Congreso; se hacen en la casa, en el hogar: No viven en el papel; viven en el hombre. Quemad todas las leyes escritas de Inglaterra, su constitución quedará viva e intacta en el modo de ser de cada inglés. Al contrario, con un palito de fósforo podéis dejar inconstituida toda la América del Sud, pues su libertad consiste en constituciones escritas. (E.P., VII, 211).

Está de moda en el Siglo XXI ser tolerantes, crear consensos (sin disensos), confirmando en los hechos, que no hay más totalitario que un liberal asustado.

“(…) La libertad ha sido hasta aquí para la América del Sud, una abstracción, un principio filosófico, un derecho teórico del hombre. Ser libre ha sido para ella, poder gritar “viva la libertad”, escribirla en leyes brillantes, hacerle versos y quemarle incienso, como a una deidad platónica. En cuanto al goce y posesión de la libertad, a los ojos de la casta y virginal América, ha pasado eso como una materialidad grosera. (E.P., VII, 336)

En la peregrinación de luz del día (la libertad), y de la noche (el totalitarismo económico), podemos afirmar:“(…) La América del Sud se codifica a medida que su libertad desaparece en nombre de la libertad misma. En una palabra, la ley es el mejor instrumento de tiranía cuando el gobierno es Tartufo o Maquiavelo. (E.P., VII, 31)