A cuarenta años de su ingreso a la política, el ministro Julio César Loutaif es uno de los funcionarios con más fortuna del gobierno. Docenas de propiedades en Orán, concesionarias, fincas, casas deportivas, edificio y casi 12 millones de pesos según la declaración jurada de diciembre del 2011. (Silvana Brezina)

Cuando comenzó, la tía Raquel le prestó el zaguán de la casa para que tuviera una oficina. «Ahí se inició porque no tenían otro lugar. No le quedaba otra que acomodarse en una silla y levantarse para correrla cada vez que la tía entraba y salía por el zaguán, la única entrada por la puerta de calle». Apenas se recibió se puso a trabajar. El estudio quedaba en la 20 de Febrero casi al llegar a la Alvarado de la ciudad de Orán. Quizás esa incomodidad, mas la ajustada economía con la que tuvo que lidiar de chico, lo convirtieron en el hombre obsesionado por el negocio y la política que es hoy. En la casa paterna, en Alvarado al 300 de la misma ciudad, no había lugar para más. «Tenían solo dos habitaciones que daban a la calle y estaban separadas en el medio por un pasillo, luego venía una cocina con una galería y un gran patio». Los `baisanos´ memoriosos recuerdan también con cariño al papá del Ministro. Don Fuad enseñaba básquet a los chicos y era un muy buen sastre. Él cortaba las telas y tenía un ayudante que cocía en la máquina. La familia Loutaif vivía con lo justo y así hicieron estudiar a Julio Cesar en Tucumán, «porque la Neli Juri era de allá». La Neli, era en realidad Nélida: madre del actual ministro.

Al poco tiempo el contador Loutaif entró a trabajar en la municipalidad. Una vez allí, le otorgaron una casa en el Barrio Obrero. Así se llamaba en aquella época la urbanización que quedaba frente al basural, en la entrada de la ciudad. Después de pasar la finca de los Palacio y el aeropuerto, venía el basural donde ahora es el hospital. Al frente está el Barrio Obrero (ahora llamado Barrio Belgrano), y más allá -en la esquina de los Bomberos- recién comenzaba Orán. Para ahí se mudó, al Pasaje Alem 550, y llevó también su estudio en el que durante un largo tiempo no tuvo más que cuatro clientes, cada uno de doscientos pesos. Ese era su ingreso al principio: 800 pesos que lograba juntar de su estudio y a los que luego se le agregó un sueldo de Haciendas municipal.

En el recuerdo de los oranenses, quedó el negocio de venta de zapatillas de lona que inició doña Nélida, la mamá. En una de las habitaciones se abrió la casa comercial que luego fue dividida en dos para agregar una pequeña juguetería. «Empezó con diez zapatillas, por decir, y nada más». Aquel Orán, para nada era la ciudad que se ve hoy; era sí cuando la calle Alvarado recién comenzaba a vincular comercialmente a la estación del ferrocarril con los vecinos. Los paisanos con plata eran pocos. En aquella época se decía que tenían plata porque tenían negocios prósperos como Don Simón Abrahan, los Bujad… a ellos se los recuerda con buen pasar, pero a los Loutaif jamás. «Fuad, excelente hombre», aclaran con énfasis los de la colectividad. «Tenía la sastrería. Después estaban `Tagaila´ Loutaif -así le decían a uno de sus hermanos-, Jorge Loutaif casado con la Raquel Abdala, y -si mal no recuerdo- dos hermanas más. Ellos también tenían comercios chicos, pero con lo justo nomás». Nadie tiene al ministro como heredero de la gran fortuna de una familia adinerada. «En todo caso, su madre, llegó a ser comerciante de clase media; para nada con la pomposidad con la que se muestra hoy Julio Cesar».

Presente sin necesidades

Pocos años de carrera tuvo Loutaif fuera del circuito estatal, apenas ocho años sin ejercer la función pública de una carrera de 40 años. De una declaración jurada a otra, pasó de 5 millones trescientos mil pesos en 2008 a 11.298.276,50 en Diciembre de 2011, cuando inició su segundo período con Juan Manuel Urtubey. Pero la veracidad de esos números son sospechados por muchos a pesar de que Loutaif dice ser `el más veraz de los ministros’. En su última declaración jurada dijo poseer un departamento en Salta de 75 m2 que declaró con el valor de $345.000, pero que a cualquier hijo de vecino le saldría alrededor de $650.000. A un segundo departamento en la capital con una superficie de 94 m2 valuó en 405.000 pesos, pero a cualquier salteño le costaría cerca de $800.000. En fin, el ministro subvalúa sus propiedades, algo insólito para un hombre de negocios aunque bastante lógico para un político que debe enfrentar a la opinión pública.

Lo impresionante, sin embargo, está en Orán y muy relacionado al crecimiento comercial de esta ciudad en donde ya se erigen grandes edificios comerciales y que en muchos casos pertenecen al ministro y a sus hijos. Ubicados en las zonas más caras de la ciudad, en nada se parecen a la sastrería de Don Fuad, o lo que luego fue la pequeña zapatillería de Doña Neli. Esa propiedad antigua y chiquita se convirtió ahora en New Mauri (en alusión a su hijo Mauricio que maneja los negocios de la familia), una jeanería y zapatillería de marcas. La segunda casa de los padres del ministro, que construyó cuando Julio Cesar ya había entrado a la municipalidad en los 70 en la secretaría de haciendas, está completamente remodelada al estandarizado estilo `super cool´; y allí ahora vive Mauri. En su primera casa del ex barrio obrero, sigue morando el ministro junto a su esposa cuando está en la ciudad; y al frente de ella compró otra donde ahora vive una de sus hijas, una trabajadora de la justicia y Defensora Federal.

Subiendo unos metros por la calle Alvarado de la ciudad, pasando New Mauri, se visualiza un nuevo local comercial que habría adquirido recientemente para erigir otro local de idénticas características en rubros al anterior. Seguimos media cuadra más, cruzamos la intersección de Lamadrid y en plena ochava otra puerta te invita a entrar. Es la casa deportiva, pero cuyo edificio no adquirió porque sólo alquila. A 50 metros se ve un abandonado y derruido centro comercial. Cruzamos la calle y vemos que ya hay gente trabajando y acaba de adquirirlo. A tan solo 50 metros y siempre por Alvarado, nos topamos con otra ochava; ésta sí que dio qué hablar. Hace poco Julio Cesar adquirió todos esos terrenos en la esquina de Alvarado y 25, desalojó las viviendas, luego las derribó y allí levantó tres pisos en donde explota como propios negocios de zapatos y zapatillas de marcas caras y hasta instaló adentro una pequeña financiera para que ningún cliente se vaya sin su crédito comercial. A los otros locales lindantes los alquila.

Pero esto no termina ahí: un listado quizá brinde una panorámica más exacta. Propiedades inmuebles: Alvarado 326, demolió la antigua casa y edificó un nuevo comercio. Alvarado 350, demolió edificó e instaló nuevos comercios. Alvarado 402, alquila el local y tiene una casa de deportes. Alvarado 455, adquirió una Galería Comercial, la está refaccionando. Alvarado 502, adquirió la propiedad, demolió y edificó locales donde instaló casas comerciales propias y alquila otras. Terreno en 20 de Febrero esquina Coronel Egües, compró demolió y edificó otro centro comercial llamado Parada 20 del cual explota 5 o 6 locales propios con una confitería. En calle Lamadrid al 300 tiene una concesionaria de autos y abrió otra en un segundo local que alquila. Por último, compró el terreno de Pizarro 40 (a media cuadra de Plaza San Martín) en donde se construye un edificio de departamentos de 6 pisos más una planta baja para locales comerciales.

Es tan famoso el éxito empresarial del ministro, que algunos fabulan con convertirlo en un verdadero príncipe al estilo saudí. Esos «mitómanos de confitería» que alaban la capacidad del contador y su inteligente hijo, le han adjudicado un imperio cuya expansión territorial es una exageración: le otorgan la estación de servicio en ruta nacional 34 a la altura del ingreso a Colonia Santa Rosa, una vivienda en 25 de Mayo al 200, un terreno en Lamadrid 352, 6 Terrenos en L en calles Moreno y Dorrego y 6 departamentos en Salta. También le adjudican la concesión que la Petrolera REFINOR le habría encomendado de la estación de servicio en el acceso a Tartagal, en donde se le hace precio a los vehículos oficiales de todos los municipios cercanos y reparticiones públicas.

Su estrategia comercial es digna de imitar. El joven sucesor ha tomado fama entre los comerciantes de la ciudad por su agresivo método comercial ante las grandes marcas. Así, para posicionarse, el chico llegaría a Buenos Aires a hablar directamente con «los dueños» de las fábricas, con los cuales llegaría a un rápido acuerdo por la exclusividad. Narrow, Stone, Legacy, Mistral, Cheeky, Ringo habrían sido algunas de las marcas que abandonaron a sus viejos y respetables representantes locales para dar paso al insipiente y generoso empresario, quien no dudaría en cuadruplicar su stock en las góndolas, mediante un solo pago para una única temporada, con tal de ser merecedor de la exclusividad.

Siempre en el Estado

Apenas se recibió en 1973 comenzó a trabajar como funcionario. Ese mismo año declara que se inició como secretario de haciendas de la municipalidad de Orán (1973-1977). En el 77 pasó a la Secretaria de Gobierno, luego volvió a tomar Haciendas desde el año 79 al 83. Todo el período del gobierno del proceso estuvo de funcionario en el municipio. En 1987 asume como concejal de Orán. De ahí pasa a Diputado Nacional en 1991, cargo que interrumpe para asumir al Ministerio de Economía de la Provincia llevado por el gobernador Ulloa con quien antes habían compartido los años de dictadura en el poder. En 1996 es nombrado Asesor por el Senado de la Nación hasta el 2001, año en que asume una nueva banca en Diputados. En 2007 vuelve para quedarse como Ministro de Desarrollo Económico de Salta y Ministro de Gobierno de Salta hasta hoy.

Un guerrero de la unidad

Loutaif es compañero de ruta de Urtubey desde hace años: compartieron escritorios -aunque en bloques opuestos- en el Congreso de la Nación y juntos proyectaron la alianza que terminó por destronar a Juan Carlos Romero. Antes, su prosapia renovadora tampoco le impidió vincularse con el romerismo.

Sobre el final del gobierno de Roberto Ulloa, Loutaif fue designado ministro de Economía y tuvo por responsabilidad ordenar los desaguisados de su antecesor Roberto Guzmán y entre sus primeras acciones lanzó un bono denominado “PRINTICOS”. Estos papeles, además de contar con la garantía de la coparticipación, servían para obtener créditos del Banco Provincial de Salta que los tomaba en garantía. “El banco estatal aceptaba como garante al Estado, que a su vez dependía de la asistencia de ese mismo banco. Quienes recibían en canje PRINTICOS a 5 años, los calzaban con créditos a igual plazo, con lo cual era como si cobrasen cash su acreencia”, explicó en el diario Página/12 el recordado periodista Julio Nudler. Esta operatoria financiera -con ligeras modificaciones- atravesó los gobiernos de Ulloa y Romero. En la ingeniería y la negociación de estos títulos estuvo Andrés Desimone, entonces titular de Dinar Líneas Aéreas que además tenía negocios turísticos, cambiarios y financieros. Con más de 73 millones de pesos/dólares fue justamente Dinar una de las empresas que más dinero obtuvo por la compra/venta de estos títulos. Le siguieron Bodegas Lavaque con 66 millones e Inmobiliaria Cervera con 9 millones y el Banco Macro -que acababa de quedar como agente oficial tras la privatización del Banco de Salta- con una cantidad imposible de calcular por lo sofisticado de sus negocios financieros. “Los PRINTICOS se entregaban en canje por los Títulos de Cancelación a quienes se comprometían a realizar alguna inversión, pero no estaban obligados a presentar ninguna garantía de realización. En muchos casos, los mentados proyectos resultaron inexistentes o notoriamente inflados”, detalló Nudler.

La estafa a las arcas públicas fue tan grande que llegó a la justicia aunque no prosperó. Como hoy, en el pasado Loutaif -con sus PRINTICOS- unió entonces a renovadores y peronistas: Romero, Marcelo Emilio Cantarero y Ricardo Gómez Diez, figuran en la larga lista de nombres que estuvieron bajo la lupa de la AFIP y la justicia