Indignación y repudio, son las dos palabras que describen el sentir de la agrupación de gauchos Fortín Tuscal de Velarde ante la disposición de cambiar el nombre de la avenida que se llamaba como la agrupación y ahora será renombrada Néstor Kirchner.

La avenida en cuestión es la que cruza los barrios Solidaridad y La Paz y desde el año 2009 que lleva el nombre de la agrupación de gauchos. Fue en el año 2010 que se propuso el cambio de nombre por el entonces recientemente fallecido Kirchner.

Algunos opositores, como Carlos Zapata de «Salta Somos Todos», entre otros, barajaron la hipótesis un tanto paranoica respecto al cambio de nombre, entendiendo que este se debe a la próxima inauguración del nuevo hospital de la zona sur y esto haría que el edificio quede ubicado en la Avenida Néstor Kirchner. «Es una cuestión política. Solo tenían que esperar el tiempo prudente como para que puede llevar el nombre del ex presidente», dijo Zapata.

Por su parte, el presidente del Fortín de Velarde dice desconocer las razones para este cambio y como ya es una constante en las actitudes gauchescas de la provincia, hasta parece que se ofendió. «Nos inquieta en el sentido de pensar qué hicimos mal para que nos quiten que la calle lleve el nombre del fortín. Si alguna vez pusieron el nombre para honrarnos, ¿que hicimos mal para que ahora nos quiten el honor?» reflexionó Hugo Llimós.

Recordemos un episodio desafortunado protagonizado un par de años atrás por otra agrupación de gauchos, en este caso el titular de la Asociación Gauchos de Güemes, Carlos Diez San Millán, hizo circular un mail con un poema en el que festejaba la muerte de Néstor Kirchner, algunos de los versos de aquel vate más guacho que gaucho del texto titulado “El pasajero del infierno” sonaban así: “No lo sé, y no es por suerte/ que en el día de este censo,/ el descuento te llegara/ y te borre para siempre de mi suelo/” Unos versos más adelante dice: “¡Basta ya! Y esto se acaba,/ el tiempo malo no es eterno/ lo que ha de ser será,/ y el diablo se ha vuelto p’al averno/ Escuchen el llanto tan sentido/ de algún piquetero revoltoso,/ cuando doña Justicia me lo mande,/ a la cueva de barrotes, como a un oso!” Y San Millán decide rematar su texto así: “El cruel emisario de la hoz/ que acompaña al cruel martillo,/ ha partido al pago del invierno/ y seguro llegado al infierno”.