Agencieros en alerta: 2.500 millones de razones para oponerse a UBER

 

Las 47 agencias de remises que operan en Salta acaparan ganancias cercanas a los 2.5 mil millones por mes, mientras empujan a los trabajadores a condiciones de explotación y semiesclavitud. A pesar de la creciente oposición de los empresarios remiseros, la ciudad avanza hacia la legalización de plataformas digitales de transporte.

 

El sistema de remises en la ciudad de Salta, tan característico y arraigado en la tradición de transporte urbano, atraviesa una de sus horas más delicadas. En una decisión que refleja la necesidad de adaptarse a los tiempos, el intendente Emiliano Durand anunció en su discurso de apertura de sesiones ordinarias del Concejo Deliberante que enviará un proyecto para legalizar las aplicaciones de transporte como Uber, Didi o Cabify en la ciudad. El anuncio, sin embargo, no fue recibido con los brazos abiertos por los actores tradicionales del sector.

El revuelo generado por la inminente legalización de estas plataformas puso en evidencia no solo el resistido avance de la modernización del transporte, sino también las tensiones y abusos dentro del sistema tradicional de remises, que hoy se muestra como un modelo profundamente obsoleto, que explota a los trabajadores y ofrece un servicio de calidad cuestionable para los usuarios.

Mientras la ciudad de Salta avanza hacia la inclusión de plataformas digitales, los dueños de agencias de remises, en su mayoría representados por figuras como Oscar Gallo, líder de la protesta reciente, se oponen rotundamente a esta iniciativa. La razón no es, como intentan hacer creer, una cuestión de seguridad o bienestar para los usuarios, sino la protección de un modelo de negocio cuyo beneficio exclusivo recae en las manos de los empresarios.

Gallo, propietario de la agencia “Génesis” y con participación en otras dos agencias con numerosas licencias, lideró el corte de tránsito en la entrada del Centro Cívico Municipal. En su discurso, los empresarios afirman que las plataformas como Uber no ofrecen garantías ni seguridad para los pasajeros y que sus tarifas varían de forma irregular en horarios pico o días de lluvia. Sin embargo, la verdadera motivación de su oposición es mucho más pragmática: mantener el control de un lucrativo sistema que les genera ganancias millonarias.

El negocio de las licencias

En Salta, las licencias de remises no se distribuyen de manera equitativa entre los conductores, sino que se concentran en alrededor de 47 agencias habilitadas, que gestionan las 1.600 licencias en total. Cada agencia se encuentra limitada por un cupo establecido por la Autoridad Metropolitana de Transporte (AMT), que impide que una agencia tenga más de 60 licencias. Sin embargo, dentro de esta limitación, las ganancias son desmesuradas.

Las agencias más grandes, que administran hasta 60 licencias, cobran entre 80.000 y 85.000 pesos diarios por cada coche, lo que se traduce en una ganancia bruta mensual superior a 1,6 millones de pesos por vehículo. Si proyectamos esta cifra a las 47 agencias habilitadas en la ciudad, el negocio del remis en Salta genera casi 2.500 millones de pesos mensuales, que acaparan sólo 47 empresarios. Pero esta cifra, que podría sonar impresionante, se desvanece cuando se analiza el impacto en los trabajadores, que no solo deben enfrentar un sistema arcaico y desigual, sino que además deben sostener las enormes cargas económicas impuestas por los empresarios.

Cada conductor debe abonar una “diaria” que no es un porcentaje de lo que recauda en sus viajes, sino un monto fijo que, en muchos casos, resulta inalcanzable para los trabajadores. Si un chofer no puede cubrir esa diaria, la agencia lo da de baja ante la AMT, dejándolo sin poder trabajar y sin acceso a ninguna compensación. Además, la mayoría de los remiseros no están registrados, lo que implica que no cuentan con ninguna cobertura social ni laboral, y son sometidos a un régimen de explotación extrema sin ningún tipo de beneficio.

El dilema de los choferes 

El malestar entre los choferes es creciente. Cada vez más, los conductores optan por trabajar en plataformas digitales como Uber, no por elección, sino por una cuestión de supervivencia. Muchos remiseros se ven obligados a realizar viajes para Uber en paralelo, ya que es la única forma de obtener un ingreso digno. Los usuarios, por su parte, aseguran que cuando solicitan un viaje a través de la app de Uber, llegan vehículos que son remises “clásicos”. Esta realidad, que ha pasado de ser un rumor a una constante en el día a día de los salteños, refleja la brecha cada vez más amplia entre la oferta tradicional y la necesidad de modernización del servicio.

Pero incluso en la protesta organizada por los empresarios el pasado jueves, la mayoría de los choferes que participaron lo hicieron bajo aprietes directos de las agencias. Algunos denunciaron amenazas de multas si no se sumaban a la protesta, otros aseguraron que esa jornada se les prometió no cobrarles la diaria. En un claro ejemplo de cómo la patronal ejerce su poder, los trabajadores se ven forzados a participar en marchas y manifestaciones que no representan sus intereses, sino los de unos pocos que se benefician de un sistema desigual y obsoleto.

El futuro del transporte

A pesar de la feroz resistencia de los dueños de agencias, lo cierto es que el sistema de remises en Salta está al borde de la obsolescencia. Las plataformas digitales ofrecen ventajas claras para los usuarios: tarifas transparentes, mayor seguridad, flexibilidad y un servicio de mejor calidad. Por otro lado, los choferes, a pesar de la precariedad, ven en estas aplicaciones una alternativa para mejorar sus ingresos y condiciones laborales.

El proyecto que busca legalizar las plataformas digitales en Salta es un paso en la dirección correcta. Sin embargo, su implementación debe estar acompañada de regulaciones claras para garantizar la competencia leal y la protección de los trabajadores, tanto de las plataformas como de los remises tradicionales. Es imperativo que el municipio y el Concejo Deliberante actúen con la firmeza necesaria para no ceder ante los intereses corporativos que defienden un modelo obsoleto y abusivo, y que priorice el bienestar de los salteños y de aquellos que, con su trabajo, permiten que el sistema de transporte siga funcionando.

El futuro de Salta, como de muchas otras ciudades en el país, pasa por modernizar su sistema de transporte, asegurando la equidad entre los trabajadores y ofreciendo a los usuarios un servicio digno y de calidad.