Luciana Peker asegura que la represión a manifestantes mujeres el 8 de marzo, supone una avanzada conservadora que intenta criminalizar el aborto, legitimar la violencia machista, frenar la educación sexual y la identidad de género.

La tierra tembló el 8 de marzo. En los cinco continentes, la palabra “paro” resonó con ecos nuevos, asociada a una categoría que ahora vuelve a ser revulsiva: mujeres. Mujeres en su enorme heterogeneidad, desde múltiples y diversos territorios, arrastrando experiencias distintas, poniendo en la calle demandas atadas a su conyutura y enlazadas con otras que son globales; mujeres que dijeron ¡basta! este día internacional de la mujer trabajadora con la contundencia y la pasividad con que lo vienen expresando en los últimos dos años. En Argentina, desde que se puso en juego la consigna Ni Una Menos, en Polonia, cuando se llamó al paro para que no se limiten las causales para realizarse un aborto, en Estados Unidos cuando salieron de a millones contra el más misógino, xenófobo y racista de sus presidentes y en Argentina otra vez, cuando el año pasado se llamó al primer paro nacional de mujeres. Esta potencia que viene desplegándose contrasta con otras reacciones y medidas políticas que no también la advierten y parecen querer disciplinarlas de diversos modos: el 8 de marzo terminó en Buenos Aires con veinte personas (15 mujeres y 5 varones) detenidas, reprimidas, vejadas e, incluso, torturadas por la nueva fuerza de seguridad de la Ciudad. En Paraguay las organizaciones conservadoras deslegitimaron el paro de mujeres por bregar por el acceso al aborto legal. En Perú, poco antes del 8M, las iglesias llamaron a tomar las calles en contra de la “ideología de género” y en España, la semana pasada, se salió a la calle pidiendo por los derechos de los varones heterosexuales (sí, leyó bien) en nombre de la libertad. Y el aborto como derecho, nunca es un derecho adquirido. Si en México creció la criminalización a las mujeres que interrumpen un embarazo después de la legalización en el (ex) DF, una de las primeras medidas de Donald Trump fue cortar los fondos públicos que subsidiaban el acceso a anticonceptivos y al aborto legal en otros países. En Rusia aprobaron una ley que permite ejercer violencia de género contra los hijos y las mujeres, al menos, una vez al año.

No son hechos aislados, ni excepciones, ni reacciones azarosas y brutales o insignificantes. Es un fenómeno global y alarmante: el neo fascismo volvió y tiene como enemigo al feminismo y la diversidad sexual. En algunos casos, el propio Estado restringe derechos o reprime mayores demandas. En otros son manifestantes juveniles (similskinheads), trolls en la red sin ninguna inocencia y manifestantes derivados de grupos religiosos católicos o evangélicos quienes responden con intentos de represión y vuelta atrás a la revolución de las mujeres. La Argentina no está aislada ni en el sur de este fenómeno, sino que el protagonismo del movimiento Ni Una Menos y la masividad de mujeres y jóvenes en la calle ponen al colectivo feminista de punta de lanza y ejemplo en el mundo. Por eso, también los intentos por generar miedo y desarticular a esa marea de cuerpos que colmó las calles el 3 de junio -en 2015 y 2016-, 19 de octubre pasado y éste 8 de marzo no son tampoco hechos aislados sino estrategias para amansar o atemorizar a una multitud que mueve el mundo.

Caza de brujas

Las detenciones que se produjeron dos horas después de terminada la marcha del 8m en las inmediaciones de Plaza de Mayo -al grito de “negras de mierda” o tratando de “pibe” a las jóvenes  entre otros insultos y descalificaciones- hicieron que la Unidad Especializada en Violencia de Género (UFEM), de la Procuración General de la Nación, junto a la Procuraduría de Violencia Institucional (PROCUVIN) intervinieran para sistematizar las declaraciones de quienes habían sido detenidas o maltratadas esa noche. Organismos de Derechos Humanos y otras agrupaciones que trabajan contra la violencia institucional también se pronunciaron contra esta razzia que recordó tiempos menos institucionales. Sin embargo, la Ministra de Seguridad, Patricia Bullrich no dudó en defender a la policía: “Hubo detenciones a partir de conductas depredatorias y violentas, los responsables tendrán que pagar y reparar los daños que provocaron a la Catedral” -que, como cualquiera sabe, está completamente vallada. Bullrich aseguró que la presencia policial fue “absolutamente leve” ya que “no puede permitir la destrucción de sus monumentos históricos”. Sin embargo, a las detenidas las encontraron en la puerta de una pizzería, o bailando, del otro lado de la plaza. Fue una razzia violenta y azarosa que no está cerrada. Pero todavía solamente las veinte personas detenidas son las imputadas por atentado a la autoridad, daño agravado y lesiones.

“Después de marchar con amigas fuimos a cenar a una pizzería a tres cuadras de Plaza de Mayo. Estuvimos una hora y media sentadas en la vereda. Un grupo muy grande de policías nos empieza a gritar que tenemos que despejar. Un policía de civil se le viene encima a una compañera (NataliaMilduberger). No entendíamos bien que estaba pasando. La agarró de la mochila. A ella la esposan. Y nos llevan detenidas. Nos hicieron caminar hasta los camiones y de ahí a la comisaría 1º en Lavalle. Nos sacaron los celulares. Nos pusieron en una celda y requisaron. A todas de forma diferente. A mí me hicieron bajar el pantalón y la bombacha por parte de personal no identificado. Después nos pusieron en celdas individuales muy sucias y muy frías hasta las ocho de la mañana -relata Laura Arnés, investigadora del Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género (IEGE), Profesora de Letras en la UBA y colaboradora de Soy, en este diario.

“Para mí esto fue una razzia azuzada por los medios”, recalca Arnés. A Laura le cuesta estar sola, navega entre la angustia y el asma la revisita como una forma de encierro. Las pesadillas son recurrentes. El miedo no es zonzo. Y es imposible de evadir. No implica retroceder, pero sí apelar al autocuidado singular y colectivo. El abogado Federico Efrón es Coordinador del área de litigio y defensa legal, del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) y defensor de Laura Arnes. El contextualiza: “Es un mensaje muy claro de disciplinamiento al colectivo de mujeres y que busca es desalentar la protesta. Las detenidas quedaron shockeadas, lesionadas y con mucho temor. Eso es lo que se busca y hubo un ensañamiento en particular contra mujeres y lesbianas. Las trataban como hombres en el sentido de decirle “pibe quedate tranquilo”, con una discriminación muy fuerte”. La lesbofobia se hizo presente en el corte de cinta de una nueva fuerza porteña. “Se produjo una razzia que es muy grave, es algo nuevo y es el debut de la policía de la ciudad, con presencia, que no se explica, de integrantes de la Policía Federal. Debería investigarse a todos los policías que intervinieron por privación ilegítima de la libertad, torturas y discriminación. Los policías no pueden estar de civil en una marcha, ni con armas reglamentarias. Y no hay justificación para llevar a las chicas desde sus extremidades ni realizar vejámenes”, resalta Efrón.

“Ellos decían que nos habían identificado en la Plaza de Mayo, pero ni siquiera nos pidieron documentos. Me quedo una sensación de mucho miedo por lo arbitraria de las detenciones y sin darnos ninguna explicación, ni que se hayan presentado las personas de civil. No necesitan ninguna excusa, ni responden ante nadie. No sabemos todavía de quién fue la orden y nos levantaron a todas con mucha violencia. Se notaba que sabían que eran impunes y que es una decisión política darles vía libre para amedrentar la movilización popular” -destaca la biotecnóloga Natalia Milduberger, investigadora en el área de chagas en la Universidad de Quilmes.

-Ah, sos viva – le dijeron a Macarena (que prefiere preservar su identidad), de la organización Kidz, adherida a la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans (FALGBT), cuando fue a preguntar a cual seccional llevaban a sus amigos detenidos en medio de la represión. La respuesta fue tirarla al piso. “Me pegaron y me rompieron la ropa. Me metieron en una combi durante dos horas y me desnudaron. Me hicieron sacar hasta la bombacha y nos pusieron en un calabozo individual. A mí me detuvieron por preguntar, pero me hicieron firmar un papel en el que nos acusaban por daños y lesiones. No quería firmar, pero terminamos todas muy asustadas”, explica.

La Asociación Argentina de Juristas, organización no gubernamental con estatuto consultivo ante el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas repudió la represión del 8 de marzo. Y recalcó: “Es un claro accionar que pretende disciplinar a las miles de mujeres que marcharon por esas calles. En caso que las detenciones se hubieran producido por los supuestos daños ocasionados a la Catedral se verifica una distancia horaria y geográfica entre los hechos y las detenciones, ya que las personas fueron detenidas dos horas después de los hechos y al menos a dos cuadras del lugar. Por otro lado, las fuerzas policiales actuaron sin orden judicial por lo que constituyen detenciones arbitrarias e ilegales.

Por su parte, la abogada de Milagro Sala, Elizabeth Gómez Alcorta, presentó una denuncia por apremios en la Justicia de la Nación y la legisladora porteña Laura Marrone, del Frente de Izquierda y Trabajadores (FIT) presentó un pedido de interpelación al Ministro de Seguridad porteño Martín Ocampo. “Desde la Catedral, detrás de la valla de protección, se dispararon balas de goma contra las manifestantes. Una joven recibió cuatro balas en su cuerpo lo que da cuenta que se le disparo desde menos de diez metros. Se trata de una clara política de criminalización de la protesta del movimiento de mujeres que, en nuestro país, ha abierto un nuevo capítulo histórico de la lucha por sus derechos al enmarcarse en un movimiento internacional en más de cincuenta países”.

En Tucumán las mujeres pueden elegir (marido)

“Un orgullo ser mujer. Lo único que hay una decisión importante, la más importante: el marido que elijamos” dejo de frase de regalo para el día de la mujer la Ministra de Salud de Tucumán Rossana Chahla. Todas las mujeres se tienen que casar. Todas con un hombre. Todas dependen de la suerte del otro. Y si se equivocan, mala de ellas. Mientras tanto, en el jardín de la república, o bien casada o nada, se generó una caza de brujas por parte de sectores católicos contra cinco integrantes de Socorristas en Red que realizaron una performance frente a la Catedral contra el mandato de la maternidad obligatoria y contra la penalización del aborto. “La reacción de Tucumán hay que inscribirla en la historia de la provincia con sectores ultraconservadores y ultra montanos. Tucumán fue un laboratorio del ataque militar en la década del setenta. Tucumán fue gobernado por (Antonio) Bussi y las mujeres con pañuelo verde, durante el Encuentro de Mujeres de Tucumán, no éramos atendidas en los bares”, rememora Ruth Zurbriggen, de la colectiva feminista “La revuelta” y activista de “Socorristas en Red, feministas que abortamos”.

“En redes sociales, las jóvenes fueron identificadas con nombre y apellido, se replicaron fotos de sus rostros, sus actividades cotidianas, sus lugares de trabajo y quienes los reproducen, manifiestan sus deseos de matarlas, violarlas, empalarlas. Por Whatsapp circuló una cadena invitando a rezar como forma de desagravio a la virgen. Mientras, que el arzobispo Alfredo Zecca convocó a realizar el 25 de marzo, instaurado por decreto durante el menemismo como Día del Niño por Nacer. Rápidamente, organizaciones de mujeres, entre ellas el Colectivo Ni Una Menos de Tucumán, y más de trescientos artistas y profesionales de distintos puntos del país, repudiaron el ataque y la persecución contra las activistas y defendieron el derecho a la expresión cultural”, describió la periodista Mariana Carbajal en la nota “La contraofensiva”. Zurbriggenapunta: “Hay que inscribir lo que está sucediendo por fuera de las fronteras nacionales. Claro que el movimiento feminista somos un blanco de ataque especial por el internacionalismo y las formas de resistencia que inventamos donde la Argentina tuvo un protagonismo muy grande. Es un movimiento con una vitalidad muy grande y que se corre de prácticas ortodoxas. El heteropatriarcado reacciona ante nuestras acciones de resistencia y deseos de querer cambiarlo todo”.

Marta Alanis, fundadora de Católicas por el Derecho a Decidir enmarca la reacción conservadora en un proceso histórico y político: “La virulencia de estos sectores conservadores considerados como la derecha católica siempre estuvieron. Sin embargo, en los años anteriores con un gobierno nacional y popular que defendió la ampliación de derechos se mantuvieron astutamente más silenciosos. El cambio de gobierno genera un espaldarazo a toda la derecha cívica, militar, religiosa y empresarial que no tiene antecedentes en nuestra historia. No es casual que tanto el Poder Ejecutivo como la Conferencia Episcopal Argentina no escuchen los llamados del Papa Francisco en contra del neoliberalismo y del fundamentalismo. También el rumbo tomado hace ya más de un año ha empoderado a las fuerzas represivas que si bien reciben órdenes superiores antes se cuidaban mucho de cometer excesos porque iban en cana, ahora son aplaudidos desde el Ministerio de Seguridad. En este contexto el movimiento feminista muy numeroso, creativo y transgresor vienen ganando las calles y derechos y esto indigna a la derecha católica fundamentalista que ve en las libertades sexuales y reproductivas al mismo demonio. Y siempre el demonio con rostro de mujer”.

La guerra ahora es caliente

“Que no te engañen. La campaña 8M Paro es una campaña feminista que promociona el aborto libre”, instigaron desde sectores conservadores de Paraguay. En México, Nicaragua y El Salvador se profundizó la criminalización al aborto; en Polonia se detuvo un intento (con una huelga de mujeres) de restringir el acceso al aborto legal; en Rusia se aprobó una legitimación a la violencia de género que permite golpear a los hijos y esposa una vez al año y defiende que el Estado no se meta en las familias. En Estados Unidos no hay guerra fría ni un ring de Rocky con dos banderas separadas por una grieta insalvable. El Presidente Donald Trump ganó consagrado como un misógino y una de sus primeras medidas fue eliminar los subsidios exteriores para el acceso a anticonceptivos y aborto legal. La guerra no es fría, sino caliente, entre el feminismo por el placer y la libertad y la opresión por un mundo de mujeres con la cabeza gacha y sin más poder de elección que la de la cena y el marido.

Fascismo sutil

El neo fascismo volvió y tiene como enemigo al feminismo y la diversidad sexual. Pero volvió con un cuadro de Instagram y la palabra libertad como bandera. La organización ultracatólica “Hazte oír” saco a la calle un autobús naranja (el mismo color de los manifestantes contra el matrimonio igualitario en Argentina) donde decía que los varones solo podían tener pene y las mujeres vagina en oposición a la autopercepción de género que, en la Argentina, es un derecho consagrado por ley. El Juzgado de Instrucción Numero 42 de Madrid prohibió la circulación del autobús y con los puñales clavados por la falta de libertad de expresión para oprimir a trans, gays y lesbianas la organización realizó una marcha, el domingo 13 de marzo, en la Plaza de Cibeles, de Madrid. Con carteles de “censurado” en las partes íntimas de niños y niñas con plataformas para subir a Instagram fotos de algunos/as de los/las 300 manifestantes se vistió un reclamo conservador, pero con metodologías muy aggiornadas y enclavadas en redes sociales. Con la victimización como caballito de batalla de un machismo herido la pancarta principal rezaba (no es solo un verbo): “Varón heterosexual perseguido por ley”. Mientras que los carteles naranjas se quejaban por la falta de libertad de expresión y apedreaban su libertad para oprimir con la frase “Discrepar no es odiar” en una comunidad europea que no permite mensajes de odio (y donde se forjan lobos que esquivan la caracterización de odio por el de discrepantes), pero con un fuerte sentido en la familia tradicional. Igual que en Rusia no se trata de defensas aisladas, sino de volver a la libertad del pater familia de hacer y decir lo que quiere (o callar) frente a un Estado que no tiene lugar de las puertas para adentro de la casa. En cambio, las leyes contra la violencia hacen de la casa un lugar también público y de la vida privada una vida con reglas que no se pueden transgredir ni en la propia mesa, ni en la propia cama. Uno de los principales lemas es “A mi hijo lo educo yo” en contra de uno de los focos de la revolución de las mujeres: la patria potestad absoluta sobre hijos e hijas. Ya no son el padre y la madre los que pueden decir y hacer a su antojo frente a un mar de derechos consagrados, también, para niñas, niños y adolescentes. Su poder de decisión está limitado a los derechos a informarse y vivir una vida plena. Los chicos no son cosas o aparadores de ideología paterna, sino sujetos de derecho, más allá de la decisión de sus padres. Y eso genera revanchas. “Con mis hijos no te metas”, dicen los naranjas. No son suyos. Y la revolución de la educación sexual, justamente, es la revolución del sí te metas.

El 13 de marzo la manifestación de “Hazte oír” estaba custodiada por la policía que no dejo acercarse a un grupo de manifestantes LGTTB apostados atrás de un cordón policial y con signos de angustia y necesidad de voz en los megáfonos con los que intentaban contravertir el rebrote conservador. Carlos del Pozo es uno de los jóvenes gay que repudiaba la manifestación: “Es falso que si se dice que una chica tiene vagina y un chico pene es sacar las etiquetas”, le dijo a Las/12 mientras de fondo se coreaba: “Que no tenemos miedo”. Ariana Ceballos también apuntó: “Hazte Oír promueve odio. Cada uno sabe el género que tiene y deberíamos respetarnos”. El activista rumano sin techo y homosexualLanciuLagardercríticó: “Es una vergüenza la manifestación del fascismo sutil que invade España y ataca con su odio.  La policía nos amordazó y nos sacó. A lo largo de la historia hemos dado un pasito adelante y tres pasitos atrás. Hay un retroceso en derechos humanos”. Carlos es una persona trans, de 18 años, que no tiene DNI ni puede cambiar su identidad legal sin procesos de hormonización y operaciones y ve la manifestación como un agravio a su libertad. “Están intentando cortar lo que soy. Por lo menos que no saquen un autocar porque a mí me ofende que mi sobrina, que se acaba de enterar que soy transexual, tenga que ver eso”.

Fuente: Página 12