La experiencia de los talleres inició en una oficina del Ministerio de Justicia y Derechos humanos de Chile y tuvo lugar exitosamente a principios de este mes. Otras modalidades se ofrecen en las redes haciéndose eco de esa primera propuesta. Te contamos de qué se trata.
Es fácil comprarle a la nena la mochila de princesas de Disney, los cuadernitos para pintar, los disfraces con coronas. Hay una industria detrás destinada a promover y estimular el arquetipo “princesas” para las nenas y “guerreros”, “campeones” para los nenes. Sin ir más lejos, observemos esa división tajante que hace la publicidad televisiva de uno de los pañales más famosos de la Argentina.
Pero no todas queremos ser princesas. A algunas les gusta jugar con herramientas, jugar a la pelota, construir edificios a escala con los rastis. En paralelo, a algunos niños les gusta jugar con muñecas, desarrollar la capacidad de cuidado, les encantaría pasear con un changuito rosa por la calle, etc.
Muchos de los estereotipos van modificándose en la pantalla grande. La hermandad entre las mujeres triunfa en “Frozen”; el amor maternal rompe un maleficio en “Maléfica”; el amor propio de una niña es el foco de “Inside Out”. Pero aún lo que se reproduce de madres y padres a hijos es, muchas veces, el aspecto más conservador.
La idea de princesitas que aguardan casamiento y príncipes valientes no es más que un estereotipo cultural que un «taller de desprincesamiento» del Servicio Nacional de Menores (Sename) busca erradicar, de modo que niños y niñas crezcan con la convicción de que pueden ser y jugar a lo que se les dé la gana sin ser discriminados o juzgados.
¿Por qué desprincesamos?
Porque las princesas reproducen una belleza imposible, construyen una idea de amor romántico que salva de las desgracias de la soltería como un estado de carencia. Proponen la subordinación de nuestros deseos a los deseos de los otros, la falta de reconocimiento del trabajo de la casa. Estimula a barrer y planchar hasta el hartazgo. Es decir: nos pintan como las eternas pasivas que tienen problemas para decidir qué tipo de vida quieren llevar.
“El taller tiene la idea de entregar herramientas a las niñas para que crezcan libres de prejuicios y estereotipos de género. Es tan potente la idea, que decidimos replicarla a nivel nacional. Las niñas pueden ser heroínas, piratas, princesas y muchas cosas más, lo que buscamos es que no se pongan límites”, dijo la directora del Sename Marcela Labraña. Se trata de seis clases para niñas entre 9 y 15 años, con actividades prácticas, videos, canciones y debates.
Fuente: Clarín