Dr. Marcelo Sánchez Sorondo (1912/2012) Rastreando la Argentina por dentro

 

Martín Miguel Güemes Arruabarrena

El pasado 17 de Septiembre, en el Club Francés, en la CABA, se presentó una biografía del ilustre nacionalista (escrita por su nieto Gabriel), y sus obras completas (tres tomos); organizó la Fundación Adolfo Alsina, presentaron la obra: la vicepresidente de la Academia Nacional de la Historia Lic. María Sáenz Quesada, el embajador Juan Archivaldo Lanús, y el Dr. Gustavo Beliz; este artículo que adjunto (sintetizado para Cuarto Poder), fue publicada en la biografía de mi maestro intelectual, agradezco la deferencia realizada, a sus hijos Marcelo y Fernando, y a su nieto Gabriel.

La Clase Dirigente y la Crisis del Sistema republicano y federal

El diagnóstico esencial de su reflexión pública podemos encontrarlo en su libro: “La Argentina por dentro”, en el cual vuelca su conocimiento histórico, su experiencia militante y una severa autocrítica personal. Podemos sintetizar todo su bagaje intelectual, esbozado en la magnifica obra, en su diagnostico más importante: la argentina tiene gobiernos, pero no estado”. La falencia más notoria de esta ausencia del estado, se manifiesta en la autoridad, al carecer de una “elite ejemplar” en las más altas magistraturas republicanas (lo cual probaba también la ausencia de la república). Sánchez Sorondo conceptúa que esta dirigencia debe surgir de una selección natural–abierta y circular–de todos los grupos sociales que se precien de actuar en la vida cívica. La participación es la forma que adopta el patriotismo” afirmo tesoneramente durante toda su vida.

La Nueva Política y la Revolución que anunciamos

Marcelo Sánchez Sorondo abrazó la ideología del nacionalismo (en los años 30, y 40). Los cursos de cultura católica fueron el ámbito intelectual donde desarrolló su pensamiento y acción. En esos tiempos convulsionados, funda su primera revista, a la cual denominó Nueva Política. De esos artículos, surge su libro: La revolución que anunciamos. Clarinada que se concretó políticamente con la revolución del 4 de junio de 1943, y se materializó sociológicamente el 17 de octubre de 1945.

En tiempos del peronismo, en la primera presidencia de Perón, como profesor de Derecho Constitucional de la Facultad de Derecho, apoyó la reforma constitucional de 1949; en la segunda presidencia, ante el evidente giro ideológico y táctico adoptado por el Conductor del Movimiento Nacional, Sánchez Sorondo fue crítico y pasó a la acción opositora. El cesarismo democrático, la falta de libertades públicas, el derecho de resistencia a la opresión, lo llevaron a la cárcel. El motivo básico de la querella fue el enfrentamiento del peronismo con la Iglesia Católica. Es la Argentina del tiempo perdido, como la definiera acertadamente. Lo cual se verificaría nuevamente, en otras etapas políticas, donde la violencia jurídica, engendro violencia política, económica y social.

Azul y Blanco, Libertades Prestadas

Su valentía cívica era proverbial. Es de recordar, caído Perón, derrocado Lonardi, que ante el fusilamiento de compatriotas (13 de junio de 1956), su voz fue un solitario llamado a la reflexión nacional. Sánchez Sorondo dirigía por entonces el Semanario Azul y Blanco. Desde esa tribuna, nacida en junio de 1956, y clausurada en abril de 1958, fustigó el crimen político. Su palabra fue clara, directa y certera, afirmó: “(…) Ningún gobierno – y menos un gobierno surgido de las Fuerzas Armadas, bajo su directa responsabilidad – puede olvidar que su primera obligación es extender a todos los habitantes el amparo de su brazo y la protección de la ley. Ningún gobierno puede quebrantar impunemente esa innata solidaridad que está en las cosas, en el ser de voluntades individuales. Una sola es la nación de los argentinos y por eso su gobierno es para todos. Porque habríamos aceptado la ley de la selva, si sólo la fuerza, el turno del más fuerte, tuviese razón suficiente para decidir y para gobernar. No desconocemos que en circunstancias críticas la salud del pueblo es la suprema ley. Pero negamos el derecho de acudir a la última instancia dictatorial para castigar una sedición interna. Y negamos, enérgicamente, que sea lícito aplicar a nuestros hermanos las fórmulas de necesidad y guerra destinadas a la defensa contra el enemigo exterior”.

Con respecto al Presidente de facto, faccioso, porque quiero y puedo, y tengo la fuerza Gral Pedro Eugenio Aramburu (mandante de los citados fusilamientos) asesinado por los Montoneros, Sánchez Sorondo expresa (desde la cárcel, impuesta por Ongania): “Conocí personalmente al General Pedro Eugenio Aramburu, bastante después de haber cesado el gobierno de la revolución libertadora. Y cuando, desde ahora poco, frecuenté su trato, me impresionó el hálito generoso que lo llenaba de un sentimiento parecido a la nostalgia al considerar cuanto podría haber hecho el Aramburu de 1970 en 1956. Me había propuesto ofrecerle un ejemplar de este libro (“Libertades Prestadas”), que reproduce duras críticas a su gestión, en la esperanza de que no rechazaría, por su parte el propósito de bien público en que se inspiraron. Su trágica muerte troncha la integración histórica del personaje, según otras perspectivas; y le devuelve a su imagen anterior la cual, concientemente, había y superado en vida.

La Argentina por dentro. Fundación

En 1973 fue candidato a Senador Nacional por la Capital Federal del Frente Justicialista de Liberación Nacional. Con Perón y Frondizi (ambos lo enviaron a prisión), con Illia (quien lo designó Embajador ante el Vaticano, cargo que no aceptó Sánchez Sorondo por solidaridad con el Justicialismo proscripto), con De la Rúa (su contrincante electoral), don Marcelo mantuvo una franca comunicación personal. Años después, caído el gobierno de la Presidenta Isabel Martínez de Perón, ante la violencia institucional, política, social y económica, desatada por el Proceso de Reorganización Nacional (24.03.1976), vuelve a reclamar por la paz entre los argentinos. En un documento redactado por él, que lleva por título: “Los Doce Puntos del Movimiento Nacional” (Bs. As., 24 de Marzo de 1977) advierte: “(…) el gravísimo peligro que para los hábitos de convivencia implica la represión indiscriminada e incontrolada cuyos procedimientos, cubiertos por el anonimato irresponsable, se mimetizan con los de la violencia subversiva y se identifican con el crimen político”. En 1979, ante tantos funestos errores, redactó y presentó a los responsables del poder militar (un 17 de septiembre ¡el día de su cumpleaños!) el “Informe sobre el Proceso para la Reorganización Nacional” La batalla de Malvinas, y el diferendo del Beagle, lo encontró luchando por la defensa del patrimonio territorial argentino. Durante la Presidencia de Carlos Menem, ante el avance de la globalización, y el proceso privatista impuesto al país, mantuvo una posición intransigente. Sus últimos años estuvieron dedicados al Círculo del Plata, a la Fundación Adolfo Alsina, y a editar la revista cuatrimestral Fundación, reveladora en sus páginas, de la decadencia argentina. Marcelo Sánchez Sorondo apostó “(…) firme y fervorosamente a la esperanza: a la virtud teologal y a la idea romántica que custodian la hermosa promesa y el sonoro encanto del nombre argentino, mensajero de albricias, de leyendas y famas. Confió “(…) en el renacimiento del espíritu nacional que sople sobre la patria inanimada y convoque la energía del pueblo argentino”. Este auténtico cristiano, este argentino raigal, fue Marcelo Sánchez Sorondo. La Patria del cielo, guarde su alma, y la tierra, su simiente.