Lucas Sorrentino

La reciente imputación de un hombre acusado de intimidación pública y desobediencia judicial pone de manifiesto un problema cada vez más preocupante: el uso irresponsable de los medios digitales para difundir información falsa y alarmista. Este caso, que involucra a un individuo sin formación periodística pero titular de un sitio web y cuentas en redes sociales, evidencia cómo la manipulación de la verdad puede afectar la estabilidad social y política.

Según la denuncia, el imputado publicó información falsa y difamatoria sobre el gobernador de Salta, incumpliendo órdenes judiciales previas que le exigían cesar este tipo de conductas. Sus acciones no solo atentaron contra la honra y dignidad del funcionario, sino que buscaron generar intranquilidad social, con afirmaciones infundadas sobre la salud del gobernador y escenarios de acefalía gubernamental.

La investigación inició a partir de una denuncia radicada, donde se expone que el imputado, quien no tiene vinculación profesional con el periodismo y figura como titular de un sitio web y de diferentes perfiles en Facebook y otras redes sociales, utiliza estos medios para difundir noticias falsas con contenido intimidatorio y alarmante, referidas a la persona del Gobernador de la Provincia, afectando no solo honra y dignidad; sino también con el fin de provocar intranquilidad social.

En el caso de la publicación indicada en la última denuncia, consignaba el usuario que “desde los 15 años Saenz estuvo internado en el Hogar Michel Torino de Cerrillos por robarle dinero a su madre …”
Esto es totalmente falso.

La fiscalía destacó que obraban antecedentes en un trámite procesal previo, de publicaciones encendiendo falsas alarmas sociales respecto de condiciones terminales de salud que objetivamente -además de provocar zozobra en familiares y la sociedad en general- exceden la finalidad de la crítica a la gestión pública, conforme fuera claramente establecido en las sentencias judiciales anteriores y cuya desobediencia es materia de encausamiento.

La mentira como arma

La libertad de expresión y de prensa son pilares fundamentales de cualquier democracia. Sin embargo, cuando se utilizan para propagar mentiras, estas libertades se transforman en un arma peligrosa. En este caso, el acusado no solo ignoró las restricciones legales impuestas en 2022, sino que persistió en una conducta que desvirtúa la esencia misma del periodismo: informar con veracidad y responsabilidad.

Como lo destacó la Corte de Justicia de Salta, «la libertad y la responsabilidad de la prensa son conceptos indivisibles». Cuando alguien utiliza plataformas de comunicación para diseminar falsedades, no solo daña la reputación de las personas involucradas, sino que también genera un efecto nocivo en la confianza pública.

El peligro del sensacionalismo

Este caso también refleja el riesgo del sensacionalismo en los medios digitales. Al especular sobre la supuesta «enfermedad terminal» del gobernador y otras afirmaciones sin fundamento, el acusado buscó no informar, sino alarmar. La estrategia de sembrar desconfianza hacia las instituciones democráticas, aprovechando la viralidad de las redes sociales, tiene el potencial de generar caos e incluso desestabilización institucional.

Además, estas prácticas no son un ataque aislado. Forman parte de un fenómeno más amplio, donde individuos sin ética ni formación periodística utilizan plataformas digitales para obtener notoriedad o cumplir agendas ocultas.
Un medio de comunicación no puede actuar como un Troll. La verdad debe estar por encima de todo.

Un llamado a la reflexión

Este caso nos recuerda que la verdad no es negociable. Los ciudadanos tenemos el derecho de estar informados, pero también el deber de exigir rigor y ética en quienes se presentan como comunicadores. Las redes sociales y los sitios web han democratizado el acceso a la información, pero esa democratización no puede ser una excusa para la irresponsabilidad.

La justicia, por su parte, debe actuar con firmeza para establecer un precedente. La libertad de expresión no puede ser un escudo para la calumnia ni para la desinformación. Es hora de reflexionar sobre cómo preservar este derecho fundamental sin permitir que se convierta en un arma de destrucción social.
La mentira, cuando se instala en los medios, no solo afecta a los individuos directamente atacados, sino que amenaza la esencia misma de la democracia: una ciudadanía informada y capaz de tomar decisiones basadas en la verdad.

Por el bien de todos, defendamos la verdad.