Policía y salud mental: Exámenes a la gorra

 

La legislatura convertirá en ley un proyecto para que los agentes de la policía provincial presenten una examen psicológico anual, sin el cual no podrán ascender. Una serie de episodios recientes, sumados a estudios realizados en varios puntos del país, ponen de relieve la importancia de la salud mental en el ámbito de las fuerzas de Seguridad. 

Un proyecto de ley, que ya cuenta con media sanción en la cámara baja provincial, propone imponer como exigencia a todo el personal policial de la provincia (unos 11 mil agentes) la realización de un examen psicológico anual. De aprobarse en el senado, la presentación y aprobación de dicho estudio será un requisito excluyente para acceder a un ascenso.

El autor del proyecto es el legislador guemense Germán Rallé, pero cuenta con el aval de la autoridad máxima de la policía, el comisario Diego Bustos. En la previa del tratamiento de la ley, el jefe de los uniformados opinó que “es una forma de fortalecer y detectar situaciones que a lo mejor el personal no las muestra. Y una persona que está violentada en su psiquis tiene un arma”.

La fundamentación del proyecto, por su parte, explica: “los exámenes psicológicos buscan conocer e identificar las características de personalidad, inteligencia y habilidades generales del personal evaluado con la finalidad de que se determine si es una persona apta para el desarrollo y desempeño de sus funciones como policías”.

Dos episodios que tuvieron lugar esta semana y que involucran a personal policial podrían ilustrar la necesidad de avanzar con la iniciativa. El lunes, en Salvador Mazza, un uniformado fue protagonista de un grave incidente tras amenazar con su arma reglamentaria a un grupo de jóvenes. El hecho ocurrió cuando el agente, en evidente estado de ebriedad, se desplazaba en su motocicleta y acusó sin motivo alguno a los jóvenes de ser “robamotos”. Sin mediar demasiadas palabras coherentes, los increpó violentamente, apuntándoles directamente con su arma de fuego.

El pasado jueves, un agente que se encontraba protestando en el centro cívico Grand Bourg trepó hasta la cima de una antena telefónica y amenazó con arrojarse al vacío si no lo atendía alguna autoridad del gobierno. El policía había sido exonerado de la fuerza tiempo atrás por una denuncia por amenazas, presentada por su mujer.

No obstante, las anécdotas ilustran apenas una pequeña porción de la realidad policial. Una serie de estudios y estadísticas dan cuenta que los problemas y enfermedades de salud mental en el seno de la institución azul son materia de preocupación y análisis desde hace algunos años. No son pocas las provincias que decidieron poner sobre la mesa la problemática y tomar cartas en el asunto.

Pasar el psicotécnico

En Santa Fe, el año pasado se anotaron para ingresar a la fuerza más de 9.000 personas, de las cuales 2.500 fueron desestimados desde el inicio, por no tener el secundario completo o estar excedidos en edad. A los 6.500 que quedaron en carrera, se les tomaron, por etapas, los exámenes psicológicos. Y alrededor del 45 por ciento no logró superar este primer filtro.

De acuerdo a lo publicado en el sitio oficial del ministerio de Seguridad de Santa Fe, los exámenes tienen como objetivo que los alumnos tengan una personalidad estable, que sepan tomar decisiones en momentos de crisis, manejar su autoridad –sin excederse– y, por encima de todo, capacidad para trabajar en equipo. Además, insisten en que “un policía es un funcionario público que debe garantizar seguridad, pero sin perder de vista que es un vecino más. Respetar la autoridad y aplicar la suya propia, sin incurrir en actitudes violentas”.

En enero de este año, en Tucumán, se dio un inédito y masivo bochazo de ingresantes a la policía local. De 5400 interesados, sólo 1400 se presentaron a rendir y, de ellos, sólo aprobaron 12. El exámen abarcaba conocimientos básicos de lectoescritura, talla, peso y destreza física. Pero una buena parte de los concursantes no logró ingresar a la fuerza por no cumplir con el perfil psicológico. Luego de que la noticia se propagara por todo el país, el jefe de la policía tucumana, Joaquín Girveau, lanzó crudas declaraciones: “Es importante que la persona que va a ingresar como cadete de la escuela y futuro oficial tenga las condiciones físicas y mentales para poder ser un funcionario de bien. Es hora de dejar de pensar que la policía es una bolsa de trabajo”.

Estrés y adicciones

Un poco más cerca, en Jujuy, un estudio detectó que un alto porcentaje de efectivos policiales sufre estrés crónico laboral, también conocido como Síndrome de Burnout. Esta patología ha sido declarada por la OMS como la enfermedad del siglo XXI y a nivel mundial se habla de una incidencia del 10%; en Jujuy el promedio es del 60% y afecta en igual medida a docentes y personal de la salud y se estima que ahora durante la pandemia en la Policía la incidencia es mayor, del 80%. Es una patología grave que se ha naturalizado y en muchos casos no es considerada como tal

El psiquiatra jujeño Carlos Rey Campero, explicó que: “Los policías tienen un régimen de unas 300 horas de trabajo mensuales, además de recargos seguidos de las guardias de 24 horas, eso hace que estén mucho tiempo fuera de la casa, y generalmente eso deriva en separaciones; los fines de semana tienen los retenes y están pendientes si deben hacer reemplazos. Y es parte del modelo los traslados a otras jurisdicciones, de modo que las condiciones laborales son terribles y derivan en un desgaste psicológico que en algunos casos termina con un suicidio”.

Un estudio de la Universidad de Pilar que analizó la presencia del síndrome de burnout (o estrés laboral) en la policía detectó que sólo un 2,8% de los uniformados encuestados reportó la disponibilidad de programas de apoyo a la salud mental en sus lugares de trabajo. Los especialistas Blanco-Álvarez y Thoen (2017) encontraron que tener un segundo empleo, tal como realizar horas extras en eventos masivos o canchas, tiene efectos significativos en los niveles de estrés laboral y estrés, siendo estos desencadenantes de enfermedades o sintomatologías compatibles con la ansiedad y la depresión.

El capítulo de las adicciones en la fuerza no es menos preocupante. En 2019 se realizó un examen toxicológico en la policía de Buenos Aires que arrojó que el 3,4% de los policías dio positivo a la presencia de cocaína, marihuana y benzodiazepinas, fármacos de la familia del clonazepam. La cifra de policías que consumieron drogas podría ser aún mayor si la totalidad de las muestras se hubiesen tomado de manera sorpresiva. Sucede que en la mayoría de los casos -3.315- los estudios fueron practicados durante los denominados “controles preventivos”, es decir que los efectivos ya habían sido prevenidos de que esto iba a ocurrir.

La mayoría de ellos, según se cree, se drogó en pleno servicio o antes de ingresar a la comisaría. Por esa razón se los apartó del puesto y se les abrió una “carpeta médica”, se les retiró el arma y comenzaron un tratamiento de rehabilitación. La mayoría de ellos, doce, habían ingerido cocaína, ocho fumaron marihuana y dos consumieron benzodiazepinas.

Prevención del suicidio

En la provincia de Buenos Aires se difundió una escalofriante estadística: los policías mueren cinco veces más por suicidios que por enfrentamientos. En 2022, a la bonaerense se le murieron seis miembros durante actos de servicio, pero 36 por suicidios (11 mujeres y 26 varones). Hubo tres suicidios por mes en promedio. Fue la peor estadística de los últimos cinco años: en 2021 se habían suicidado 26 policías; en 2020, 18; en 2019, 32; en 2018, 30; y en 2017, 30.

Hasta mediados de año, un total de 19 agentes se quitaron la vida en la Provincia de Buenos Aires, un número mucho mayor a los caídos en servicio. Varias razones pueden estar detrás de este problema, incluyendo la falta de preparación psicológica, incidentes de violencia y abuso, o el agotamiento causado por los constantes traslados y largas distancias que los agentes deben cubrir.

Además, el informe destaca que “la mayoría de los suicidios ocurren con el arma reglamentaria y durante los días de descanso de los policías, lo que indica que el estrés laboral y la falta de apoyo pueden ser factores significativos”.

Dentro de los cinco factores más significativos que menciona el informe para explicar este fenómeno se encuentra el acceso a medios letales. Esto es, el tener al alcance armas de fuego puede incrementar el riesgo de suicidio.