El arzobispo de Salta tomó alcohol, manejó sin licencia y lo paró un control que luego lo dejó seguir. El Secretario de Transito quedó envuelto en la polémica tras la viralizacion del video del operativo y de un acta de infracción adulterada.
Esta semana, un nuevo episodio de la comedia salteña se desarrolló en las calles de la provincia, protagonizado por un elenco de personajes insólitos. El arzobispo de Salta, Mario Cargnello, se convirtió en el centro de atención al ser detenido en un control de tránsito, donde confesó sin ruborizarse que no portaba su licencia de conducir y que, además, había disfrutado de unas copas de más en una cena con amigos. La situación tomó un giro tragicómico cuando el inspector de tránsito decidió, para sorpresa de muchos, dejarlo continuar su camino, alegando “evitemos eso”, mientras el infractor agradecía para luego dirigirse a oficiar la misa, como si de una rutina diaria se tratara.
Las imágenes del incidente, filtradas por “fuentes anónimas”, se viralizaron rápidamente generando repudio ciudadano. Sin embargo, también surgieron preocupaciones sobre la invasión a la privacidad perpetrada por los agentes del orden, quienes filmaron la situación sin informar al arzobispo que estaba siendo grabado, violando así su derecho a la intimidad. La justificación de esta conducta fue la necesidad de dejar constancia de lo actuado en caso de que los agentes fueran agredidos por algún conductor alcoholizado. Sin embargo, es fundamental que estas filmaciones se realicen con cámaras debidamente registradas y homologadas, visibles al público y no mediante dispositivos ocultos como una especie de asalto. Los procedimientos sobre conductores en la vía pública, que a menudo incluyen pruebas de consumo de sustancias, deben llevarse a cabo de manera reservada, respetando su derecho a la intimidad.
Pero al buscar responsables de esta flagrante violación de la intimidad del arzobispo a través del escrache, la respuesta parece evidente: ¿quién más que aquel con acceso a los medios de comunicación para filtrar impunemente el video del Monseñor y sentirse protegido al hacerlo? No es la primera vez que estos medios han hecho públicas imágenes de este tipo, aunque anteriormente se trató de personas desconocidas. Es por eso que todas las miradas de sospecha apuntan al despacho del Jefe de Transito que bajo la fachada de “orden y seguridad” y con declaraciones como “Vamos a poner las cosas en su lugar”, se ha convertido en un verdadero showman.
Después de que el escándalo se instalara, Matías Assennato, conocido por su necesidad de protagonismo, llevó las cosas aún más lejos. Ya no solo se cuestionaba al arzobispo, sino también la conducta de sus subordinados. En un intento de tomar el control de la situación, apareció un acta de infracción adulterada que también fue viralizada. Alli se puede ver leer la firma de Assennato y la mención de una “presunción de alcoholemia”, que corregiría la omisión de la patrulla de tránsito. Esta acción habla claramente de una adulteración de un documento público que no fue emitida en su presencia, a menos que fuera Assennato quien estaba filmando secretamente al arzobispo, comprometiendo cualquier proceso legal contra Cargnello, e invalidando las pruebas presentadas.
El circo de Assennato no es nuevo en la escena política salteña. Con una trayectoria marcada por cambios de bandos y un afán desmesurado por la exposición mediática, el ex Frente Plural ha encontrado en la gestión pública un escenario perfecto para sus performances. Sin embargo, su última actuación podría terminar siendo su perdición, ya que, al intentar montar un espectáculo para la galería, ha puesto en riesgo la validez de las acciones legales que podrían realizarse contra el arzobispo por parte del juez actuante. Que dicho sea de paso, es el mismísimo presidente del Tribunal de Faltas Municipal, quien ya aclaró que una sanción por alcoholemia no puede efectuarse por presunción, sino que debe estar debidamente corroborada con la graduación que consigne el aparato de medición, control que no se le hizo al sacerdote.
En definitiva el circo montado por Assennato con el episodio del arzobispo Cargnello deja una lección clara y es que aquellos que buscan el escenario público deben tener cuidado de no convertirse en las estrellas de un espectáculo bochornoso y burlesco que compromete al municipio.