Los tres efectivos de la Policía de la provincia de Salta están siendo juzgados por vejaciones tras atacar gravemente a un joven en barrio Ceferino. 

En la Sala VI del Tribunal de Juicio se desarrolla la audiencia de debate en la causa seguida contra tres efectivos policiales imputados por vejaciones calificadas.

El juicio unipersonal es presidido por el juez Guillermo Pereyra. Por el Ministerio Público interviene la fiscal penal de Derechos Humanos, Claudia Geria. La defensa de los acusados está a cargo de Pablo Alberto González. Está previsto que se extienda hasta el 4 de diciembre.

El juicio se encuentra en la etapa de recepción de pruebas testimoniales. Ya declararon, entre otros, un vecino del damnificado, de barrio Ceferino, y el oftalmólogo que lo atendió en el Hospital San Bernardo el 19 de agosto de 2018.

El primer testigo señaló que conoce al damnificado V. H. G. porque son vecinos desde hace muchos años, vive al frente de su casa. Contó que el día del hecho –un domingo por la mañana- estaba en su casa, a punto de entrar a bañarse, cuando su esposa le pidió que interviniera porque afuera estaba la policía “corriendo a los chicos”.

Salió y vio que por la calle venía un grupo de alrededor de seis muchachos, caminando, y por detrás un policía que le disparaba con una pistola de pintura por la espalda a uno de los chicos. Dijo que el muchacho tenía un camperón y que no alcanzó a ver si la prenda estaba manchada. En la esquina observó un móvil policial (camioneta) estacionado, con otros efectivos.

El testigo describió que el arma utilizada era “como una pistola de agua, era oscura y tenía un tambor”. Él se enfrentó al policía insultándolo y reclamándole que se fuera. Antes de marcharse en la camioneta, el uniformado le respondió: “Ustedes siempre los apañan”.

En tanto, el grupo de chicos se había retirado por un pasillo. Él les pidió que “se metieran a la casa” de V. H. G.

El testigo continuó relatando que volvió a su domicilio, entró a ducharse y su mujer le avisó que la policía había vuelto. Salió raudamente y observó que un efectivo pateaba la puerta de la casa de V. H. G. mientras una tía de la víctima profería insultos desde el primer piso. Ese mismo policía apuntó con la pistola entre los hierros de la reja y disparó. “Yo estaba a cinco o seis metros, cruzando la calle”, indicó el testigo. Decidió intervenir nuevamente increpando al uniformado. En ese momento una mujer policía se acercó al tirador, lo sujetó, lo hizo girar “como retándolo” y lo llevó al móvil. Subieron y se fueron.

Seguidamente él se dirigió a la casa de la víctima y los amigos le avisaron que a V. H. G. le habían pegado un tiro en el ojo. Entró a buscarlo y vio que el chico tenía un trapo sobre la cara, lleno de sangre. Inmediatamente decidió llevarlo al hospital en su vehículo particular.

El testigo manifestó que en su barrio hay un sector conflictivo que es “el del fondo”, donde hay algunos vecinos “que toman y se pelean”. Pero aseguró que en su zona los jóvenes no hacen problemas. Sostuvo que esa mañana, “seguramente estarían amanecidos y habrían tomado” porque la noche previa se había realizado un festival para los niños, pero aseguró que no habían protagonizado ningún disturbio.

Por su parte, el oftalmólogo que atendió a la víctima en el Hospital San Bernardo ratificó -a partir de la lectura de los certificados e historia clínica agregados al expediente- que V. H. G. había sufrido estallido traumático del ojo derecho. En el nosocomio se le realizaron exámenes prequirúrgicos y luego el paciente fue derivado a otra institución para una intervención quirúrgica.

El profesional señaló que el trauma pudo haber sido causado por el impacto fuerte de una bolilla, perdigón, piedra, bala o elemento similar. También por un golpe de puño con anillo u objeto parecido.

En la historia clínica se dejó constancia de que el paciente había perdido la vista del ojo afectado y que él mismo había referido haber sido lesionado por una bala.

La denuncia fue presentada por la madre del damnificado V. H. G. Según consta en la causa, la mañana del 19 de agosto de 2018 el damnificado estaba en su domicilio de pasaje Ormachea con unos amigos. Él había entrado y de repente escuchó un ruido fuerte y vio entrar corriendo a los otros chicos.

V. H. G. salió y vio a la policía. En ese momento uno de los efectivos, de uniforme negro, le disparó con un arma marcadora. La víctima fue auxiliada por un vecino que lo trasladó en su vehículo particular al Hospital San Bernardo. En el nosocomio, el oftalmólogo examinó al joven y le diagnosticó “estallido de ojo derecho” por impacto de proyectil.