El escritor presenta su nuevo libro «Elogio del narrador imperfecto». La cita es este 23 de noviembre a las 19, en la librería Doce Letras. Entrevista exclusiva.
1-¿Cómo surgió la idea de este libro?
Cuando ocurrió mi jubilación, en 2015, también inicié la publicación por Facebook de una sirie de crónicas recordando diferentes etapas de mi vida, destinadas principalmente a mis colegas y amigos, sin pensar en ningún momento en hacer un libro. Entre los recuerdos también iba intercalando crónicas sobre las actividades que desarrollaba en por esos días en el campo de la cultura, tanto en Orán como en otras ciudades del país. Las entregas fueron intensificándose hasta publcar dos por semana, manteniendo esa regularidad durante cinco años (2015-2019), Durante ese tiempo algunos colegas me sugerían juntar las crónicas virtuales para publicarlas en un volumen de papel. Es así como aprovechando el tiempo de la pandemia, me puse a bajar los textos, conformando un corpus de cuatro volúmenes, con un total de casi 500 piezas narrativas que he denominado “Descolgadas del muro”. Las clasifiqué según su temática, surgiendo así cuatro tomos, uno de ellos totalmente dedicado al arte de narrar, con reflexiones y relatos que abordan el tema. A ese volumen agregué, para su publicación, algunos aportes de lectores críticos que brindan su perspectiva sobre mi narrativa, estableciendo una suerte de diálogo entre la voz de un autor y la de un lector autorizado.
2-El libro aborda el oficio de contar historias, desde el relato tradicional al calor del fogón criollo, pasando por la ficción literaria escrita y dibujada, hasta las crónicas del mundo virtual… ¿Cómo empezó usted a narrar?
Mis condiciones de vida de cuando era niño, habiendo sido huérfano, analfabeto y callejero, me llevaron por distintos caminos del trópico, viviendo en barrios marginales y en fincas agrícolas, trabajando para sustentarme. Fue en esas circunstancias cuando tuve la oportunidad de conocer a los “cazadores de oreja”, es decir, a los que saben atrapar a sus oyentes con el encanto de sus relatos. Eran los narradores del tradicional fogón criollo. Yo los miraba y escuchaba, atentamente; me fascinaba la idea de contar historias. Más adelante empecé a narrar mis propias historias en forma oral ante mis amigos. Después, cuando llegué a la adolescencia, cursé la escuela primaria, aprendí a leer y escribir. Entonces inicié la lectura de libros de ficción y empecé a soñar con ser un escritor. Como también me gustaba dibujar, mis primeras obras fueron historietas con guion y dibujos propios. Llegué a publicar una tira diaria en el diario El Tribuno de Salta (“El familiar”, septiembre de 1979). Mi ingreso a la carrera del Profesorado en Letras en la U.N.Sa. Sede Regional Orán me resultó fundamental para cumplir mi sueño. En la carrera no solamente aprendí historia y teoría literaria, sino que pude leer con enorme gozo a los grandes maestros de la narrativa latinoamericana: Juan Rulfo, Mario Vargas Llosa, Jorge Luis Borges, Gabriel García Márquez, Juan Calos Onetti y Carlos Fuentes, entre otros. Esos autores me dejaron en claro lo que yo quería hacer.
3- ¿Se va acumulando sabiduría como narrador? Si pudiera viajar en el tiempo, ¿qué le diría a ese joven que empezaba a contar historias?
Claro, la experiencia de leer en forma atenta y persistente, y de escribir y escribir continuamente, me fueron dando como resultado una superación paulatina, aunque nunca se deja de aperender. También el diálogo con colegas y la asistencia a eventos vinculados con las letras, así como el disfrute de otras expresiones como el teatro, el cine y la música ayudan a la formación del escritor. Todo eso me sucedió desde que decidí escribir y es lo que también le recomendaría a cualquier joven que quisiera iniciarse en las letras.
4-Las publicaciones en el muro de Facebook o en cualquier otra red social tiene una característica única: la interacción de los lectores. ¿Cómo se lleva con eso?
El escritor tiene pocas posibilidades de conocer a sus lectores; ellos están del otro lado, en forma distante en lo físico, aunque compartan el mundo creado. Raras veces, yo diría excepcionalmente, el autor toma contacto directo con su lector que, por otra parte, son muchos y generalmente anónimos. No ocurría los mismo con el narrador del antiguo fogón criollo, que tenía a su receptor frente suyo, formando parte de la ronda de oyentes. Hasta podía intervenir en el transcurso del relato, cuestionando o ampliando la historia. Por eso, el hecho de escribir y publicar a través de Facebook fue como reencontrarme con el fogón de mi infancia, pero multiplicado en sus posibilidades. Escribo y envío mis relatos sabiendo que del otro lado de la línea tengo un público múltiple y simultáneo, que también puede responder a través de sus comentarios, haciendo observaciones o acotaciones oportunas. Además, el relator virtual cuenta con otros recursos complementarios para narrar su historia, como la imagen, el video y la música. Esa parte del mundo virtual me fascinó. Sin embargo, nunca renuncié al libro, esa cajita mágica donde habitan tantas sensaciones. El texto en su soporte de papel sigue siendo mi gran pasión, como seguramente ocurre con muchos lectores.
5-¿Cómo ve el campo literario actual?
Tanto al panorama nacional como provincial lo veo en una relativa plenitud, con diferencias en cuanto a sus modos y formas. La aparición del mundo virtual, la escritura en modo digital no canceló el libro y otras publicaciones literarias de papel, sino que abrió otros modos de lectura y de circulación del texto, favoreciendo los vínculos y el acceso las obras consagradas y también a las nuevas. Se abrieron espacios y grupos afines para compartir las letras. Con todo, creo que el campo literario sigue tan vigente como antes, conviviendo las dos formas de lectura, en soporte virtual y en soporte de papel. Por eso, no resulta extraño ver la figura del escritor trabajando en una computadora. Pero el libro no murió, dan testimonio de ello las grandes ferias del libro que convoca multitudes, como si fuera una fiesta, tal como es el caso de Buenos Aires, Rosario o Córdoba. También las provincias tienen sus ferias. Por otra parte, en contraposición con las grandes editoriales, que marcan tendencias y dominan el mercado, han crecido las llamadas editoriales independientes o alternativas (hasta tienen sus propias ferias), que cumplen un rol importante para la cultura literaria, ampliando el mercado y cumpliendo el sueño de muchos nuevos escritores. También se han multiplicado los certámenes literarios en diferentes géneros y categorías, incentivando la creación.
6-Por el título del libro, pensaba en algo que decía Becket: “Lo intentaste, fracasaste, no importa. Inténtalo de nuevo. Fracasa mejor”. La pregunta es: ¿Se puede llegar alguna vez a ser un narrador perfecto?.
Desde el nacimiento del cuento literario moderno, los grandes maestros del género, como Edgar Allan Poe, Horacio Quiroga, Julio Cortázar y hasta el propio Borges, han buscado caracterizar su forma, dar recomendaciones, trabajar el relato en talleres o establecer algún instructivo o tutoría. Recuérdese el famoso “Decálogo del perfecto cuentista” de Horacio Quiroga. Mi experiencia como practicante del relato en sus diferentes formas (cuento, novela, historieta, crónica) me han llevado a reflexionar sobre el tema, contando risueñamente algunos gajes del oficio en mis crónicas. Es lo que trato de recuperar en mi nuevo libro, incluyendo algunas crónicas que abordan el tema, publicadas oportunamente por las redes. No es un manual o una teorización del género narrativo, sino un testimonio autobiográfico y personal del oficio de narrar. Seguramente, revisando mi producción, lejos estoy de ser un narrador perfecto. Tampoco creo que haya un narrador perfecto, salvo en lo ideal, como planteaba Platón en su mito de la caverna. El escritor en particular y el artista en general siempre se encuentra en esa búsqueda, en llegar a la plenitud de su creación. Sin embargo, como lector puedo dar fe que hubo y hay enormes maestros de la narrativa, los que han consagrado el género con sus grandes obras.
7-¿Es muy unitario el campo literario? ¿Crees que tendrías más reconocimiento si viviera en la Capital?
El tema es un poco complicado. Sabemos, por Pierre Bourdieu, que todo campo es dinámico, se desarrolla entre luchas de intereses, que pone en juego diferentes capitales o recursos. Decir “unitario” es un concepto histórico, nos evoca aquella etapa inicial de Argentina, tiempo de turbulencias y luchas sangrienta, de tiranía y caudillismo, de enfrentamientos entre Unitario y Federales. Vivimos ahora otra etapa de la historia, más globalizado, con otros paradigmas. Alguna vez se habló de un esquema de poder, estableciendo un centro y una periferia, aplicado en diferente escala. Así, los países centrales o del “primer mundo” ejercen su poder sobre los países “subdesarrollados”, que vendrían a ser la periferia. En Argentina, desde hade mucho tiempo los provincianos hemos renegado contra el “centralismo porteño”, diciendo que Dios está en todas partes, pero atiende en Buenos Aires. Porque allí se encuentra la sede del gobierno nacional, los grandes medios de comunicación, las grandes editoriales, etc. Pero también las provincias han ejercido el poder desde sus capitales hacia los municipios del interior. En Salta esto puede probarse desde la propia historia y en diferentes ámbitos del quehacer social y cultural. Por ejemplo, durante mucho tiempo el intendente de Orán fue designado por el gobernador de Salta, quien colocaba en función a un hombre políticamente afín. Recién con el regreso de la democracia, la población de Orán pudo elegir libremente su propio gobierno municipal.
En el campo literario, si alguna vez existió esta tendencia centralista, en la actualidad el panorama es mucho más relativo. La lucha ahora tiene otros modos. Los nuevos medios de comunicación, el mundo digital y las redes sociales van borrando parcialmente estas diferencias, esta desigualdad de oportunidades en cuanto a socializar las obras. En Salta, además de los nuevos modos de comunicación, la aparición de editoriales independientes y artesanales en municipios del interior (Ediciones del Trópico, en Orán, y Ediciones del Duende, en Güemes, entre otras), el logro de premios en los concursos literarios, la Feria del Libro de Salta que abre su espacio a la producción escritores del interior, son factores que van dando visibilidad a la actividad literaria de todo el territorio de la provincia. Se sabe que los municipios también desarrollan sus propias actividades culturales y literarias, y que algunos de sus escritores establecen contactos directos y a través de sus propios medios con otras provincias y organizaciones literarias. Es decir, no es necesario vivir en capital para que su obra trascienda, que por otra parte ese logro siempre estuvo condicionado por otros factores. Creadores de capital y del interior han establecido interesantes y productivos vínculos. El escritor del interior ya no es, al decir Scalabrini Ortiz, “el hombre que está solo y espera”.