Por Alejandro Saravia

Siempre generó desconcierto la sonrisa de La Gioconda, el cuadro quizás más emblemático de Leonardo da Vinci. Te deja cabalgando en dudas acerca deI estado de ánimo que trasunta, si marca una cierta lejanía, sarcasmo, ironía. La cuestión es que, sea como sea, no te deja indiferente. Al contrario, para cualquiera que vaya al museo de El Louvre la verá, siempre, rodeada de espectadores como si fuera una afamada estrella de hoy. Que me perdone San Leonardo, pero su Gioconda me deja fluctuando entre el sarcasmo y la ironía, decía no me acuerdo quién. Bueno, en ese terreno de nadie, en esa fluctuación entre un estado de ánimo y otro, nos dejan, como La Gioconda, fluctuando los candidatos para las presidenciales del próximo 22 de octubre. No sabemos, en definitiva, si reír o llorar. Fluctuamos entre varios extremos.

Días pasados en un canal de televisión de Buenos Aires se realizó un debate entre los candidatos a vicepresidentes. Vamos a dar nuestra impresión por orden de aparición según los resultados de las PASO de agosto.

La candidata de La Libertad Avanza, Victoria Villarruel, impresiona como una persona con dominio de sus emociones, por no decir fría, y con limitaciones en sus conocimientos. Es sí una abogada, pero que me disculpen los colegas, eso no la habilita a saber de todo, aunque muchos “se la crean”. Tanto es así respecto a la candidata que, salvo en los momentos en que se picoteaba con Rossi, candidato a vice de Massa, debía leer lo que iba a decir. Sin embargo, tuvo apostura, dominio del escenario, y no se amilanó cuando picoteaba. Eso que lo hacía con quien en este momento es jefe de gabinete de ministros, y viene de una amplia experiencia política, atento a que fue presidente del bloque de diputados nacionales peronistas con anterioridad.

Los de Juntos por el Cambio, representados para la ocasión por el radical de Mendoza, Petri, nos suscitan acentuadamente aquello de La Gioconda: una cierta perplejidad. No sabemos si juegan a ser los mejores de la clase o no tienen imaginación. En el debate jugó a ser el mejor de la clase, pero el día anterior a ese evento, cuando en el Congreso de la Nación, en Diputados, se debatió la modificación del impuesto a las ganancias, nos dieron la impresión de que no aquilatan del todo que están disputando la presidencia de la república con un semiinimputable como Milei y con un fullero, tal como su jefa lo catalogó a Massa.

Muchachos, de lo que se trata es de pelearla a cara de perro frente a un tahúr absolutamente irresponsable como es Massa. Y frente a un tipo que dice que lo asesoran sus perros clonados. Las explicaciones sobre los despropósitos que Massa hace con pura demagogia en esta su doble condición de ministro y candidato, como lo de ganancias en estas circunstancias, es para otro momento, para otro contexto. Este es un momento de emocionalidades, la racionalidad viene después, por lo general para justificar el por qué, el motivo de una decisión tomada en base a emociones. Dejen de tanto coaching, de lo políticamente correcto, y despéinense un poco. Miren lo que le pasó a Larreta por tantos asesores y focus group. Parecía un robot y no lo votó ni su linda novia.

Rossi, demostró que es un calentón y el por qué le dicen El Chivo. Pero es sabido que en política el que se calienta pierde. Y, la verdad es que en el picoteo salió mejor la chica ésta, la dama de hielo, la Villarruel. La compañera de fórmula de Frankenstein.

El pobre Randazzo trataba a toda costa mostrar que había estudiado la lección, pero nadie le daba bola. A pesar de insistir con lo de los DNI, los trenes y la SUBE. Sigue siendo un buen tipo. Casi tan tierno como los de la izquierda, en la instancia representados por Nicolás del Caño, que demostró en su rol el por qué sólo los votan pocos y también el motivo de tantos fraccionamientos internos. Para ellos ni siquiera es aplicable el teorema de Baglini. Sí, quizás, parafrasear a Borges: no pueden con el genio. Les falta, sin dudas, algunos hervores más.

En resumidas cuentas, se mostró en este debate de qué material están hechos ellos individualmente, personalmente, pero en nada si tienen o no las consignas necesarias para sacar a nuestro país de este marasmo. No nos sacaron de la pura incertidumbre en que nos debatimos. Como la que nos suscita la sonrisa de La Gioconda, el emblemático cuadro de Leonardoda Vinci.