Por Karla Lobos

Corría el año 1918 y los radicales desplegaban todo su esplendor en Salta. Por supuesto, y como era de esperarse, estaban divididos en dos facciones: los nacionalistas y los saravistas, pero ante las inminentes elecciones provinciales, decidieron unirse para poner a un candidato fuerte en el sillón de gobernador: Joaquín Castellanos. Acordaron repartise los cargos del Poder Ejecutivo y Legislativo luego del triunfo.

Fueron muchas las licencias que se tomó Castellanos en ese primer año de gobierno. De hecho, recien apareció en setiembre de 1919 y de entrada nomas se negó a convalidar todo lo actuado por el Presidente del Senado, Juan Peñalba, junto al ministro de Hacienda, David Saravia.

Medidas como la reestructuración del Gabinete, la intervención del Banco de la Provincia, la intervención a varios municipios, llevaron la lucha interna del radicalismo a la órbita legislativa, potestad del saravismo y los conservadores. El Poder Ejecutivo llamó a sesión extraordinaria a fin de tratar un paquete de 40 proyectos demorados en la Legislatura, pero los legisladores de la otra facción radical, se encargaron de paralizar el funcionamiento del Poder Legislativo durante todo 1920.

El 18 de setiembre de 1920 el diario Nueva Epoca publicó el Manifiesto al Pueblo de la Provincia, emitido por los legisladores. En este documento los legisladores acusan directamente al Gobernador de manipular las sesiones extraordinarias del año anterior, perjudicándolos en sus actividades privadas: “…Cuando las Honorables Cámaras  estaban en labor extraordinaria (27 de diciembre de 1919), a pesar de la época en que la mayor intensidad de las tareas rurales reclamaban una atención personal y permanente de los intereses privados de los señores legisladores, el PE produce un decreto de clausura de las sesiones  de la Honorable Cámara de Diputados fechado el 13 de marzo del corriente año, cuando ya la Comisión de Hacienda se había expedido en el presupuesto y cálculo de los recursos, tanto para la Administración Pública como para el Consejo General de Educación y el Banco Provincial, cuyos despachos están fechados el 2 y el 31 de enero respectivamente”.

El documento también denunciaba que la Presidencia de la Asamblea Legislativa convocó en tres ocasiones  a la apertura de sesiones durante 1920 y que solo asistieron los legisladores  del radicalismo intransigente y ninguno de la Unión Provincial, lo que indicaba que procedían en connivencia con el Castellanos para hacer fracasar la citación. Frente a esta situación, el gobernador emitió el 29 de enero de 1921 un decreto convocando a elecciones para el día 6 de marzo para una “renovación total de la legislatura”. Un “que se vayan todos”…

Unas semanas después el gobernador denunció ante Nación, “tentativa sediciosa”, en la cual participaba Juan Peñalba “rector del Colegio Nacional y vicepresidente del Senado -ausente de Salta desde hace dos meses, quien ha llegado secretamente para hacerse cargo del Gobierno”. Y en el transcurso de los dias fueron detenidos 49 “sediciosos”, identificados directamente con la familia Saravia. Al tiempo que vinculaba en las maniobras al Jefe interino del Distrito Militar Salta, casualmente ahijado del presidente Irigoyen. Un tiro por elevación al Gobierno Nacional.

La cosa estaba que ardía. En la ultima sesión de diputados, la Cámara consideró que Joaquín Castellanos se colocó fuera de la Constitución y aprobó la conformación de una comisión acusadora ante el Senado, para abrir un juicio político al primer mandatario. Entonces Castellanos disolvió la Lagislatura y la reemplazó por los electos el 6 de marzo.

Una vez constituida la nueva Legislatura, el gobernador hizo sancionar varias leyes postergadas en su tratamiento. En agosto convocó a elección de electores a gobernador y fijó como fecha de reunión del Colegio Electoral el 1 de noviembre, fecha en que se debía elegir a Juan Peyrotti como nuevo Gobernador. Así de democrático todo…

Esta legislatura y el Colegio Electoral fueron considerados ilegales y los miembros de la anterior Legislatura recuperaron su cargo al conocerse la decisión del Congreso de intervenir la Provincia. La intervención tomó lugar  el 10 de octubre  de 1921 y se designó como interventor a Arturo Torino. Inmediantamente se constituyó una comisión acusadora y los legisladores continuaron con el juicio político a Castellanos, que fue destituido un mes despues.

Durante ese período la lucha encarnizada entre radicales intransigentes, radicales nacionalistas, el conservadurismo y el conglomerado de independientes se dio a traves de los medios de difusión, que en ese momento eran sólo los diarios. En el caso de los radicales, el órgano de difusión fue El Civico, dirigido entre 1920 y 1921 por Bernardo Gonzalez Arrili y Arquimedes Lombardo, cercanos a Joaquín Castellanos. Pero los saravistas no se quedaron tranquilos con eso y crearon El Cívico Intansigente, con una sociedad integrada por David Michel Torino, David Saravia, Pablo Saravia, Luis Diez, Carlos Outes y Francisco Sosa.

El Civico tenía problemas económicos serios, por los que a veces no salía a la venta por tiempos prolongados. Algunos lo llamaban “El Cautivo” o “El Robado”, recordando lo que  pasó en 1920.  

Varios diarios más circulaban por Salta en ese momento, Tribuna Popular, dirigido por otro radica, Tomás Oliver, otron saravista. Y La Voz del Norte, dirigido por Mamerto Villagrán, empresario del tabaco, vinculado también al radicalismo en contra de Castellanos. Nueva Epoca era el diario de Agustín Usandivaras, del ala conservadora. El otro diario conservador era La Provincia, dirigido por Angel Galarreta, organo oficial de la Unión Provincial.

En 1921, ya aparecían las adhesiones para la candudatura a gobernador de Adolfo Guemes, quien alcanza la primera magistratura, de la mano de la nuevamente unificada UCR y sus vinculaciones familiares por parte de la Unión Provincial, lo que fisuró al conservadurismo. Teniendo en cuenta que el Presidente de la Unión Provincial apoyaba la candidatura de Abraham Cornejo. El inesperado apoyo a Guemes sembró la sospecha de un acuerdo secreto con el radicalismo, con el consentimiento de Robustiano Patrón Costas. O sea que, a la eterna grieta de los radicales, durante el gobierno de Adolfo Guemes, se le sumó la nueva grieta de los conservadores.

Mientras El Civico Intransigente denunciaba los acuerdos del Ejecutivo con los conservadores y ellos utilizaban la influencia con el Gobernador para resolver sus conflictos internos, el radicalismo, controlado por la oposición a Guemes, declaró la abstención en las elecciones  legislativas del 4 de marzo de 1923, utilizando como pretexto que el Ejecutivo provincial se negaba a postergar la fecha de elecciones para darle tiempo a la formación de listas de candidatos de toda la provincia.

Las disputas internas del conservadurismo por la candidatura a gobernador llevaban por un lado a Abraham Cornejo y por el otro a Agustín Usandivaras. Al respecto Adolfo Guemes decía: “Los comentarios hacían presumir que todo advenimiento era imposible y hasta algunos elementos exaltados, no trepidaron en declarar públicamente que, antes de votar la candidatura del señor Usandivaras, se entregarían al grupo radical afin al diputado. Saravia y muchos de los grupos del señor Usandivaras, exteriorizaron sus simpatías hacia el otro candidato radical, David Saravia, en lugar de votar por el candidato provincialista, Abraham Cornejo. Casi contemporáneamente, igual fenómeno de segmentación partidista se produjo en la Unión Cívica Radical. En los corrillos del grupo saravista, sonaban dos nombres: el diputado nacional Pablo Saravia y David Saravia, suscitándose desde el primer momento, agrias controversias respecto a los merecimientos, aptitudes, garantias de honestidad y preparación de ambos candidatos para el alto cargo, hasta que despues de varias tentativas de arreglos privados, se resolvió entregar la solución del delicado problema a una Convención del partido, de la que resultó consagrado David Saravia, candidato oficial del partido”.

Y mientras los radicales intentaban solucionar el conflicto interno y familiar, los conservadores apelaron  a la candidatura de Joaquín Corbalán, medico salteño residente en Tucumán, por lo tanto, sin conflictos en Salta, como formula de consenso.

Una vez finalizado el recuento de votos, los radicales denunciaron fraude y se negaron a asistir a las reuniones del Colegio Electoral. El 5 de febrero de 1925 solo asistieron 34 electorales, sin lograr el quorum necesario. Recien el 17 de febrero se hicieron presentes los electores faltantes, pero obligados por la fuerza publica. Ese día se proclamó como gobernador al medico Joaquín Corbalán, quien estuvo en el cargo hasta 1928.

La crisis política provincial siguió durante el resto de la década. A nivel nacional, el país mostraba un crecimiento superior al que tenía antes de la Primera Guerra Mundial. Uno de los factores que influyó en ese crecimiento fue la masiva entrada de capitales extranjeros y el aumento del volumen de los bienes exportados, lo que fortalecía el peso argentino por encima de las monedas extranjeras. Esto sucedió durante una parte del gobierno de Irigoyen y todo el gobierno de Marcelo T. de Alvear.

Mientras tanto, en Salta, la realidad era otra. Paralización de la construcción del ferrocarril Huaytiquina y Yacuiba, el encarecimiento de los fletes ferroviarios y la falta de material rodante, el encarecimiento de los productos de consumo masivo y la crisis en la producción  agricola-ganadera, entre las cosas mas importantes. De las 119 bodegas registradas en 1925 en los departamentos productores de vino, en 1926 quedaban 81 y solo 54 se encontraban operando. Paradógicamente, al mismo tiempo que disminuían las bodegas, aumentaba la producción de uvas, lo que generó un proceso de concetración industrial.  La industria harinera contaba con 28 molinos registrados desde 1916, pero en 1926 solo quedaban 18, pero traabajan solo 11. La producción de harina bajó de 1025 toneladas a 643. Por el contrario, la industria azucarera se expandía. El Ingenio El Tabacal aumentó sustancialmente sus numeros entre 1922 y 1926, de 4.438.420 a 19.033.210 toneladas. El Ingenio San Isidro tenía unaa producción de 1.742.860 toneladas y subió a 5.244.400. El ganado bovino, por su parte, nunca recuperó el volumen exportado entre 1917 y 1919, 34.364 cabezas.

En la segunda mitad de la decada de 1920, empezó a ganar lugar el movimiento proletario provincial. Tambien aparecieron nombres de dirigentes provenientes de las filas obreras, integrando las listas de legisladores. La popularización de las listas fue una estrategia radical, que los  conservadores empezaron a copiar con la intención de recuperar al electorado de Salta Capital, que habían perdido alla por 1912. Pero la presencia de sectores sociales subalternos provocaba una revolución que era mas fuerte que ellos, dentro del partido Conservador, como era de esperar. Los radicales habían logrado un fuerte apoyo de los sectores artesanales, las pequeñas industrias familiares y el sector comercial y de servicios.

Así fue como el 7 de marzo de 1926, Agustín Usandivaras resultó electo diputado nacional, junto a Manuel Rudecindo Alvarado y por la minoría Juan Bautista Peyrotti, que le ganó a David Michel Torino. La diputación nacional era el trampolín que Usandivaras pretendía usar para saltar a la gobernación en 1927, pero la Convención de la Unión Popular se inclinó por Alvarado. Esta nueva postergación, llevó a Agustín Usandivaras a presentar la renuncia a la presidencia del Partido. Inmediatamente fue reemplazado por Robustiano Patrón Costas, quien le pidió que devuelva la banca nacional. Usandivaras fue expulsado del partido. La Unión Provincial comenzó entonces un proceso de conspiración que los llevó a formar una fuerza para el golpe militar de 1930. Pero a esto se los contaré en la próxima.

Por ahora, les cuento un poco como se organizó la Patria Sindical en sus primeros tiempos.

Al comenzar el nuevo siglo, sindicatos socialistas y anarquistas se unieron para crear la Federación Obrera Argentina (FOA). Aunque la unión entre ambos duró solo un año. En 1902, se constituyeron la Federación Nacional de Obreros Portuarios, la Federación de Obreros Albañiles, que se unieron a la Federación de Obreros Agrícolas y la Unión de Obreros Ferroviarios.

En 1903 los socialistas se separaron para conformar la Unión General de Trabajadores (UGT). Al año siguiente, los anarquistas cambiaron el nombre de FOA a Federación Obrera Regional Argentina (FORA). Luego de la primera huelga general, el Congreso sancionó la Ley Nº 4144, de Residencia, más conocida como “Ley Cané”, por su autor, Miguel Cané. Esta ley facultaba al Presidente de la República a expulsar a inmigrantes sin juicio ni garantías. Cané buscaba mantener “el viejo y manso feudalismo americano”, por lo que la intención de su Ley era desarticular los sindicatos, que, de acuerdo a su criterio eran instigados por obreros extranjeros.

En 1904, un joven diputado socialista llamado Alfredo Palacios, presentó proyectos de ley para proteger a los trabajadores, que dieron origen al “Derecho del Trabajo Argentino”, llamado también “Nuevo Derecho”. Legisladores como mayor peso político, empresarios y de la oligarquía, trataron de desestimar su tratamiento bajo argumentos como “no es el momento oportuno” o “será la ruina empresarial”. Pese a ello, la bancada socialista logró la aprobación del proyecto desmembrado. Así los proyectos Nº 4661, de descanso dominical; Nº 5291, de reglamentación del trabajo de mujeres y niños; Nº 9040, de Policía del Trabajo; Nº 9688, de Accidentes de Trabajo y Nº 9511, de Inembargabilidad  de sueldos, fueron Ley.

En 1907 se produjo la primera represión policial que produjo la muerte de un niño de 15 años. Fue durante la huelga de inquilinos, de la que participaron 140.000 personas que vivían en 2400 conventillos de Buenos Aires, Rosario de Santa Fe y Bahía Blanca. La huelga fue llevada a cabo principalmente por mujeres y niños que no sólo vivían en pésimas condiciones sino que ya no podían pagar los constantes aumentos de los propietarios. El reclamo duró tres meses y la represión policial termino con la vida de un menor.

En 1909, la UGT se disolvió para dar lugar a la Confederación Obrera Regional Argentina (CORA), siguiendo la línea de sindicalismo revolucionario que venía de Francia. Esta corriente reclamaba la desvinculación total de los sindicatos de las corrientes ideológicas y de los partidos políticos. De esta forma, en Argentina, existieron tres corrientes sindicales: socialistas, anarquistas y sindicalistas revolucionarios.

La primera masacre obrera argentina se produjo el primero de mayo de 1909. Ambas centrales obreras convocaron por separado al acto del Día del Trabajador. Por parte del sector socialista, transcurrió tranquilamente, pero no fue igual para el acto de la FORA, que fue severamente reprimido y terminó con un saldo de 12 obreros muertos. En respuesta, la FORA y la CORA, con el apoyo del Partido Socialista, convocaron a una huelga por tiempo indeterminado. Al entierro de los 12 obreros muertos, que fue el 4 de mayo, asistieron 300.000 personas. La huelga siguió adelante, con un petitorio que constaba de tres puntos fundamentales: Abolición del Código Municipal de Penalidades, Libertad de todos los presos por causa de la huelga y Reapertura de los locales obreros; que el Gobierno de Figueroa Alcorta, quien asumió el poder al morir Manuel Quintana, no quiso recibir ni escuchar.

En 1914 los sindicatos de la CORA decidieron disolverla para sumarse a la FORA, logrando así, por enésima vez,  la unidad de los movimientos sindicales argentinos, pero un año más tarde, el sector anarquista volvió a separarse, dejando conformadas dos FORA.

A nivel político, en 1916, se eligió por primera vez en Argentina al presidente de la Nación utilizando el sistema de voto secreto y obligatorio para todos los hombres mayores de 18 años, establecido por la Ley Sáenz Peña. En esas elecciones triunfó la Unión Cívica Radical, resultando elegido presidente Hipólito Irigoyen. A partir de entonces se abría la serie más larga de ininterrumpidas presidencias radicales (Hipólito Irigoyen, 1916-1922, Marcelo T. de Alvear, 1922-1928 y nuevamente Hipólito Irigoyen 1928-1930). Durante este período la FORA creció y se convirtió en una de las organizaciones sindicales más importantes del mundo.

En 1922, se llevó a cabo un Congreso de Unificación Sindical, que dio nacimiento a la Unión Sindicalista Argentina (U.S.A.), con predominio de sindicalistas “puros” y con participación socialista y comunista. La FORA anarquista prosiguió sus actividades independientes, quedando, como la única FORA.

De la acción de varios sindicatos descontentos con la política llevada a cabo por las centrales sindicales existentes, surgió, en 1926, la Confederación Obrera Argentina (C.O.A.), producto de una nueva alianza entre el sector del sindicalismo “puro” y socialistas, que agrupaba a Sindicatos como la Unión Ferroviaria y la Federación de Empleados de Comercio, llegando a sumar hasta 1930, 130.000 afiliados. La USA experimentó una sensible disminución, reduciéndose a unos 15.000 miembros. Por su parte, los comunistas, formaron en 1929, el Comité Nacional de Unidad Sindical Clasista.

Cualquier semejanza con la realidad actual, es mera coincidencia…