Shakespeare: lo femenino, la locura, el ser/parecer, las ansias de poder.
Andrea Sztychmasjter
En Macbeth a diferencia de los trágicos griegos que tomaban como tema algún mito significativo aparecen las nociones de poder, magia e impronta demoníaca. Las tragedias griegas presentan conflictos exteriores al héroe, en cambio, en la obra de William Shakespeare el protagonista sufre un conflicto interior; comete todos sus errores gracias a su actitud llena de ambición.
El personaje femenino de Lady Macbeth es poderoso, Shakespeare la excluye del escenario después del acto III, salvo su breve regreso en estado de locura al principio del acto V. Una vez que Lady Macbeth ha desaparecido, la única presencia real en el escenario es Macbeth. Se percibe así una especie de aniquilación de lo femenino en esta obra, aunque el personaje de Lady Macbeth no se ajusta al modelo de mujer de la época confinada al ámbito privado, mujeres sumisas y obedientes. Por el contrario, Lady encarna el papel de mujer de “decisiones tomar”. Se presenta así una masculinización del personaje femenino.
Lady Macbeth es inicialmente más emprendedora que su esposo, capacidad que la caracteriza. Lady es pura voluntad hasta que se desmorona. En este aspecto aparecerá como la instigadora del asesinato del rey Duncan por parte de su marido. La hombría de Macbeth es constantemente puesta a prueba por insistencia de Lady. Vemos que la dualidad entre mujer-muerte es reflejada a la perfección en la obra, ya que Lady se transforma en una especie de diosa mortífera que todo hará para que el marido realice sus deseos de poder. También vemos como se conjuga lo divino con lo atroz en la mujer: una reina-monstruo, que tiene capacidad para dar la vida y la muerte.
Otros de los tópicos que gira en torno a lo femenino en Macbeth es la infertilidad. Lady habla de haber criado un hijo, presumiblemente suyo pero ahora muerto.
“Yo he sido madre, Macbeth; yo he sentido la terneza de una madre por el hijo que a sus pechos alimenta; mas de haberlo así jurado, cuando la frente serena del risueño amado infante mi regazo sostuviera; cuando con mayor dulzura sus ojos resplandecieran y al mirar los ojos míos su blando pecho latiera, el pezón le arrancaría entonces a la boca tierna; entonces estrellaría su frente contra una piedra”.
Por otra parte, el esposo la encamina a traer al mundo solo hijos varones, en admiración a la decisión viril de ella. Siguiendo a Bloom, éste plantea que es difícil de imaginar a Macbeth como padre cuando es, ante todo, tan profundamente dependiente de Lady. Hasta que enloquece, ella parece madre y esposa de él al mismo tiempo.
Según Bloom la locura de Lady va más allá de un trauma meramente de culpa; su marido la rehúye constantemente una vez Duncan muerto. Aquí aparece el tema de la sexualidad femenina. Según Boom, sea lo que sea que los dos proponían con la mutua grandeza que se habían prometido uno a otro, la sutil ironía de Shakespeare reduce esa grandeza a una desexualización pragmática una vez que se ha realizado la usurpación de la corona.
Respecto a otro de los personajes femeninos presentados en la obra, las brujas también aparecen como las instigadoras a hacer el mal. Su engaño aparece jugando con las palabras en sus predicciones, que Macbeth cree.
Por su parte, el personaje mítico de Hécate, divinidad con forma de mujer tricéfala, también decide jugar con los destinos de los hombres: “De la punta del cuerno de la luna cuelga una gota de vapor de virtud misteriosa. La recogeré antes de que caiga a la tierra, y destilada por la magia, esa gota engendrará seres fantásticos, cuya ilusión es precipitarle a él en su ruina”.
Macbeth en relación con la tragedia clásica griega
Según Aristóteles, la tragedia es imitación de una acción esforzada y completa, de cierta amplitud, en lenguaje sazonado, separada cada una de las especies en las distintas partes, actuando los personajes y no mediante relato, y donde la compasión y el temor lleva a cabo la purgación de tales afecciones. Así, la tragedia se diferencia de otros géneros: por los medios de la imitación, por el objeto de la imitación: (acción esforzada y completa), por la forma de imitación: actuación de los personajes, y no relato, y -por los efectos psicológicos especiales de la tragedia: la catarsis trágica.
Shakespeare innova la tragedia eliminando en parte la estructura tradicional de este género, como es la presencia del coro, y la entrada y salida de este elemento residual de origen ritual clásico. Una característica de la tragedia es la presencia de manera protagónica de personajes nobles, y en Macbeth podemos encontrar personajes como el portero, asesinos y demás personajes vulgares secundarios. Se introduce también elementos propios de la comedia en Macbeth. Por ejemplo, dentro de su innovación, está el agregado de escenas no propias de las tragedias, como es la escena de conjuro de las brujas.
Según Auden, el autor de una crónica teatral a diferencia de los trágicos griegos que tomaban como tema algún mito, no puede elegir su situación y aquellas en las que el mismo la crea, no puede tener ninguna teoría estética estrecha que separe lo trágico de lo cómico, ninguna teoría de arete heroica que pueda privilegiar a un personaje histórico y rechazar otro. Además dirá el autor que el teatro isabelino heredó de los misterios religiosos tres nociones importantes y poco griegas: la significación del tiempo, de la elección y del sufrimiento.
En el tiempo griego son los dioses no los hombres los que deciden. En una tragedia griega todo lo que podría haber sido de otro modo ya ha ocurrido antes del comienzo de la obra.
“Es cierto que a veces el coro puede advertir al héroe para disuadirlo de cierto curso de acción, pero es impensable que este lo escuche, porque un héroe griego es lo que es y no puede cambiar”. (Auden)
Para los griegos, el sufrimiento y el infortunio son signos del disgusto de los dioses y, por lo tanto, los hombres deben aceptarlo como evidencias de una misteriosa justicia. En Shakespeare, el sufrimiento y el infortunio no son en sí mismos pruebas del disgusto divino. El sufrimiento es un sentimiento inevitable de la vida, pues no hay hombre que no sufra.
Dirá Auden que en la tragedia griega, el público esta constituido puramente de espectadores, nunca participantes, mientras que en las tragedias de Shakespeare pueden considerarse variaciones del mismo mito trágico. Por lo tanto, el público de estas tragedias debe ser al mismo tiempo espectador y participante, ya que se trata tanto de una historia ficticia como de una parábola. En la tragedia de Shakespeare no queda claro cuánto tiempo pasa entre un hecho y otro, pudiendo ser horas, días, o meses, rompiendo entonces con la clara relación espacio – tiempo.