El «armado» electoral del bettinismo es un menjunje de empleados municipales, intendentes cuestionados y viejos dirigentes de escaso despliegue territorial. 

 

En Finca Las Costas, el gobernador Gustavo Sáenz recibió a la intendenta Bettina Romero y a dirigentes que, se supone, la acompañarán en su anhelo reeleccionista. La fotografía resultante es un reflejo del caos ideológico que caracterizó al bettinismo en sus tres años de gestión.

Los intendentes Rolando Rojas (El Quebrachal) y Fernando Alabi (Las Lajitas) estuvieron en la reunión acompañando a su par capitalina. Ambos enfrentan denuncias en sus respectivos municipios, el primero por violencia de género, el segundo por haberes retenidos a empleados municipales.

También posó para la foto el tridente de saenzistas PRO, compuesto por: Alberto Castillo (REMSa), Martín de los Ríos (Min. de la Producción) y el antiderechos Andrés Suriani. A ellos se sumó también el vilipendiado presidente de Aguas del Norte, Ignacio Jarsún. Guillermo Durand Cornejo y Aroldo Jesús Tonini le aportaron una dosis de «frescura» a la fotografía.

Más a la derecha -al menos en términos espaciales- aparecen las concejalas Inés Benassar y Carolina Am, de las pocas que asumieron un rol colaboracionista con la intendenta en el recinto deliberativo. Más atrás, representando a la cámara baja provincial, asoma Adrián «chico malo» Valenzuela.

El resto del elenco está conformado por empleados municipales y viejos dirigentes de nula incidencia electoral como: Benjamín Cruz, Federico Casas, Ramiro Nordera y Federico Núñez Burgos.