Si ya es grande el desconcierto del PRO a nivel nacional, en Salta todo eso se potencia. Con un armado muy precario, los fanaticos de Mauricio en tierras salteñas tienen varias manchas en su haber.

Es clara la falta de liderazgo de un Macri delaruizado y la falta de un semillero real: ¿en serio están tan desesperados que le ofrecieron una candidatura al Dipy?

La postura de varios representantes sobre la pandemia también fue patética: marchas antivacunas, declaraciones antibarbijos (con quema de barbijos), apología del dióxido de cloro, denuncia penal contra el presidente por traer la vacuna Sputnik… y la frutilla del postre la dio el mismo Macri, hace un par de semanas, diciendo que la covid-19 no era más que una gripecita.

¿Alguien tiene alguna duda de que con Macri esta pandemia hubiera sido infinitamente peor?

En Salta los titubeos y planteos son similares. Martín Grande y Guillermo Durand Cornejo enarbolaron las banderas antivacunas, hasta hace un mes y pico, cuando se dieron cuenta que les redituaba más ser provacunas y reclamarle al gobierno mayor y mejor vacunación.

En el armado político dejan mucho más que desear. Si Macri tentó al Dipy, acá salieron a implorarle a Kike Teruel (otro antivacunas) que sea candidato y él, luego de coquetear un poco, les dijo que no.

Están desesperados buscando alguien que mida en las encuestas para meterlo de candidato. Nada de formación, nada de ideología, nada de idoneidad: sólo alguien que mida en las encuestas y que tenga contactos con los grandes grupos empresariales. El ejemplo del carrerismo es Suriani.

Pero el Pro salteño tiene dos problemas que no tiene el Pro nacional. Uno, es una horda de medios aliados que responden directamente a los intereses de un partido. Dos: Macri tiene un enemigo visible al cual atacar: el kirchnerismo.

En Salta, el kirchnerismo tiene poco peso y Gustavo Sáenz ha sabido correrse a una tercera posición. O a un lugar neutral. Eso deja el PRO salteño sin enemigo. Y, a falta de una virtud propia, el Pro necesita de un enemigo para definirse, para vomitar todo ese discursito moral neoreligioso que los hace quedar como si fueran moralmente superiores.

El que usó la palabra “engendro” esta semana para caracterizar el partido fue el jefe de bloque del oficialismo en Diputados, Javier Diez Villa.

El legislador, en las últimas horas auguró un triunfo del oficialismo provincial en las elecciones del 15 de agosto y destruyó al macrismo local al asegurar que se trata de «un engendro».

Dijo que en Salta sucederá lo mismo que en Jujuy, donde el oficialismo se quedó con casi todo. «La gente apoyó ese modo de gestionar, pasará acá lo mismo», dijo. «Acá va a ganar el frente político que llevó a Gustavo Sáenz a la gobernación», dijo y calificó a Juntos por el Cambio como «un engendro».